Capítulo 3

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La lluvia no daba tregua y cada vez incrementaba más. Ninguno llevaba paraguas y las incesantes gotas de agua clavaban como si fueran más cristales en la espalda de Styles. Tomlinson había pasado por eso un par de veces y sabía que los vidrios combinados con las cenizas y el barro no tardarían demasiado en infectarse.

Por suerte para ambos, a los pocos minutos de hacer la señal, un pequeño carro amarillo se estacionó frente a ellos. Tomlinson se apresuró en abrir la puerta y seguidamente, se acercó vacilante hacia Harry. Levantó el brazo de este y lo puso sobre sus hombros mientras él mismo rodeaba la cadera del otro para ayudarlo a entrar. Si bien Styles no hizo alguna mueca de dolor, Louis estaba consciente de que al sentarse, esos vidrios debieron haberse incrustado aún más.

—Buenos días, ¿a dónde los llevo? —preguntó el hombre tras el volante.

—Un momento, por favor. En un segundo le digo la dirección —contestó Louis mientras cerraba la puerta del auto.

El chofer asintió y esperó relajadamente. Louis por otro lado, maldecía mientras la otra línea aún no contestaba.

—Tomlinson, ¿sabes qué hora es? —respondió con voz cansada.

—Las tres y cuarenta de la mañana, sí. Necesito que...

—Espera un momento, tengo una llamada entrante de una de las patrullas de Smith —pidió Harrison.

—¡No! Espera, joder —habló Tomlinson de manera rápida—. Smith estuvo en el lugar donde me dijiste que vaya hace una hora. Te va a decir que mi auto explotó y que Styles y yo desaparecimos.

—¡¿Qué?! —exclamó— ¿Dónde mierda están? ¿Se encuentran bien?

—Sí —mintió—. Pero si nos quedábamos tendríamos que pasar por esos jodidos interrogatorios. Lo peor del asunto es que no sabríamos ni qué responder —dijo con voz frustrada—. El carro solo se prendió.

—De acuerdo. Cuando regrese a la oficina mandaré a que investiguen. No obstante, lo más probable es que...

—Que el asesino ya sabía que yo estaría allí —interrumpió—. Por eso mismo te estoy llamando. Ese imbécil ya tiene conocimiento de Styles y de mí, nuestras casas de hecho que están fichadas.

El conductor les envió una mirada curiosa y algo retraída. No solo estaba transportando a un hombre con la espalda herida, sino que también a uno que decía estar bajo el cañón de un asesino. Prefirió ignorar todo aquello y fijar su vista en un objeto irrelevante.

—Necesito la dirección del hotel — continuó Louis.

Mientras Harrison se la dictaba, Tomlinson se la repetía al conductor. Este asintió y se puso en marcha. El lugar no era muy concurrido pero había pasado por allí unas cuantas veces. Maniobró el timón y dio vuelta para ir hacia la avenida.

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Después de casi media hora de trayecto, el auto paró en un vecindario que se encontraba a pocas cuadras de la calle principal. A su derecha, Louis pudo ver por la ventana del taxi, un edificio color plomo con crema y de unos seis pisos de altura. La infraestructura era de la época victoriana con leves remodelaciones acorde a la actualidad.
Volviéndose, sacó un billete de su bolsillo y se lo entregó al hombre. Dio las gracias y abrió la puerta. Primero bajó él y después le tendió la mano a Styles para ayudarlo. Este lo ignoró y apoyándose en los asientos, se impulsó a la hora de pararse. Tomlinson lo miró aburrido y se alejó hacia la puerta del hotel, no iba a lidiar con la terquedad de Styles.

La puerta se encontraba abierta de par en par. En la entrada se extendía una larga alfombra de terciopelo verde oscuro que conducía a la recepción. Allí, una mujer muy joven se encontraba sentada tras un escritorio mientras leía una revista de ropa.

A prueba de balas [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora