Tomlinson chasqueó los dientes con molestia mientras caminaba por la recepción. No había mucha gente allí como de costumbre. La mitad de los fluorescentes estaban prendidos, dándole un suave brillo al lugar. Las persianas se encontraban cerradas y un agudo sonido irrelevante rompía el silencio. La mujer tras el escritorio no realizaba nada importante al parecer, revisaba algunas citas pendientes, leía unos fólderes manila por puro ocio y por último, se refugiaba jugando con sus delgados dedos y bien pintadas uñas. Louis entornó los ojos con claro fastidio aún y se esforzó por no hacer una rabieta mientras empujaba la puerta principal. A penas se encaró con la fría y desolada calle, no dudó en sacar un cigarrillo de su bolsillo. Estaba exasperado y frustrado mientras inhalaba el fuerte humo, volteando una vez más hacia el edificio que acababa de abandonar, maldijo entre dientes.
Tan pronto como llegaron junto con el resto del equipo, Tomlinson meditó las preguntas que les haría a los hombres que irrumpieron en el hotel. Por desgracia, Harrison decidió darle una noticia distinta. Louis refutó cuando fue apartado, aludiendo a que este era su jodido caso y él merecía estar a cargo de ese interrogatorio. Tomlinson amaba y detestaba muchos aspectos de pertenecer al FBI. Pero entre lo que a él más le agradaba hacer, casi tanto como sentir la adrenalina urbana de una persecución, era la intimidad que obtenía al conversar con cada testigo, arrestado o sospechoso. A él le gustaba ver directo a los ojos de la otra persona, hacerlos tambalear sobre el borde de sus mentiras. Lanzarles preguntas e inferencias sencillas de manera incisiva y astuta, ponerlos cómodos y luego acorralarlos en la conclusión. Era un juego de mente y conciencia del cuál Louis era un maestro. No era justo que se lo quitaran, pero Ben fue claro, manifestando que lo quería fresco y atento para el día siguiente, fue una orden y a Tomlinson solo le quedó aceptar.
—¿Y ahora a dónde vamos?
Louis volteó con el ceño fruncido hacia su compañero. En algún momento olvidó que él se encontraba a su lado. Tomlinson había necesitado del apoyo de Styles cuando discutió con Harrison y aunque sabía que la decisión no iba a torcerse, al menos hubiera sido agradable el respaldo. Se encogió de hombros y decidió olvidarlo. Estaba caliente y era difícil pensar con claridad. Aspiró un poco más hondo y ordenó sus ideas sobre su frustración. Otra vez se habían quedado sin un lugar a dónde ir y se les estaban acabando las ideas. Louis incluso comenzaba a plantearse la idea de que estaban siendo rastreados, pero de todas formas, aquello no tenía mucho sentido. Si quisieran sacarlos del asunto, un balazo mientras dormían hubiese sido más efectivo que todo este jodido juego de trampas estúpidas.
—Estoy cansado, Harry —susurró Louis—. Vamos a cualquier hotel de por aquí, mañana pensaremos en algo mejor.
Styles asintió, simplemente porque no se le ocurría algo mejor. La situación era una mierda, avanzaban un paso y retrocedían dos. Este juego del gato y el ratón apestaba, en especial porque los papeles se habían invertido y al parecer, ahora ellos eran la presa. Necesitaban sujetar las riendas de nuevo, ponerse en marcha y ser más inteligentes al actuar. Harry era observador y minucioso, al punto de ser estresante y molesto para muchas personas. En un principio, él había despreciado que Louis fuese tan impulsivo y torpe. Era cierto que él conoció por primera vez a Tomlinson aquella vez que Ben los presentó. Sin embargo, Styles ya había escuchado rumores de Louis desde que pisó el FBI. Y fue hasta que tuvo su primer contacto con él, que supo que la mayor parte de las habladurías eran ciertas. Louis a primera vista era incluso peor al demonio que le aludían. Tomlinson tenía muchos defectos ante el ojo crítico de la sociedad, pero aún así nadie podía negar también, que en la actualidad, era uno de los mejores agentes de la Central. Quizá por eso sus jefes aguantaban su mal carácter y su continua insolencia.
Por su parte, Harry no era de los que discutían con frecuencia, prefería el silencio y la tranquilidad, concentrarse en sus propias ideas y apartarse de los charlatanes. No obstante, con Louis sucedía algo distinto y poco razonable, él era antipático, brusco, odioso, y sin embargo, poseía cierto magnetismo interesante que despertaba admiración. Algo como eso sucedió entre ellos, Styles lo despreciaba pero a la vez deseaba poder estar a la altura. Quizá por eso Harry se encontraba distraído ante los sucesos, le espeluznaba el hecho de que las respuestas se encuentren frente a él y por intentar ir al ritmo de su alocado compañero, él no haya podido verlas. En definitiva, era hora de replantear su estrategia.
ESTÁS LEYENDO
A prueba de balas [Larry Stylinson]
CasualeDonde Louis Tomlinson y Harry Styles, dos agentes especializados del FBI, enfocados en distintas áreas, son asignados para una misión. Durante esta, tendrán que luchar contra su orgullo y ego profesional. A la vez, con la creciente atracción que com...