Tu primer beso

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Se separaron de nuevo, con el corazón latiéndoles a mil por hora.
Astrid miró a Hipo, pensando en una cosa en particular que nunca había pasado, y que ella siempre había soñado en que ocurriría en cualquier momento. Y tenía razón, él nunca la había besado, es decir, que nunca había empezado el beso. Pero eso estaba a punto de cambiar. Se lo diría del tirón, ya que si a él le gustaba todo sería mucho más fácil. Y así lo hizo.

-Hipo, mira, ahora que lo pienso... ¿tú nunca me has besado, verdad, siempre lo he hecho yo?

Él sabía que eso era verdad, y también a qué se refería con eso, y lo que se suponía que ella quería era algo que al ojiverde le iba a costar bastante hacer, por muchas ganas que tuviera de ello.

-N-no, nunca.

-¿Y no crees que ya es hora de que lo hagas?

Y soltó la bomba, lo justo para que el castaño comenzara a temblar lo más mínimo, pero que él lo notara por cada fibra de su ser. Miró a la ojiazul, que estaba con una expresión decidida, queriéndole decir que tenía que hacerlo en ese mismo instante y, con solo pensarlo, tragó saliva. No estaba preparado para ser él el que diera ese paso, a su vista, claro, porque en realidad estaba más que preparado, y por eso Astrid lo presionaba, porque lo sabía.

-Ehhhm, Astrid... ¿No querrás qué...?

-¿Qué...?

-Pues, bueno, ya sabes.

Rió nerviosamente, mientra que Astrid ponía en marcha la segunda parte del plan que había pensado para que él le propusiera salir.

-No, no sé. Dímelo tú.

-Ehhh, pues... que yo... que yo te... ya sabes.

-¡Dilo de una vez!

-¡Qué yo te bese!

Se sonrojó al decirlo, hasta ese punto llegaba su timidez que se le aceleraba el corazón con solo pensarlo.

-Bien, bien... Ahora que por fin lo has dicho, hazlo.

Respiró agitadamente. ¿Y si no sabía cómo? ¿Y si solo era un juego para ella? ¿Y si... no le gustaba, y ella le dejaba de besar por eso? No, Astrid no era así, ella nunca haría nada parecido. Antes tenía que averiguarlo. Pero tenía miedo. Estaba nervioso, y mucho.

-¿No podemos dejarlo para otro día, creo que mañana hará bueno?

-Muy listo, mañana llueve.

-¿Ah, sí? ¿Y tú eso cómo lo sabes?

-Pues porque antes salí a volar con Tormenta, nos alejamos un poco y vi a lo lejos una nube gris que se acercaba poco a poco. Blanco y en jarra, leche.

-¿Y eso?

-No lo sé, se me acaba de ocurrir. ¡No me cambies de tema!

-Vale vale.

-Si tanto te cuesta besarme será porque no te gusto.

-¡¿Qué?! ¡No! ¡Sí que me gustas!

No se dio cuenta de lo que acababa de decir, pero ella si lo hizo.

-¿Entonces por qué no te acercas más y me besas de una vez?

-Es que... yo... nunca he besado a nadie y... no sé...

-Eso da igual, lo único que te pido es que me des un beso, y nada más. Probablemente.

Susurró lo último para que no lo oyera. Él solo pensaba, así que la rubia siguió hablando.

-Tranquilízate, no va a pasar nada por intentarlo, ¿o acaso crees que cuando yo lo hice por primera vez no pensé en si no podría salirme bien? ¿Y a que te gustó?

-Si, estuvo genial.

Lo dijo con cara de tonto, algo que a Astrid le hizo gracia.

-Pues ahora te toca a ti. No te preocupes, intentaré ponértelo fácil.

Astrid se acercó lentamente a Hipo, sonriéndole, cogió su mano derecha y la colocó en su mejilla, y la otra la puso en su cadera. El castaño comenzó a abrir todavía más los ojos, mientras ella cerraba los suyos y cesaba su sonrisa, para poner los labios en una posición perfecta para que el ojiverde lo tuviera más fácil. Él tan solo la admiraba, se fijaba en todos los detalles de su rostro, que esperaba ansioso a que él juntara sus labios con los suyos. No pudo resistirse más, y se acercó, lentamente, pero retrocedió mirando hacia atrás, viendo a su amigo mirándolos fijamente, y volvió a su posición, aún más nervioso al sentir cómo le clavaba su mirada de dragón.

-Astrid, ¿es esto necesario... ahora?

-Si no quieres yo no te presiono, hazlo cuando quieras, pero hazlo ahora.

-Eso no tiene sentid...

-Hipo.

-Voy voy.

Se acercó a sus labios lentamente, rozando su nariz con la de ella, haciéndola sonreir levemente, hasta que él se atrevió y le plantó un beso en los labios, un corto pero fantástico beso, y reuniendo más valor todavía volvió a besarla, con una suavidad y ternura infinitas, la parte buena de que fuera tan tímido para esas cosas es que tenía tanto miedo de hacer algo mal que lo hizo a la perfección. Y, para Astrid, era muy mono y tierno que Hipo fuera tan tímido para eso, y se imaginó mientras correspondía al beso lo que pasaría cuando le propusiera hacer algo... diferente.
Se separaron, aún agarrados, e Hipo rió suspirando, y se quedó con esa preciosa sonrisa que enamoraba a Astrid cada vez más.

-Y... bueno... ¿Qué... te ha... parecido?

-Pues creo que voy a tener que desmayarme ahora yo para que me des más de estos.

Los dos se sonrieron mutuamente, mientras que Chimuelo se había tumbado frente a ellos, mirándolos fijamente hacer algo que hasta él mismo esperaba que llegara a ser algo más. Además, así vería mas a Tormenta, la única dragona con la que había estado más de una semana en toda su vida, a excepción de Albóndiga, claro, ya que las conoció prácticamente al mismo tiempo.


Amor Secreto *CANCELADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora