Una entrega con Arrepentimiento

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Capítulo 9

Sakura, contemplaba Mykonos por la ventana del salón de la suite. Durante un breve e increíble momento, en brazos de Sasuke, había sentido el impulso de agarrarse a su cuello y apoyar el rostro en la curva de su hombro.

De no haber sido por la intervención del fotógrafo, lo habría hecho. Y habría sido desastroso. Se preguntaba qué le estaba ocurriendo. No se conocía a sí misma.

Necesitaba toda su fuerza y resistencia para crear una barrera defensiva mientras estuviera sola. Sasuke se había quedado hablando con Naruto Uzumaki, pero intuía que la conversación no duraría mucho.

Al llegar, tras dejar el bolso y el chal en el sofá, se había quitado los zapatos y había entrado descalza al dormitorio.

Igual que la noche anterior, la cama estaba abierta, las lámparas encendida y había otro bonito camisón sobre la cama. Era obvio que esperaba encontrarla sumisa y acostada.

Media hora antes habría sido capaz de hacerlo. Se habría acostado, cerrado los ojos y soportado sus atenciones, consolándose con la reflexión de que nada duraba para siempre.

Pero la había confundido darse cuenta de lo que empezaba a sentir y había vuelto al salón, casi más asustada de sí misma que de él.

De repente, intuyó que no estaba sola, aunque no había oído ningún ruido. Se le secó la boca. Vio su reflejo en la ventana cuando se acercó en silencio. Sasuke rodeó su cintura con los brazos, atrayéndola. Ella se tensó un instante, pero después, a su pesar, se relajó al sentir el calor y fuerza de su cuerpo tras ella.

Tuvo que admitir, avergonzada que sería muy fácil entregarse. Por increíble que pareciera, se sentía casi segura. Pero los brazos de Sasuke no eran un santuario. Era un depredador sexual y no podía olvidarlo ni un momento, ni tampoco que él era el causante de su inseguridad.

Fue casi imposible recordar esos factores vitales mientras él le daba la vuelta y alzaba su barbilla para besarla. Sobre todo porque sus labios eran cálidos, seductores y dulces, y exploraban los suyos como si fuera la primera vez. Como si ella aún conservara la inocencia y buscara su consentimiento.

Cuando alzó la cabeza, se tambaleó en sus brazos, sintiéndose casi abandonada por culpa del deseo que había vuelto a despertar en ella.

-¿Quieres que llame a Josefina para que te ayude con el vestido? -preguntó él.

-Pero tú... ¿no quieres...? -tartamudeó ella, sorprendida por la pregunta.

-Claro que sí, agapi mu. Pero esta vez no voy a dar nada por sentado.

Ella lo miró, agrandando los ojos. Le estaba diciendo que no la obligaría a entregarse. Que, asombrosamente, la decisión sería de ella.

Supo, sin dudarlo, que su cuerpo ya había elegido por ella. De alguna manera, en las últimas cuarenta y ocho horas, el deseo que había provocado en ella se había transformado en necesidad, no podía negarlo.

-Entonces la respuesta es no. No la necesito -dijo, con un hilo de voz. Apoyó las manos en su pecho y sintió el pálpito de su corazón. Las deslizó hacia sus hombros y se apoyó en él porque le temblaban las piernas.

-Ay, Dios -dijo él, ronco. La atrajo hacía sí y puso una mano en su espalda. La besó más profundamente, llevándola a abrir los labios para introducir la lengua en su boca.

Sakura respondió al beso, olvidando su timidez inicial. Notaba pesadez en los senos y una extraña tensión en los pezones.

Los labios de Sasuke pasaron a acariciar su frente, sus párpados y sus mejillas. Luego apartó su cabello para lamerle el lóbulo de la oreja.

Inocente RendicionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora