Capítulo 8: Álas

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Me desperté al ver los ojos de Celestia mirandome, estaba tocandome el pelo y jugando con uno de mis mechones. Habíamos dormido muy bien a parte de que sus pechos eran como unas almoadas, parecía una madre protegiendo a su hija. Me besó en los labios y me sonrió.

-Buenos días princesa- Me encantaba como lo decía

-Buenos días Cele

Me acurruqué en ella, por las noches daba mucha calor y me ayudaba a dormir. Me levanté y ella me dió un azote, me ponía tan caliente ese gesto por su parte. Fuí andando por los pasillos descalza, quería encontrar a ese tal Daniel para que me trajese ropa, todavía estaba con un camisón de Celestia. Lo encontré en unas escaleras hablando con unos guardias.

-Daniel... ¿Dónde podría conseguir ropa?

-Lo siento princesa, ya voy ahora- Estaba muy nervioso y se veía muy mono- Disculpeme por mi torpeza

-No pasa nada- Le dí una sonrisa hasta que sentí alguién abrazandome

-¿Qué hacía mi niña aquí?- Empezó a comerme a besos, eran demasiado dulce- Deberías de estar en el comedor desayunando

Nos fuimos las dos, ella me rodeaba la cintura con su brazo mientras que yo me acurrucaba en ella. No parabamos besarnos, ella me había puesto en la mesa del comedor y me había puesto una fresa en los labios, ella manchaba su dedo de chocolate y lo pasaba por mi cuello mientras me lo besaba, me probocaba una gran excitación. Queríamos seguir pero Daniel había venido a cortarnos el rollo. Intenté subirme el camisón un poco pero Celestia no paraba de acariciar en circulos mi pezón.

-Reina Celestia... debería de estar desayunando no estar jugando, teneis una visita inesperada.

-¿Tengo qué ir ahora?- Daniel afirmó- ¿No puede ir otro?

-Es Isabel señora

-Ange vuelvo dentro de poco- No parecía la misma de siempre, estaba demasiado seria que tenía miedo.

Ella se fué pero tenía curiosidad, quería saber quien era Isabel y que hacía aquí. La seguí por los pasillos hasta llegar al salón del trono. Era una mujer joven de pelo negruzco y de ojos como los mios.

-Cuanto tiempo Isa, ¿A qué vienes?

-¿Dónde está Ange?- Parecía conocerme pero no sabía como

-Es mia no de ese demonio-Celestia estaba demasiado cabreada. No quise meterme en ese asunto asi que volvi otra vez   a mi habitación pero tropecé con mis pies. Me caí haciendo un ruido que ellas dos se dirijieron a mi, la desconocida me miró apresuradamente como si me conociese.

-Ange vamonos, Gabriel esta preocupado

-No se quien eres- Estaba demasiado asustada

-Isabel vete, Ange es mia y no de Gabriel- Me levantó y me llevó en brazos. Al llegar a la habitación me vendó la rodilla- Quietecita, no quiero que la vuelvas a ver.

-Vale Cele- Le sonreí y ella me dio un beso, me encantaba esa sensación.

    Se fué dejandome sola, todavía seguía con el pijama. De pronto lo vi. Era un chico de pelo rubio y de ojos castaños muy hermosos, llevaba ropas negras y una espada con dos pistolas.

-Ange ven conmigo- Se acercaba más a mi y yo no paraba de tener miedo, retrodecía hasta que quedé acorralada- Ange soy yo, Gabri, ¿No me reconoces?

-Nunca te vi, siempre estube aquí porque soy un ángel

-¿Un ángel?- Parecía enfadado- ¡Tu eres una humana! ¡Mi humana!

-No se quien eres... por favor...- Cada vez se acercaba más hasta que pegué un grito. Daniel vino enseguida cuando escuchó el grito y Gabriel iba a escaparse. Empecé a correr detrás de él para saber más pero Celestia lo vio

-Gabriel, Gabriel, Gabriel, ¿Qué hacías en la habitación de mi novia?

-¿Tú qué? Perdona pero es mi chica, yo la vi antes- Contestó aquel chico. Celestia sacó una espada y empezarón a luchar, yo tenía miedo de aquel enfrentamiento. Los dos ya estaba sin aire cuando ella derrotó al chico

-¡Guardias! ¡Llevanme al demonio a las celdas!- Cogieron al chico por los brazos llevandolo abajo. Celestia se acercó a mi abrazandome, estaba sudando la pobre- ¿Estas bien mi princesa?

-Estoy bien, pasé miedo- Empecé a temblar en sus brazos- ¿Quién era ese...?

-Demonio, el rey de los demonios. Siempre está de juerga y quería llevarte- Tuve miedo cuando me dijo eso- Ya pasó, vamos, tengo que ducharme que estoy muy sudada

-Me encanta que lo esteas, hueles muy bien

    Nos fuimos a la ducha mientras también "jugabamos", me ponía muy protegida estar con ella pero aquel chico era tan guapo que me había atraido al primer instante. Celestia me besaba para que lo olvidase y creo que lo consiguió porque solo pensaba en pasar ese momento con ella. Luego de ese momento de diversión me ayudó a secarme el pelo. Me miré al espejo, parecía una niña pequeña pero pasaba una cosa, tenía alas.

-Mira que bonitas son tus alas mi vida- Empezó a acariciarme la espalda y me hacia cosquillas- Son blancas con puntitos crema, que mona

-No se como esconderlas otra vez

-Yo te ayudo- Me enseñó como esconderlas pero las primeras veces no sabía como pero no lograba hacerlo- Hazlo conmigo- Tube que guiarme por ella unas cuantas veces hasta que conseguí esconderlas. Me senté en un sillón cansada, ella se puso encima de mi besandome el cuello haciendome la marca del chupón, sus labios rozando mi piel era una sensación única- ¿Mi niña quiere otra ronda?

-Me gusta jugar contigo- Le sonreí, ese era mi lugar

    Empezó a acariciarme los pechos mientras nos besabamos, sus labios sabían a caramelo o a nata, estaba expectacular. Fué bajando poco a poco hasta llegar a mis piernas. Allí me las abrió y pasó uno de sus dedos por encima de mis braguitas, no paraba de hechar un gemido cada vez que lo hacía hasta que entró Daniel a estropearnos el momento.

-Reina Celestia... Gabriel quiere hablar con Angela

-¿Por qué con ella?- Daniel no sabía porque- ¿No ves que estamos ocupadas?

-No pasa nada Cele, vuelvo dentro de nada ¿Vale?- Ella afirmó y yo la besé.

De la Tierra al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora