Capítulo 10: Hora de la verdad

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Mis hermanos me sonrieron entre las rejas de la celda, ¿Por qué estaban allí? Nat siempre había sido la revoltosa de nosotros tres pero Nick estaba allí también. Él no podía estar allí, él era bueno.

-Hermanita ¿Nos podrias sacar de aquí?- Hay mi Nat, siempre hacía lo mismo

-Celestia no me deja hacerlo- Bajé la cabeza, me sentía inutil por no hacer nada por ellos

-Da igual, cuando llegues arriba encuentra la llave de las celdas- Afirmé, Nick era él más listo de todos- Nos tienes que sacar de aquí

Corrí hacía arriba, tenía que hacerle caso a mi hermano pero... ¿Tenía que fallarle a Celestia? La abracé por la espalda pero ella me apartó bruscamente diciendome que no tenía tiempo, me fuí triste a la habitación, nunca me dijó eso de esa forma. Miré por la ventana, tenía que encontrar esas llaves como sea, aunque me costase mi vida por ellas. Rebusqué en cajones, armarios, lamparas incluso levanté la alfombra pero nada. Mi esperanza se había ido cuando tropecé con un mueble haciendo que se moviese y la vi. Una llave de plata sobresalía de la pared, la cogí, por fin la tenía en mis manos esa llave. Empecé a correr por los pasillos hasta llegar llegar a las celdas, los guardias estaban despiertos. Al llegar allí se la enseñé a mis hermanos y ellos me sonrieron, ya podían ser libres.

-Bien, ahora nos tienes que sacar y a Gabriel también- Me paralicé. ¿Tenía qué salvar al demonio?- Ahora estan los guardias, cuando hagan el cambio de turno lo haces, ¿Vale?- Afirmé, tenía que sacarlos a todos.

Esperé un montón de tiempo a que los guardias se fuesen y cuando ocurrió eso fuí rapidamente a abrirles. Ellos dos me abrazaron mientras que el demonio me dio un beso en los labios, eran cálidos y me producían una sensación de reconfortavilidad que me aliviaba.

-Gabriel tienes que quedarte aquí con nosotros y tu Ange deja la llave donde la encontraste- Gabriel todavía me tenía rodaeada con sus brazos como si me acunasen- Venga, Celestia va a decir algo- Me volvió a besar, se sentía muy bien. Tube que volver a la habitación y dejar la llave en su sitio, Cele volvió enfadada y la quería abrazar pero ella me apartó bruscamente.

-Dejame en paz Angela, no quiero hablar. Esos putos demonios me andan a romper la cabeza- Quise volverla abrazar pero me hizo una herida. La miré asustada mientras me caía sangre de mi brazo, ella se estaba acercando a mi pero retrocedía- Lo siento Ange, no quería hacerlo...

-No me hagas daño, solo quería ayudarte- Las lágrimas resvalaban por mis mejillas, tenía miedo

-Mi niña yo no...- Salí corriendo por los pasillos, tenía que esconderme de ella. Subí por las escaleras hasta que encontré un refugio seguro, era tan pequeño que nadie podía pasar escepto yo. Tenía que curarme y la sangre todavía salía, pero alguien me tocó el hombro.

-¿Qué haces aquí Ange?- La miré, era esa tal Isabel. Me miró el brazo y se asustó- ¿Y esa herida? Vamos junto Celestia

-¡No por favor!- Me acurruqué más

-¿Fué ella?- Afirmé con temor- ¿Quieres ir junto tus hermanos?- Afirmé y ella posó sus palmas en la herida, sentía una sensación cálida, nada podía empeorar ese momento. De pronto no sentí dolor ni me sangraba, estaba estupefacta- Vamos a verlos

Volvimos al mismo sitio que al principio, yo estaba asustada por culpa de Cele, ya no parecía la misma chica dulce de antes si no que parecía un demonio. Mi vestido estaba manchado de un poco de sangre y cuando llegamos allí no vimos a ninguno de los tres, hasta que un guardia me tocó el hombro. Tenía unos ojos castaños y me sonrió, ya sabía quien era, era Gabriel.

-Por la noche nos iremos- De pronto vieron la sangre en mi vestido- ¡Qué te ha pasado!- Yo lo miré con las lágrimas- Ya pasó, ha sido ella ¿Verdad?- Afirmé con la cabeza. Él me besó- ¿Todavía no me recuerdas? - Negué- Da igual, tendré paciencia Princesa

Cuando ella me encontró estube todo el tiempo intentando escaparme de ella, tenía miedo de que me hiciera daño otra vez. Intentó besarme unas cuantas veces pero me escabullía.

-Ange lo siento, yo solo...

-No... me hagas... daño...- Ella se acercó lentamente, como si no quisiese asustarme

-Ya pasó mi niña, ven conmigo, ya pasó- Me levantó en brazos hasta la cama- Es hora de descansar. Buenas noches mi niña- Me dió un beso en la frente haciendo que cerrase los ojos lentamente

Las horas pasaron y alguien me abrió la puerta. Me desperté adormilada y al ver a Isabel en la puerta me asusté, tube que apartar el brazo de Celestia para irme asi que lo hice con cuidado. Nos dirijimos todos a la azotea para allí escapar, no sabía como pero escaparíamos de una manera u otra. Gabriel me miró con cariño y de repente se tiró conmigo al vacio, grité pensando en que moriría, sin volver a casa ni ver a mis amigos, estaría sola de nuevo.

Narra la autora:
Mientras Angela caía no podía abrir sus alas asi que Gabriel la agarro y la puso contra su pecho para protejerla, abrio sus alas para salvarlos pero el viento era demasiado fuerte. Él notó que Angela estaba llorando, seguramente porque pensaba que iba a morir o porque estaba aterrorizada, le acarició el pelo.

-Tranquila Ange, vas a estar a salvo- De pronto ella se desmayó y con la gran ráfaga la arrastró asta otro lado haciendo que se fuera del lado de Gabriel. Empezó a volar y la agarró pero se fijo en que poco a poco, el pelo de su amada se iba volviendo cada vez más oscuro de lo que estaba cuando la encontró. También se fijó en que algo brillaba en la cintura de ella, algo negro y pudo ver que era la marca que le había hecho cuando la había sacado de aquel lugar, una casa donde vivía con sus hermanos y también la había visto cuando era pequeña, él era su compañero, su otra parte. Poco a poco iban a chocar contra el suelo asi que el se puso cabeza abajo protegiendola con su cuerpo, esperando a que todo acabara- Te amo... Angela...

De la Tierra al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora