Capítulo 3

146 8 0
                                    

Como el capitan nos prometió, nos dejó en la orilla del reino.
Era tarde así que Daniel y yo fuimos a una cueva que cerca suyo había árboles del pan.
Eran unas frutas que sabían a pan, así de sencillo.

-Daniel, ¿no te hicieron nada,no?-pregunté frustrada.

-Si Anastasia, me obligaron a pelar patatas, suficiente tortura- finjió dar pena.

-Jajaja mira, ya sabes cocinar.

-Jajaja, sí, para mi futura mujer- dijo eso cogiendo me la mano.

Yo me sonrojé y le sonreí, me tumbé en su hombro, para ver por última vez la imagen de la pequeña hoguera.
Me quede dormida...

-------------○--------------

El sol radiante me despertó y me costó abrir los ojos. Lo primero que vi fueron las palmeras azotadas por el viento.

-Ya despertaste dormilona- dijo una voz.

-¿A donde fuiste Daniel?

-Ya sabes, a por comida para llevarnosla.

Me levanté del suelo para coger mi mochila y salir de la cueva con Daniel.

-Bueno, ¿a donde vamos?- pregunté.

-Estamos en la orilla, al rededor del reino, sí vamos recto hacia el norte, hacia el bosque, veremos el castillo, que se introduce justo en el centro.

-Pues en marcha, tenemos un largo camino que recorrer- dije cogiendole de la mano para que fueramos juntos.

Nos adentramos en el bosque. Encontramos varios tipos de insectos, pero eran indefensos, excepto la serpiente ¡tenia patas!, asique era rápido.
Daniel era muy ágil con la espada, asique se deshizo de la criatura fácilmente.
Continuamos caminando por un largo tiempo, hasta que nos encontramos un cartel que decía: Laberinto Infinito.

Emm...me parece que yo ahí no entro-pensé

-Bueno, vamos- dijo Daniel.

-¿¡Estas loco?! Ahí pone ¡Infinito!

-Anastasia se leer, no hay más caminos, vamos.

-De acuerdo- dije en modo de rendición.

Estaba algo nerviosa por las criaturas con las que podríamos toparnos, pero teníamos una misión y era encontrar a nuestros amigos.

-Anastasia, ¿paramos un rato a descansar?

-Sí...por favor- dije con la respiración agitada. Llevabamos el día entero sin parar.

-Es raro que este lugar este tranquilo...- dijo Daniel mirando al cielo lleno de estrellas.

-Tal vez no haya monstruos, siendo un laberinto ya es un horror- dije con un suspiro.

-Jajaja animate, estamos cerca, perdidos no estamos.

Nos quedamos esa noche a dormir en el laberinto, decidimos hacer turnos para descansar y vigilar por si alguien o algo se acercaba.
Estaba en mi turno y mientras rodeaba andando a Daniel veía lo tierno y silencioso que dormía.
En mi mente rondaban los recuerdos de como lo conocí y todas las aventuras que pasé.

Mi mente dejo de estar en las nubes al escuchar un ruido, eran susurros.

-Daniel...¡Daniel!- dije susurrando en alto.

-Cinco minutos más...- dijo él dandose la vuelta.

-¡Ni cinco ni diez, levantate!

Daniel se despertó de sopetón al empezar a escuchar los susurrós.

-¿Qué es eso?- preguntó Daniel ya levantado.

-¿Cómo quieres que lo sepa?- dije asustada.

Daniel se puso a mi lado, esperamos si alguien se acercaba.

Un monstruo viscoso y feo salió de su escondite. Parecía que la criatura se quejaba con sus susurros.
Daniel corrió a éste para cortarlo por la mitad, como una gelatina; pero solo consiguió que una de su parte cortada se convirtiera en otra copia del monstruo.

-Genial, ¿y ahora qué?- preguntó Daniel dudando.

-No los cortes más- dije como aviso.

Daniel intentó distraerlo pero tuve que pensar algo rápido, porque veía que una parte de la criatura estaba absorbiendo el pie derecho de Daniel, y la otra parte la cabeza. ¡Se estaba ahogando!

Corrí a por la antorcha colgada que había visto e inmediatamente quemé la criatura de la parte de la cabeza.
Daniel respiró agitadamente. Quemé la otra parte.
He hice que se derritiera por completo.

-¿Estas bien?- pregunté preocupada.

-Si...tranquila...podría haber sido peor...- dijo con una sonrisa al final.

No me había dado cuenta que estaba encima de él. Daniel me cogió de las mejillas con sus manos y cogió mi cabeza para unirla con la suya.

-Eres intrépida- me alagó. Tuvimos una fuerte conexión en ese momento.

Un sueño realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora