Epílogo: Entre muertos y recuerdos

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Narra la autora:
Angela se despertó en su cama, en la cama que había despertado días atras cuando Gabriel la había secuestrado. Miró en el armario y se puso lo primero que vio, era esperar pero vio que cuando salió estaba su hermana Natalia esperandola.

-Buenos días hermanita- Enseñó los dientes, ella iba con ropa negra y azul marino, dos de sus colores favoritos

-¿Y Nick? ¿Dónde esta?

-Esta con Gabriel, mamá me enseñó como funciona todo esto

-¿Mamá?- Angela todavía no entendía nada de lo que su hermana decía

-Isabel es mamá Ange- Ella hizo su gesto de no entender nada- Bueno, tu memoria tendra que recordar el resto.

Angela caminaba con su hermana sin entender lo que hablaba, parecía una desconocida ante ella, como si se conociesen ahora.

Narra Angela:
Caminamos hasta una habitación, no la recordaba pero me sonaba de estar allí. Nat me abrió la puerta y vi a mi hermano con Gabriel y un chico. El desconocido me sonrió.

-Ya estas de vuelta Ange- El chico me abrazó y no entendía nada

-Jac, no recuerda nada- Él miró a Gabriel- Por culpa de esa...

-Recuerda que es tu hermana tio- Abrí la boca soprendida

-No me lo recuerdes, soy mayor que ella por horas- Nosotros tres al parecer no sabíamos nada y Gabriel me acercó a él- Por su culpa tengo ahora a Angela sin recuerdos

-Gabriel... ¿Podría hablar contigo en privado?- Mis hermanos parecían sospechar de que durante ese tiempo que estube en la cama descubrí algo. Gabriel se fue con ellos dos y me dejo sola con el chico.

-¿Ange no me recuerdas?- Aquel chico me miraba a los ojos de una manera familiar

-...No...- Él me acarició la cabeza como si tubiese diez años

-Tranquila, yo soy Jacobe- El nombre parecía iluminar mi cabeza, lo recordaba y él me sonrió- ¿Ya me acuerdas pequeña?

-¿Desde cuándo te has vuelto tan blando tio?- Empezó a reirse cuando empecé a reirme yo- Cuanto tiempo

-¿Vamos a entrenar canija?- Recordé lo que solía hacer, autodefensa. Todo lo que aprendí anteriormente apareció como si nada. Nos fuimos a otra habitación y claramente la recordé, era la habitación que había entrenado. Estubimos como horas allí hasta que al acabar estabamos cansados a reventar- Bien hecho pequeña, mejoras cada vez más- Yo le sonreí cansada y me fui directa a la a mi habitación para hecharme una ducha. Cuando llegué mire mi movil y vi un mensaje en él, era de un numero desconocido pero pude reconocerlo: "te espero en el cementerio". Me fui a la ducha para prepararme como normalmente hacía, cogí una cazadora de cuero y me fuí tranquilamente pero Gabriel me esperaba

-¿A dónde vas?- Tragué sáliva, tendría que mentirle

-Voy a... un sitio...- Me puse nerviosa con sus ojos castaños mirandome fijamente

-Querras ir sola ¿Verdad?- Afirmé asustada- Toma, si la necesitas utilizarla hazlo, no lo medites- Me dió un revolver demasiado bonito para mi

-Gracias- Mirandolo y él me besó, me acomodé un poco más, su calor me hacía sentir tranquila y segura

-No hagas nada malo princesa- Me acariciaba la cabeza como si fuese un bebé

-Vale Gabri- Me fuí corriendo de allí con mis patines, tenía la práctica desde niña asi que no me fué díficil recordar como se andaba con ellos. Cuando llegué a la entrada del cementerio suspiré un poco nerviosa, ¿Quién sería esa persona? ¿Por qué me conocía? Puff, cuántas preguntas en mi cabeza. Empecé a caminar entre la oscuridad y la niebla, me entraba miedo al recordar que estaba a oscuras, sentía frío por las piernas, estaba congelada. De repente tropecé con una tumba callendome de morros contra el suelo, miré a todos lados pero no había nadie cerca y caminé otra vez pero con la rodilla rascada. Me acerqué a donde tenía el encuentro, era una tumba detallada con flores de marmol y ángeles, era extraño pero me parecía familiar. Empecé a tener frío y tirité pero alguien me había posado su chaqueta en los hombros y reconocí un olor que era agradable y nostálgico.

-Qué bien que allas venido- Era la voz de un hombre encapuchado, no le veía el rostro por culpa de que lo tenía tapado por un sombrero negro

-Me da mal rollo estar aquí, me recuerda a muchas cosas- Él me miró

-Vamos a ver a otras tumbas pero luego volveremos a esta- Afirmé con la cabeza y fuimos paseando hasta llegar a las dos tumbas, muy alejadas de la anterior, no eran familia del otro muerto al parecer. Miré las lápidas: Noelía Goodye y Jhon Goodye. Esas tumbas eran las de mis padres, podía leer la fecha y las despedidas pero ya no tenían flores- ¿Sabes de quiénes son?

-De mis padres adoptivos- No paraba de mirar las tumbas con algo de maldad, habían hecho que mi vida se fuese al garete

-¿Por qué padres adoptivo?- Le lancé una mirada furtiva- ¿Acaso no son tus padres?

-No lo son- Mi voz se volvía muy fria- Ni lo seran nunca- Él afirmó y nos fuimos a otra, esta estaba más vieja y con algunos detalles alados como la anterior: Valentine Rousse. Esa tumba no me sonaba de nada- ¿De quién es? ¿Lo conozco?

-Es del difunto marido de Isabel Rousse, al parecer es la madre de dos personas cercanas a ti- Estaba sorprendida por el descubrimiento- ¿Quienes son esas personas?

-Mis hermanos, Natalia y Nick- Bajé la cabeza- Pero... yo también soy hija de él...

-Eso lo crees tu, vamos al principio- Caminamos de nuevo a la tumba decorada con ángeles y rosas, se veía muy frágil y bonita, sería de alguna familia noble o de gente rica pero era como si estubiese allí antes de entrar al cementerio. Miré al hombre y vi que lloraba, estaba un poco sorprendida pero de repente aparecieron imagenes y imagenes, me tenía agarrada de la mano, como si no quisiese soltarme. Leí la tumba: Selene Redblood. Empecé a llorar yo también- ¿Y bien?- Se quitó todo y pude ver quien era en realidad

-Es... mamá... ¿Verdad... papá...?

De la Tierra al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora