Testigo

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Ya habían pasado dos años desde todo aquello, y a todos se les habían olvidado completamente sus sospechas sobre lo suyo. Menos a Estoico. Él nunca dejó de creerlo, pero sabía muy bien que jamás se lo dirían.

Era su segundo aniversario, con diecisiete años, Hipo y Astrid lo tenían todo organizado, no habría hecho falta si no hubiera coincidido con la Carrera de Dragones mensual, que era cada veintiocho días, y justo ese mes, Agosto, y ese día, veinte, habían coincidido uno de los días más importantes del mes, con el día más importante del año para ellos dos.

De todas formas, tenían un plan, un plan poco trabajado y muy sencillo para que Hipo lo hubiera pensado, pero, en el fondo, era un buen plan.
Salvo por una pequeña razón, y es que el recorrido que iban a hacer era visible a cualquier persona que tuviera un dragón, es decir, a los demás participantes de la carrera.

Todos estaban preparados para el inicio de la carrera, los gemelos y Patapez contra Hipo y Astrid, Patán era el controlador, ya que Astrid acabó rompiéndole el brazo derecho en uno de sus muchos intentos de conquistarla, siendo él el que menos sospechaba de lo de ella con el otro, razón por la que seguía intentándolo incansablemente.

Los cuernos sonaron, la carrera había comenzado. Todos los dragones salieron volando, Brutacio y Brutilda se dirigieron tambaleantes al este de Berk, donde buscaron las ovejas cómo si tuvieran que luchar por ellas, pero entre ellos.
Patán se fue a donde le apeteció, escondiéndose por las zonas a ver si veía alguna infracción, o algo más.
Mientras que Patapez decidió seguir a Hipo y a Astrid sin que estos se dieran cuenta, creyendo que, ya que Chimuelo es un Furia Nocturna, tendrían mucha facilidad para encontrar ovejas con su vista, oído y olfato, y quizás él pudiera llegar a coger alguna antes que ellos. Pero ellos no pretendían buscar ovejas en absoluto. Incluso pasaron alguna de largo, y Patapez no se dio cuenta.

-Vaya... llevan mucho tiempo volando sin parar ni coger ovejas, será mejor que nos demos la vuelta, ¿no, Albóndiga?

La dragona rugió para asentir, pero cuando estaban a punto de dar la vuelta, Chimuelo y Tormenta empezaron a moverse.

-Espera espera espera... ¡¿Pero qué...?!

El dragón se colocó bajo la dragona, por órdenes de sus jinetes, pero un poco a la derecha, lo más cerca posible. Hipo estiró el brazo izquierdo todo lo que pudo y Astrid hizo lo mismo con el derecho. Tenían las palmas completamente estiradas, hasta que las juntaron, entrelazando sus dedos, y la rubia se sentó de lado, hacia el castaño, y este cogió su otra mano cómo pudo en la postura en la que estaba, cogiéndolas con fuerza, y ella saltó a Chimuelo, caminando con dificultad por su ala, aún agarrada a las manos de su amado, que impedía que se cayera. Se sentó en frente de él, y aún de la mano, se besaron, siendo Patapez el testigo de aquello que tanto les había costado ocultar. No dejaron de besarse, sino que se intensificó el beso, se soltaron las manos para agarrarse por la espalda, apretando sus cuerpos y acariciándose mutuamente, mientras Astrid paseaba sus manos por el cabello de Hipo, él acariciaba su espalda, acercándola cada vez más a él.
Tormenta se echó para atrás, girando, y los vio, reconociendo a su amiga Gronkle y a su cariñoso jinete. Rugió para advertir a la pareja, que seguían hundidos en los ojos y labios del otro.

Se separaron, y Astrid vio lo que había pasado por alto, y eso que ella estaba sentada en su dirección. Hipo se dio la vuelta y también lo vio, a lo que Astrid volvió a su dragona, y los dos se dirigieron hacia Patapez a toda velocidad.

-¡Ay, no! ¡Vámonos rápido de aquí, bonita!

Pero Chimuelo apareció ante él, de la nada, deteniendo su paso a lo que llegaba Tormenta, que lo apuntaba con sus afiladas espinas, evitando que se moviera, tan solo para mantenerse en vuelo.

-Ni se te ocurra intentar escapar.

Astrid lo dijo con un tono muy amenazador, que hasta asustó un poco a Hipo, que intentó ser diplomático.

-Patapez, dinos lo que has visto, por favor.

-Yo... Me llamo Patapez, vivo en Berk, mi dragón se llama Albóndiga, y eso es todo lo que voy a decir.

-Aghh, ¿ahora usas el entrenamiento, enserio?

-No, Astrid, claro que no...

-Patapez, solo es una respuesta.

La calmada voz de Hipo relajo a Patapez, y este contestó lo más breve que pudo, pero no sinceramente.

-No he visto nada.

-Ja ja ja, mira cómo me río. Ahora la verdad, Patapez.

-Esta es la verdad, mi querida Astrid.

-Patapez, Astrid no va a hacerte nada, tranquilo.

-Vale, si que he visto algo.

-¿Que has visto, Patapez?

-Todo, Astrid. Lo he visto todo.

Holaaa, se que me he saltado mucho tiempo, pero no pasa nada en ese tiempo, pensé en subir algo entes de esto, pero solo me daba 200 palabras, así que mejor lo dejo así. Como siempre, gracias a todos los que leen esta historia, y también mis aburridos mensajes del final. Xaooo♥♡♥


Amor Secreto *CANCELADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora