CAPÍTULO I

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   A primeras horas de la mañana me encontraba en el aula de mi facultad, era mi primera clase. El espacio era grande; paredes blancas, un escritorio en el centro, pupitres marrones rayados, una pizarra acrílica, el profesor dando clases, los alumnos prestando atención mientras que otros murmuraban cosas que no llegaba a oír, y allí me encontraba yo. Sí, esa era yo, un ser humano como todos, cuestionándose esta realidad, cuestionándose mil y un cosas que a su vez se convertía en la nada... todos nos hemos sentido filósofos en algún momento de nuestra vida, bien sea por el ocio y como hemos escuchado por allí: «El ocio no es un buen aliado para la salud mental de nadie.» o simplemente es el saber que somos personas curiosas, somos seres pensantes que aunque nos encante la idea de ser flojos porque es "más fácil" caer en la vagancia, dejamos que nuestra imaginación y nuestra mente vuelen tomados de la mano...

—Señorita Renault, ¿está usted en mi clase?—cuestionó el profesor, cruzándose de brazos mientras observaba como todos clavaban sus miradas en mí, al mismo tiempo que esperaban mi respuesta.

—Sí profesor Johnson, disculpe... he estado algo distraída últimamente —respondí con toda sinceridad, me acomodé en mi asiento dispuesta a escuchar la clase que no era más que un relato sobre la Calavera de Cristal. Esa que fue hallada por la hija adoptiva de un explorador británico en lo que se supone eran unas ruinas mayas. La calavera estuvo depositada en una bóveda, pero, lo que más llamaba la atención era su origen y método de fabricación, en nuestro presente sigue siendo un impenetrable enigma, objeto de controversias, polémicas e incluso desdeñosas especulaciones. «Se trataba de un pasaporte en cuarzo hacia otra dimensión, muy distinta a la cotidiana»

   En ese momento veía como alguien abría la puerta del salón, interrumpiendo la charla del profesor, era un muchacho alto de tez blanca, cabello oscuro y con unos ojos de un color verde, muy intenso, a la distancia podía darme cuenta de ello. Siendo sinceros, fue lo que más llamó mi atención, creo que a todos les cautivó lo mismo que a mí. Venía respirando agitadamente, supuse que se habría perdido en el campus. El profesor soltó salvajemente el marcador acrílico en el escritorio a modo de frustración mientras levantaba la mirada hacia el sujeto tratando de averiguar quién de sus alumnos era.

—Blake Kahler, ¿cierto? y llega tarde... —lo miró con suave furor, mientras se le acercaba posando una mano en su hombro izquierdo.

—Sí señor, disculpe, no quise interrumpir y no volverá a pasar.

—Eso espero, él es otro compañero de clases, Blake Kahler. Tome asiento.

   Al mirar de soslayo, la mayoría estaban ocupados, solo dos se encontraban disponibles, uno estaba junto a un chico el payaso de la clase, Evan... que en toda la mañana no había dejado de lanzar comentarios acertados y un tanto chistosos, alegrando nuestras caras largas, y el segundo estaba a mi lado izquierdo ya que estaba pegada a la pared junto a una ventana, en la esquina. Seguía viendo, rezándo por que no se sentara a mi lado, me encogí en el asiento mientras observaba las edificaciones del campus desde la ventana. Por naturaleza he tenido el don de atraer energías que sólo están perfectamente diseñadas para consumir mi psiquis, nunca aprenderé que lamentablemente vivimos en un mundo donde abunda la mezquindad en la raza humana, velando por sus propios beneficios, llevándose a quién sea por en medio, aprovechándose de la inocencia y nobleza de algunos pocos. En este caso, me he rodeado de personas que se han aprovechado de mí, a tal grado de sentir un rechazo y un sentimiento de no sentir por otros... irónico. No digo que no tenga sentimientos, pero cuando mi sexto sentido identifica el peligro siento la nada automáticamente.

   Decidió cual asiento tomar, ya que estaba caminando en dirección al pupitre vacío que se encontraba a mi izquierda. Cabe acotar que mi confianza y autoestima no estaba al tope, no estoy de mal ver pero nunca estuve acostumbrada a recibir miradas y mucho menos por enojo, envidia o algún patrón similar... como ahora, justo en este preciso momento, las pocas chicas que se encontraban en esta misma clase comenzaban a verme mal por el simple hecho que ahora todos los días él se sentará a mi lado. Por una parte debería sentirme halagada, era muy guapo, observándolo de reojo sin que sintiera mi mirada pesada, me daba cuenta que tenía sus tentadoras facciones. Me hacía sentir bien conmigo misma, pero siendo analistas y sin sonar pesimista tenemos la manía dentro de nuestro propio ADN de relacionarnos y estar cerca de personas que consideramos agradables a simple vista. La simetría es lo que se considera bello, el resto es un conjunto de ideas que hemos construído a medida de que esta sociedad va cambiando. Analizando de fondo, el apareamiento va de la mano, y al no sentarse al lado de Evan, que simétricamente es alguien muy atractivo, me hace descartar la idea de que le atraigan las personas de su mismo sexo.

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