Inmortal; Bella&Damon [EN EDICIÓN]

→ 09. Lagoon

***Narra Bella***

El fin de semana se fue demasiado rápido, ni siquiera me di cuenta en qué momento ocurrió.

Sábado y domingo me dediqué a pasarlos con Charlie, pues tenía esos dos días libres de trabajo, así que los aprovechamos al máximo nuestro descanso familiar, en donde fuimos de compras a la ciudad para abastecernos lo suficiente, mientras tanto me mantenía en contacto constante con Caroline y Damon a través de textos. Ambos decían que me extrañaban y que esperaban pronto volver a verme y conversar "de la vida", según Damon, pero sobre todo Caroline, quien me ha manifestado a través de esos mensajes con mayúsculas que tiene MUCHO Y DEMASIADO que contarme, y como buena persona, logré comprar un par de regalitos como detalle a las chicas.

Una vez de haber regresado a la ciudad y sin saber noticias momentáneas de Edward, la noche había caído en el pueblo, y ciertamente estaba agotada y agobiada por lo complicada que ha sido mi vida después de haberlo conocido a él, así que, sin más me despedí de Charlie y me encerré en mi habitación más temprano de lo normal, mi padre de la misma manera se dirigió a su habitación para descansar.

Me lancé sobre la cama como un saco pesado, estaba por cerrar completamente los ojos, hasta que oí y sentí vibrar mi móvil. Era Damon.

Moría por dormir, pero me es inevitable no responderle y sonreír como una adolescente normal.

—Buenas noches, preciosa —dijo a través de la otra línea de manera tierna. —Me enteré que ya volviste al pueblo, y quería pasar a saludarte.

—Las noticias vuelan —respondí pesadamente, sin borrar la sonrisa de mis labios.

—Ya sabes, pueblo chico... —interrumpí.

—Infierno grande —rodé los ojos, a pesar de que él no me viera de manera física.

—Deseo verte, pequeña.

Me mordí el labio inferior, y comencé a jugar con mi cabello nerviosa.

—¿De verdad?, digo... a mí también me gustaría verte, pero ya sabes... Charlie. Además, es muy tarde ¿no crees?

—Para un ser nocturno como nosotros nunca es tarde, además quiero darte las gracias —oí como suspiraba.

—¿Por qué?

—El otro día me defendiste, cuando debería haber sido todo lo contrario —sonó narcisista, pero sabía que lo había dicho de manera bromista. —En serio, gracias.

—No fue nada.

—Sabes, esto debo agradecértelo en persona, como corresponde.

—Mañana podremos vernos con tranquilidad.

—Mañana es demasiado tarde —respondió él inmediatamente. —Además no estás en posición de rechazarme porque estoy observando tu ventana desde que comenzamos a hablar, esperando que salgas.

—¿Qué? —di un pequeño salto en la cama. —Estás completamente loco, Damon.

—Por ti.

Reí. Observé mi habitación en busca de abrigo, hasta que tomé rápidamente la decisión.

—Está bien, espera cinco minutos mientras busco algo para colocarme.

—Ok, te espero preciosa —colgué.

Me levanté lo más rápido que pude y me puse lo primero que vi en una silla. Me asomé lentamente por la ventana y ahí lo vi: apoyado bajo un cerezo con ambas manos en sus jeans, mirando fijamente la ventana, hasta que me di cuenta que él me sonrió, por lo tanto me debió de haber visto.