Una compañia revelando un pasado a medias

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Capítulo 10

Finalmente, el miedo a que la descubriera allí, llorando en silencio, la llevó a ponerse en pie. Se duchó rápidamente, buscó el bikini color jade y el bonito blusón que había rechazado el día anterior y se los puso. Pensó, irónica, que se estaba vistiendo para él. Aceptaba el papel que le había impuesto, porque no podía tener esperanza de más y era mejor que nada...

Tras cepillarse el pelo, se puso máscara en las pestañas y un toque de carmín coral en los labios. Estudió su imagen en el espejo, buscando algún rastro que delatara la tormenta emocional que la había asolado minutos antes o el desolador vacío que había ocupado su lugar.

Después, armándose de valor, subió a cubierta. Mykonos ya no era más que un puntito en el horizonte. No vio a Sasuke por allí.

-¿Quiere desayunar, señorita? -preguntó Kostas, acercándose a ella.

-Sí, por favor -forzó una sonrisa al ver que sólo había un cubierto en la mesa-. ¿Ha desayunado ya el señor Uchiha?

-Hace horas, señorita -la miró con sorpresa-. Antes de marcharse a Atenas.

-¿No está a bordo? ¿Se ha ido?

-Sí. Tomó el primer avión que salía de Mykonos -hizo una pausa, claramente incómodo-. ¿No lo sabía?

-Sabía que tenía que regresar -encogió los hombros y sonrió-. Pero no que sería tan pronto.

Recordó lo que él había dicho la noche anterior: «La próxima vez que me vaya será cuando tu y yo hayamos acabado». Se le encogió el corazón. Tal vez no volvería a verlo.

-¿Quiere café, señorita? -preguntó Kostas.

-Sí, por favor -Sakura alzó la barbilla con orgullo-. Y tomaré una tortilla con queso y jamón, panecillos, yogur y fruta fresca.

No sabía cuánto podría comer, pero al menos no daría la impresión de que la marcha de Sasuke la había afectado. Fue a sentarse a la mesa.

Pensó que esa vez le había hecho daño de verdad y se estremeció por dentro. Si era el caso, le extrañaba que no la hubiera llevado a tierra y metido en un avión, lavándose las manos de ella.

Tal vez quería castigarla con la espera, atormentarla con la incertidumbre. Si era el caso, lo había conseguido, pero no por las razones que él imaginaba. La tortura sería ocultarle sus verdaderos sentimientos cuando regresara.

Compuso el rostro al oír pasos y ver que Naruto Uzumaki se acercaba a la mesa.

-Buenos días, señorita Haruno -saludó, más cívico que cordial-. Parece que hará muy buen día -miró el cielo despejado y azul intenso.

-Así es -corroboró Sakura-. Van a traerme el café. ¿Puedo ofrecerle uno?

Tras un titubeo, aceptó y se sentó frente a ella.

-Así que dejamos atrás Mykonos -dijo Sakura con ánimo-. Es una lástima. Me habría gustado ver los famosos pelícanos.

-Estoy seguro de que habrá otras oportunidades en el futuro -dijo el capitán. Kostas llegó con el café y una jarra de zumo-. Cuando Sasuke tenga menos asuntos entre manos.

-Tal vez -Sakura hizo una pausa-. Supongo que Iorgos, su perro guardián, se habrá ido con él.

-Sí, pero es sólo porque el padre de Sasuke se preocupa mucho por él. Así lo mantiene contento.

-¿Hay razones para preocuparse? -Sakura sirvió una taza de café y se la dio.

-Ha habido amenazas, en el pasado -dijo él, lacónico. Sakura imaginó quién las había hecho.

Inocente RendicionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora