Prólogo

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Louis Tomlinson, agente especial del FBI, no soporta sus vacaciones. Ansía y añora con pasión la culata y el sonido de las balas. Su cuerpo entero picaba por volver a la acción.
Tan solo había pasado cuatro días más una madrugada, y su pie no paraba de moverse por la ansiedad.

Cuando un llamado irrumpe en su habitación, él no esperaba que fuera su jefe, anunciándole que el deber llamaba. Y eso no podía ser más jodidamente satisfactorio.

Sin pensarlo dos veces hizo sus maletas y cogió sus llaves del auto, listo para las siete horas de tramo que le esperaban.

Al llegar a aquel familiar lugar, sus manos se movían de anticipación. Para que Harrinson haya interrumpido las vacaciones que básicamente, le obligó a tener, es porque el caso no sería nada sencillo. Su adrenalina estaba prendida, incluso se podría decir que estaba levemente emocionado. Después de dieciséis años de servicio, aún amaba su trabajo.

Cuadró sus hombros y con expresión neutra entró a la oficina señalada. Sin tocar o preguntar se tumbó en el sillón de cuero negro frente al viejo hombre.

Sin embargo, toda la pequeña alegría que pudo sentir al escuchar sobre la sorprendente misión de la cual Ben le estaba comentando, se vino abajo y fue reemplazada por su malhumorado carácter que era típico en él. Su cabeza comenzaba a zumbar y sus nudillos se apretaron. La misión podía ser quizá, la más arriesgada que tendría en toda su carrera, pero él podía solo.
En una ocasión había hecho una dupla y no funcionó en lo absoluto, es más, estuvo a punto de morir en una explosión por el incompetente que le pusieron al lado. Él trabajaba mejor solo, toda la unidad lo sabía, y Harrison más que nadie.

No, definitivamente no aceptaría un jodido compañero.

A prueba de balas [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora