Louis Tomlinson entró a aquel recinto con una mochila en la mano y una botella de agua en la otra. Dejó sus pertenencias en un lugar cercano a donde él estaría y se alejó unos metros hacia la máquina. Después de prender la corredora, se apresuró en conseguir el ritmo. Poco a poco sus músculos fueron relajándose y su cuerpo comenzó a ganar velocidad. Había pasado cerca de un mes desde que no asistía a sus sesiones de entrenamiento y para su organismo, aquello era más que suficiente. Venir aquí era reconfortante y terapéutico. Su cuerpo se aflojaba de manera deliciosa para luego ir adquiriendo fuerzas, su estrés disminuía e incluso la migraña también. Tras unos quince minutos, decidió que ya era suficiente, por lo que se preparó para pasar a lo siguiente.
Colocándose bajo la barra, acomodó su cuerpo y cogió el tubo de fierro con ambas manos de manera correcta. Al principio le costó un sobre esfuerzo por la inactividad a la que había estado sometido desde hacía un tiempo; sin embargo, al final logró alzar la pesa con fluidez y destreza. Mientras realizaba aquello, permitió que su mente divagara un momento del trabajo. Había estado quemándose el cerebro día y noche sobre este caso y aún seguía sin obtener nada contundente. Quizá era hora de compartir notas con Styles. No iba a bajar la guardia, en lo absoluto. Tan solo dejaría que alguien más se encargue de la parte aburrida del negocio.
Cuando ya se encontraba sumamente agotado optó por dirigirse a los baños. Esta mañana se había exigido el doble de lo usual. Entró a una de las duchas y tomó un rápido baño para quitarse el sudor y los restos de suciedad. Se secó y se cambió con la muda que había llevado para luego colocarse la bolsa en la espalda y beber las últimas gotas de agua que le quedaban.
En la planta baja del gimnasio, Tomlinson vio su moto estacionada justo donde la había dejado cuando llegó. Se acercó a ella y prestó atención a cualquier ruido inusual que esta pueda producir, la revisó para asegurarse mejor y se montó al darse cuenta que todo iba en orden. Ayer cuando salió de la oficina de su jefe, se había marchado hacia su departamento. Al entrar a su sala para sacar una maleta con ropa y algunos objetos más, fue muy cuidadoso de no meter la pata de nuevo. También examinó su Harley a la salida. No es que fuera paranoico, pero estaba consciente de tener a un asesino soplándole la espalda y, en definitiva, no iba a morir antes de verlo pudrirse en la cárcel. O muerto, cualquier opción estaría bien.
Prendió el motor y maniobró hacia la izquierda para salir del estacionamiento. El reloj marcaba el medio día, hora en la cual había quedado con Isabell para reunirse. Dio media vuelta por la avenida principal y manejó en línea recta por diez minutos más. Pisó el freno y recostó su moto contra la pared de la cochera. Se quitó el caso y bajó del vehículo. Tan solo pedía escuchar buenas noticias.
—Buenas tardes, bebé —saludó Tomlinson abriendo la puerta del laboratorio.
—Tomlinson —respondió dándole una mirada rápida mientras se quitaba sus guantes.
—¿Algún día vas a salir de aquí? —preguntó curioso—. No me sorprendería que tengas un colchón en este lugar.
—Cuando envejezcas, tus músculos —habló a la vez que presionaba un dedo sobre los bíceps de su amigo— no serán más que mierda. Entonces, te arrepentirás de haberte burlado de mi inteligencia.
—Lo dudo, amor —sonrrió—. Además, prefiero trabajar golpeando culos en vez de revisándolos cuando ya están fríos.
—Yo te voy a patear el culo —farfulló Isabell.
Louis soltó una estruendosa carcajada mientras se acercaba a ella. —Bien, amor, dime que tienes para mí.
—No te va a gustar —susurró durante su camino hacia la computadora. La prendió y abrió una de las carpetas codificadas.
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A prueba de balas [Larry Stylinson]
RandomDonde Louis Tomlinson y Harry Styles, dos agentes especializados del FBI, enfocados en distintas áreas, son asignados para una misión. Durante esta, tendrán que luchar contra su orgullo y ego profesional. A la vez, con la creciente atracción que com...