Eran las seis de la mañana cuando Louis Tomlinson llegó a la central de criminalista. Pisó el freno y el rugido del motor se apagó. Después se apresuró en quitarse el casco y tirarlo encima del asiento de su moto. Estaba realmente agotado. Había conducido cinco horas seguidas durante toda la madrugada. Y es que a penas Harrinson le avisó, salió disparado de su departamento. No es que fuera un hombre puntual, en lo absoluto. Pero quizo evitarse el sofocante tráfico de Washington.
Parándose sintió los tirones de su cadera y el crujido de su espalda. No se estaba volviendo más joven, y quizá era momento de sacarle el jugo a aquel seguro. Sacudió su castaño cabello largo y se acomodó la chaqueta verde oscuro. Estiró los músculos un par de veces más y salió de aquel estacionamiento.
Parado frente al gran edificio, le enseñó su placa al portero, este se hizo a un lado y lo dejó pasar. Durante su trayecto al asensor, hombres uniformados lo suladaron cordialmente, no conocía a alguno realmente, pero decidió devolverles la educación con un gesto de cabeza.
Cuando ya se encontró en el quinto piso y frente a la puerta de su jefe, recordó lo que significaba su presencia allí. Si bien era algo intrigante aquello, decidió ignorarlo. Cuadró los hombros, y se apresuró en hablar con Stella.
—Buenos días. Avísele a Harrison que Tomlinson lo está esperando.
—Agente Especial, un momento, por favor —pidió la joven.
Louis asintió y se sentó en el largo sillón rojo. Su pie se movía impaciente y el cansancio lo empezaba a abrumar. No dormir durante veintidós horas corridas, al parecer no había sido la mejor de las ideas. Pero que más daba, era mucho mejor que sus vacaciones.
Después de atrapar a uno de los delincuentes más buscados por el FBI e incluso la DEA, había acabado en una clínica con un disparo en el brazo y una grave anemia. Tuvo que tener transfusiones de sangre por varios días, además de guardar reposo allí por casi una semana.
Cuando salió, su humor no podía estar peor. En el momento en que recibió el disparo, él no lo sintió debido a la adrenalina del momento. Su único objetivo era capturar a ese insecto que los había jodido por casi una década de años. Lo habían encontrado en un sucio billar en Texas, Stan se había hecho un par de operaciones en la cara para no ser reconocido. Sin embargo, su equipo hizo un maldito buen trabajo investigando sobre su ubicación durante meses. Él simplemente no podía joderla en lo físico. Tras una larga pelea y disparos, logró tener su pie en la cabeza del otro. Fue recién cuando las patrullas se lo estaban llevando que sintió su cabeza dar vueltas.
Según dicen los doctores, la bala no había hecho estragos en su organismo. La verdadera razón por la cual se había desmayado, fue la hemorragia que no fue detenida al momento.
El cuerpo genera una hormona que te permite utilizar fuerzas aún cuando estás herido. Pero cuando la adrenalina disminuye, la persona cae bajo las leyes naturales. Eso había sucedido con él.No obstante, esto no hizo que su humor mejorara. Él no era de los que disfrutaba la quietud, y por lo tanto, mucho menos el estar postrado a una cama.
Recién en el sexto día, pasó por sus últimos chequeos médicos. La enfermera le cambió el vendaje de su brazo y ya estaba listo para irse. Le habían otorgado el alta esa misma mañana.En el momento en que caminaba por los largos pasillos blancos directo a la salida, recibió una llamada para reunirse con su jefe. Maldiciendo en voz baja pidió un taxi.
Al llegar, estuvo a punto de hacer un escándalo en esa oficina; sin embargo, se contuvo. Acababa de salir de la clínica y tenía que controlar sus estribos. Ambos discutieron largos minutos, pero al final él terminó aceptando porque era una orden. Tendría unas vacaciones, dos largas semanas sin trabajar: él iba a volverse loco.
Por aquellas razones de que técnicamente asistió a un descanso obligado, le pareció muy extraño que su jefe lo solicitara cuando no había pasado ni una semana sin estar de labor.
ESTÁS LEYENDO
A prueba de balas [Larry Stylinson]
De TodoDonde Louis Tomlinson y Harry Styles, dos agentes especializados del FBI, enfocados en distintas áreas, son asignados para una misión. Durante esta, tendrán que luchar contra su orgullo y ego profesional. A la vez, con la creciente atracción que com...