→ 06. Edward

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***Narra Bella***


La noche había sido un completo asco, pero Damon cumplió con ir a dejarme a casa.


Charlie, gracias al cielo estaba en su habitación durmiendo, por lo que preferí dirigirme a mi habitación sin jadear ni hacer ruido alguno.


Entré con rapidez a mi habitación y cerré la puerta tras de mí; me apoyé en la fría madera y cerré mis ojos para contemplar el silencio que tanto necesitaba. Pero ese mismo y agradable silencio, fue interrumpido por un ruido que me hizo temblar. Di un pequeño salto y con velocidad abrí los ojos poniéndome alerta ante cualquier cosa. El sonido se reiteró, y me pude dar cuenta que no era más que una pequeña piedra que lanzaron a mi ventana. Me asomé temerosa y lentamente, el Salvatore que me había venido a dejar hace solo un par de minutos se encontraba sonriéndome, y yo como una completa boba, le devolví la sonrisa como si fuéramos quinceañeros recién comenzando a salir.


El azabache se despidió haciendo señas desde abajo, le devolví la despedida, también con señas por gratitud. Anteriormente, ya le había agradecido por no haberme tratado como loca. «Fue una situación bastante incómoda, para no decir que parecía una esquizofrénica». Con esa escena que espero poder olvidar algún día, tuve que contarle lo que estaba ocurriendo, no tenía más opción. Damon solo me escuchó atentamente sin emitir juicio alguno, ni tampoco entorpecer con sus siempre inhabituales burlas. En el fondo, es una buena persona, es uno de los buenos.


(...)


El móvil comenzó a sonar casi de madruga. Sí, las 7 AM es madrugada para mí, incluso aunque sea un vampiro me siento incómoda despertándome tan temprano por un absurdo mensaje de texto. A regañadientes cogí el móvil que había dejado la noche anterior sobre mi mesa de noche, con el poco –irónico- sueño que tenía, comencé a leer:


  «Bella, necesito que hablemos. Por favor. Antes que te niegues, encontré un lugar en público para que no temas, dicen que es el Grill de aquí. Te espero».


¡Mierda!


Acaso ¿no le quedó claro con lo de anoche que no quiero verlo? Maldición. No me quedaba otra opción que faltar al instituto e ir con él.


Tarde o temprano esto tenía que ocurrir. Así que le envié un texto a Caroline excusándome: «Caro, no se preocupen por mí, hoy no iré a clases. Tengo asuntos que atender. Nos vemos luego, abrazos».


Con desganas y agotada, me di una ducha corta, para poder vestirme con algo casual, muy a mi estilo. Saqué las llave de la camioneta que le pedí a Charlie, además de pedirle que la recogiera antes de ir a trabajar, inventándole que había tenido un problema mecánico y que quedaron de arreglarla ahí mismo, pero que yo no podía ir a buscarla.


En fin, me subí bruscamente a la camioneta sin haber desayunado. Pues, como deberían saber, mi alimento no es como el de la Isabella anterior, así que me quedé sin bolsas de sangre. ¡Claro que no bebo directamente de la vena! Eso va en contra de mis principios.

Inmortal; Bella&Damon [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora