Capítulo 7

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—No seas imbécil —atacó mientras se recostaba en el cuero aterciopelado. Sacó una de las gomas mentoladas y dejó que su mandíbula se relajara.

— ¿Disculpa? —preguntó volteando, hundiendo su mejilla derecha en el volante.

—El tal Paul está vivo —hizo un movimiento de desinterés con su mano y se acomodó en el asiento.

—Esto suena como una jodida serie novata de marketing —farfulló.

—Bueno fuera, porque bajo ese contexto, el desenlace nos beneficiaría. —Tomlinson se rascó la incipiente barba que tenía y golpeó suavemente el cristal con los dedos—. De todas formas, la nueva información no es tan desalentadora.

—Es mejor investigar a una persona viva que a una muerta, de acuerdo, lo entiendo —agregó.

—Exacto —estuvo de acuerdo—. No puedo hacer esa mierda de hablar con las almas. Y leer documentos e investigar sus vidas a través de una infinidad de papeles es un dolor en el culo.

— ¿Y qué haremos ahora? —preguntó.

—No lo sé aún. Pensaré en algo durante el camino.

Ante el próximo silencio, Harry captó la señal y empujó la llave para prender el auto. Pisó el acelerador y miró por el retrovisor para girar hacia las afueras del apartado. Cuando estuvo en pista libre, aflojó sus muñecas sobre el volante y dejó que el carro patinara por la amplia carretera. Miró por un momento de reojo hacia al lado, y vio como Tomlinson bajaba la luna para prender un cigarrillo. Sus mejillas se ahuecaron totalmente y su mirada se deslizó hacia el paisaje, en tiempo graduado fue botando el humo y con su índice agitó el residuo. El viento era potente debido a la velocidad, la lluvia aún se presenciaba con intensidad y los árboles se sacudían cual alfileres. Sin embargo, Louis permanecía tranquilo como casi nunca lo hacía. Ahora mismo no lograba visualizar esa aura de inquietud y ansiedad que caracterizaba a su compañero en todo momento. Por el contrario, Tomlinson descansaba relajado contra el respaldar, se apoyaba contra la puerta inhalando el fuerte aroma del tabaco, fundiéndose en el cálido aire que este le proporcionaba y expulsándolo como una caricia hacia el invierno de Inglaterra.

—Deja de verme. —Se removió incómodo—. Concéntrate en la ruta del frente.

Harry obedeció al darse cuenta de que había sido atrapado. Se devolvió a conducir y maniobró para girar en una curva. En contraste con la ida, el viaje de regreso fue más tranquilo. Ninguno de los dos habló, mas que para algunas acotaciones sobre el trabajo. Styles le restó importancia y se hizo cargo de todo el trayecto debido a que Louis se había quedado dormido tras una hora de camino. El cielo ya había oscurecido desde que emprendieron y cuando Harry entró a la ciudad, las fuertes luces neón iluminaron su visión. Había grandes carteles de anuncios salpicados por todas partes y entre ellos, uno de comida japonesa que atrajo su atención. Eran cerca de las diez de la noche y aún faltaba una hora de tramo, estaba agotado y con mucha hambre. Se había saltado su hora de almuerzo y solo una taza de té negro lo había acompañado en la mañana.

—Tomlinson —llamó mientras aparcaba—. Levántate, Louis.

—Jódete —murmuró parpadeando hasta entrecerrar los ojos.

— ¿Hace cuánto estás despierto? —preguntó Styles, sonriendo un poco.

—No mucho, media hora quizá. Desde que entramos a la avenida —explicó—. ¿Vas a invitarme a cenar? —arqueó un ceja al ver el llamativo letrero iluminado de amarillo con rojo fosforescente.

Harry giró los ojos ante el inminente tono de ironía. Se desabrochó el cinturón de seguridad y apagó el motor para luego bajar. Puso la alarma y caminó hacia la puerta que los guiaba al interior.

A prueba de balas [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora