Capítulo 5

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Tomlinson despertó cuando la mañana comenzaba a mostrar sus primeros signos de claridad. La espesa nieve se había diluido hacía unas horas, producto de la incesante lluvia que agobió a la ciudad la noche pasada. No había rastros de luz solar, el cielo estaba salpicado por unas cuantas nubes blancas. Sin embargo, aquello era mejor que soportar el terrible frío que los abrazó durante toda la semana.

Louis levantó el pesado edredón de polar y se levantó aún con encogimiento. El ambiente se encontraba tranquilo y en parcial silencio, ya que eran las cinco y cuarenta y dos de la mañana, según su celular. Ayer por la noche, sus párpados se cerraron muy temprano a las nueve, hecho insual debido a que él recordaba no haberse ido a la cama hasta después de la media noche desde que cumplió los dieciséis. Y aún así, ni siquiera a esa edad le agradó hacerlo, tan solo lo aceptaba porque él siempre fue un cadete ante las órdenes de su madre.

Tomlinson, desde que era un niño, siempre disfrutó de ser el centro de atención y de rodearse de una gran cantidad de amistades, jugar a la pelota y ensuciarse los dedos. En la universidad fue un muchacho recto y aplicado, pero de igual forma, con una gran vida social. Asistió a incontables fiestas e ingirió litros de alcohol adjunto a kilos de nicotina. Al mismo tiempo, siempre supo cuál era su límite por lo que evitó, en todo momento, ser potagonista de algún bochornoso espectáculo. A los veinte años recién cumplidos inició su preparación en el FBI. Allí su carácter cambió, volviéndose serio y calculador. Ya no disfrutaba de salir a bailar o a beber. Sus amistades se esfumaron por el mal humor que siempre lo rodeaba. Pero su esencia activa nunca desapareció, concentró su liberación de toxinas y emociones en sus entrenamienos y principalmente, durante las misiones. Louis no podía manterse inactivo por más de un día: aquello lo volvía loco.

Justamente como estaba en estos momentos. Él no deseaba un tiroteo a mano alzada pero tampoco permanecer en su situación actual, que era en realidad deprimente. La enfermera con la que se reunió no se había contactado ni con Styles ni con él hasta el día de hoy, pese a que ya había transcurrido cinco días redondos. En este tipo de casos, ese tiempo era una absoluta eternidad. El lado positivo y alarmante a la vez es que no se ha registrado otro crimen del asesino en cuestión.

Unos minutos después de haberse levantado, Louis salió de la ducha con una toalla envuelta alrededor de las caderas. Cogió su ropa interior de la maleta y se la colocó, también alcanzó unos vaqueros azules, una camiseta y una gruesa casaca negra de cuero.

—Disculpe. —Alguien interrumpió—. Servicio a la habitación.

Tomlinson dejó de secarse el pelo y frunció el ceño ante la interrupción. Pateó unas zapatillas del piso y caminó hacia la puerta. Al girar la perilla, en efectivo, un hombre alto, desgarbado y tan blanco como la porcelana se encontraba frente a él. Vestía un chaleco borgoña de uniforme y un corbatín a juego con sus pantalones negros. El muchacho no podía pasar los veinticinco años y aún así, tenía una mirada fría y una postura erguida. Louis parpadeó suspicaz ante eso, por lo general, la gente se asustaba con su presencia. O estaba perdiendo el toque o ese joven actuaba muy bien. Tomlinson se dio cuenta de que estaba divagando y se hizo a un lado. Cuando el otro entró, Louis le dio una rápida mirada a la placa que se hincaba en su pecho con sus datos.

Chad dejó las sábanas que sostenía sobre el colchón y se volteó hacia él. —Voy a barrer y a tender la cama. ¿Podría esperarme afuera, por favor? No demoraré mucho, de todas formas.

Louis entendió y accedió a salir de la habitación. El tipo solo hacía su trabajo y él estaba siendo un bache. Caminó por el pasillo y dudó en qué hacer. Eran apenas las seis de la mañana y no tenía ninguna cita establecida en la oficina. Los días pasados fueron irrelevantes para el caso. No había surgido nuevas evidencias. Lo único a lo que se aferraba todavía, era al testimonio de Mary. Y a pesar de eso, su paciencia se estaba acortando peligrosamente.

A prueba de balas [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora