cap 1 Reunion Familiar

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Capítulo 1

―Bueno -Sakura Haruno miró alrededor de la mesa-. ¿Va a decirme alguien qué ocurre? ¿Qué hago aquí? ¿O voy a tener que adivinarlo?

-Hermana, hacía mucho que no nos visitabas. ¿Es que tiene que haber un problema para que te invitemos a una pequeña fiesta familiar? -contestó Deidara tras un incómodo silencio.

-No -admitió Sakura-. Pero suelo venir en primavera y a principios de otoño para ver a tu madre. Las invitaciones en otros momentos no son de última hora, ni tan apremiantes -dijo, seca-. Y no parece que estéis celebrando nada.

Más bien al contrario, el ambiente era de velatorio. Y aunque la comida había sido excelente, su plato de cordero favorito, al horno con tomates, ajo y orégano, la conversación en la mesa había sido tensa y escasa.

Incluso Hinata, la más joven de los tres hijos del difunto Madara Akasuna, había estado más callada de lo habitual. Como si estuviera controlando su hostilidad hacia su hermana de acogida inglesa. Eso en sí había sido un alivio...

«Hay problemas, lo sé», suspiró para sí. Los conocía a todos muy bien, desde niña. Desde que Madara, un hombre enorme como un oso que había sido amigo de su padre, Jiraiya Haruno, había aparecido tras su súbita muerte y se la había llevado a su palaciega casa en las afueras de Atenas, ignorando las protestas de las agencias de protección de menores de Londres.

-Soy su padrino -había argüido con fiereza-. Para un griego eso implica una responsabilidad de por vida. Jiraiya sabía que acogería a su hija como si fuera mía. No hay más que hablar.

Cuando el millonario dueño de la naviera Arianna hablaba así, era mejor obedecer.

La señora Akasuna la había recibido con gentileza, le había dicho que la llamara tía Tsunade y le había ofrecido un pañuelo aromatizado con sándalo cuando empezó a llorar.

Los hijos de la casa, Sasori y Deidara, la recibieron con alegría; sería otra víctima femenina de sus bromas, igual que Hinata.

Pero Sakura y la chica griega, sólo dos años mayor que ella, no habían creado ningún vínculo. Desde el principio, Hinata le había negado la típica hospitalidad griega. Sakura comprendió que estaba resentida por su llegada al hogar de los Akasuna y siempre la consideraría una intrusa impuesta por su padre.

Por desgracia, la actitud de Madara no había mejorado las cosas. Sakura, a pesar de su juventud, percibió que Hinata dedicaba su vida a conseguir la atención de su padre, sin éxito. Madara era amable con ella, pero mucho más distante que con sus hijos y que con Sakura, a quien trataba con mucho afecto.

Hinata podía comportarse como un ángel o como un diablillo vengativo, pero a su padre le daba igual. Así que, al no tener incentivos para portarse bien, solía elegir la otra opción.

Tendía que llamarse Hecate de las Tres Cabezas, porque aúlla como un perro, muerde como una serpiente y parece un caballo-había comentado Sasori un día, tras una pataleta de gritos y portazos

Había sido castigado por el comentario, pero Sakura sabía que Deidara y él utilizaban el apodo en secreto para atormentar a su hermana.

Al ir creciendo. Sakura se había preguntado por qué tía Tsunade, que debía de saber la razón de las lágrimas, pataletas y mal humor de Hinata, no intervenía señalándole a su marido la disparidad en su tratamiento de sus hijos.

Tal vez fuera porque la señora Akasuna tenía su propia batalla que librar. Siempre había parecido frágil y triste, a la sombra de su vibrante esposo. Pero desde la muerte de Madara, dos años antes, parecía estar alejándose de la vida familiar. Vivía en su propia ala de la villa con Hará, su devota acompañante y enfermera.

Inocente RendicionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora