Capítulo 10

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Harry Styles parpadeó con dificultad ante la fuerte luz que alumbraba el lugar. Sus ojos ardían con cada intento que hacía por abrirlos. Incluso pudo sentirlos lagrimear en el momento en que logró entrecerrarlos. Estaba mareado y aturdido, como si estuviera dopado o acabara de fumar droga universitaria. Su cuerpo dolía por lo que su respiración se dificultaba. Por un momento llegó a pensar que había vuelto en el tiempo, regresando a sus años de juventud, aquellos en los que participaba en largas borracheras interminables y las resacas cobraban su cupo al día siguiente.

La enfermera entró quince minutos después, portando un bote de pastillas y una botella grande de alcohol. Ella era delgada, mucho a decir verdad. Styles pensó que ella era la modelo más distante que había en este hospital para representar una buena salud. Su rostro magro, sus ojeras oscuras y su mirada hundida se dirigieron a él. Ella sonrió, haciendo que sus huesudos pómulos se marcaran en su piel sin color. Harry la veía borrosa y distorsionada; sin embargo, estaba seguro de que con una vista más clara y enfocada, la muchacha resultaría más flaca de lo que él ahora observaba.

—Despertaste más pronto de lo que pensábamos —comentó ella mientras se acercaba hacia él—. ¿Cómo te sientes?

—Peor de lo que seguramente luzco —masculló.

—Es normal —respondió la mujer—, el dolor irá pasando con el transcurso de los días y el consumo diario de tus medicinas —informó—. Ahora, bebe esto.

Styles miró el vaso con agua puesto sobre una mesa blanca al lado de la cabecera. Se incorporó de manera lenta y cuidadosa, tratando de moverse lo menos posible. Su mente voló cuando cambió de posición al sentarse, haciéndolo inclinarse un poco hacia atrás, si hubiera estado de pie, la historia hubiera sido más vergonzosa. Todo a su alrededor daba vueltas y su cerebro dolía una mierda. Cerró los ojos un momento, tratando de recuperar el equilibrio para poder levantar el vaso sin hacer un desastre. Cuando lo hizo, sus músculos adormecidos tiraron de él, haciéndole farfullar de dolor. Apretó sus nudillos con fuerza alrededor del plástico y abrió la otra palma para recibir las pastillas de colores. Sí, quizá sí estaba drogado.

—Iré traerle algo de comida —mencionó ella cuando se aseguró de que Harry ya hubiera ingerido su medicina.

—Traiga un poco para usted también —susurró Styles cuando ella salió.

Harry le dio vueltas a ese último comentario suyo y supo que fue grosero aunque la mujer no lo haya escuchado. Al instante, en medio de la migraña, recordó la causa por la cual estaba aquí. Se había desmayado después de perseguir a esos jodidos criminales. Al menos eso deducía, porque a decir verdad, lo único que lograba recordar era haber tomado el volante luego de que Tomlinson haya caído inconsciente.

—Trata de no pensar tanto —aconsejó la enfermera cuando entró empujando un carrito plateado con una charola encima.

Harry se dio cuenta de que tenía el ceño fruncido con fuerza, haciendo revelar su estado emocional. Lo relajó con rapidez y no pudo contenerse al preguntar —¿Cómo está el agente Tomlinson?

—Su condición actual es muy parecida a la suya —respondió ella mientras leía un cuadernillo con varios tachones y apuntes desordenados—. Despertó hoy en la madrugada y ahora está durmiendo.

—¿Está tranquilo? —Styles titubeó un poco al no estar seguro de cómo explicarse con esta pregunta.

Por suerte, pareció que la enfermera entendió a qué se refería. —Estaba alterado, o mejor dicho enojado —afirmó con sinceridad—. No quiso comer nada y se volvió a dormir.

—Entonces está bien —comentó Harry con una pequeña sonrisa.

La muchacha lo vio con incertidumbre pero no replicó. —Si necesita algo, no dude en llamarme.

A prueba de balas [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora