Capítulo 6

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Este capítulo también va dedicado para mi preciosa beta, Marita. 

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El fin de semana llegó más rápido de lo esperado. Era sábado por la tarde, el cielo se mantenía nublado y se podía sentir la presencia de una fría y suave ráfaga de viento helado. La lluvia había disminuido con el transcurso de los días, pero un suave granizo los había acompañado la noche anterior. Ahora, en la mañana, este se diluía en los pisos, pasando a ser tan solo una leve sombra de humedad.

Tomlinson se ajustó su gorra de lana mientras salía del nuevo hotel donde se alojaba. Este se encontraba en un lugar más apartado de las avenidas principales. No era ostentoso ni majestuoso, tendría quizá unos cien metros cuadrados apenas. Con cuatro pisos y un pequeño jardín exterior, no parecía más que una gran casa. No obstante, Louis lo eligió por su buena ubicación: lejos de los estruendos urbanos sin llegar a salirse de la ciudad y de su zona de confort. Las bocinas de los autos se escuchaban lejanas y si bien, ahora conducía veinte minutos más para llegar a la central, valía la pena. Con un cañón apuntando en su nuca, lo adecuado era mantenerse lo más alejado posible de su centro de trabajo, añadiéndole, que probablemente, había alguien dentro perteneciente al lado opuesto.

Tomlinson era muy reservado y selectivo con la gente con la que se rodeaba, no solía contarle a nadie sus movimientos ni pensamientos. Su sentido defensivo que había desarrollado durante estos años era muy riguroso. Siempre preocupándose por no ser timado o asaltado con la guardia baja por los criminales con los que lidiaba, su personalidad atenta y desconfiada había abarcado hasta los ámbitos de su vida personal. Algunas personas incluso lo tildaban de paranoico o malhumorado.

Louis se estremeció cuando un fuerte viento lo envolvió, por lo que se ajustó el cierre de su casaca y se apresuró en subir a la moto antes de congelarse aún más. Por un momento, se le cruzó el pensamiento de pedirle a Styles que lo acompañe, pero luego de considerarlo un poco más, decidió desecharlo rápidamente. Desde aquella vez en que se besaron, hace un par de semanas, la situación entre ambos marchaba tensa e incómoda. No es que alguno haya intentado negar lo ocurrido; sin embargo, esa misma noche, después de acudir a un centro comercial, donde ocurrió otro delito, no volvieron a tocar el tema. Harry evadió la mirada confusa de Louis en todo momento y se apresuró en entrar a su habitación al final del día. Tomlinson evitó darle vueltas al asunto y prefirió irse a dormir.

Sacudiendo su reloj de muñeca, Louis se dio cuenta de que aún era temprano. Apartó los recuerdos y piso el freno frente a un Starbucks. Él no era un gran admirador de las comidas rápidas, al contrario, saboreaba mejor un rico café humeante pasado, puro y sin azúcar. Por desgracia, su sobre de semillas negras se le acabaron hace unos días. Encogiéndose de hombros pidió un simple café y disfrutó de la calidez en sus manos y paladar. Volvió a ver la hora y caminó hacia su vehículo.

Después de casi una hora de traslado, Tomlinson bajó y se dirigió a la entrada principal del edificio. Saludó al hombre de piel oscura que cuidaba la puerta e ingresó directo al elevador. Cuando llegó al piso correcto, se percató de que la perilla no tenía seguro. Por lo que sin molestarse, empujó la madera y entró. Al instante, la fusión de olores entre ácidos y sueros invadieron su olfato haciéndole arrugar la nariz. Se desplazó a través de las maquinarias e instrumentos científicos y ladeó un poco el cuello en busca de su amiga. Al verla en el fondo, desempacando un nuevo paquete de guantes quirúrgicos, sonrió y se acercó.

—Isabell, estoy aquí —avisó Louis parándose a su lado.

—Tomlinson —respondió levantando la vista. Giró el cuello haciéndolo tronar y continuó—. Supongo que vienes por los resultados ¿verdad?

A prueba de balas [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora