las Cartas

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Capítulo 2

―¿Inteligente? -clamó Sakura-. ¿Inteligente? Es lo más ridículo que he oído en mi vida. Está claro que os habéis vuelto locos.

Recibieron su comentario con gélida frialdad. Las esposas de Sasori y Deidara se miraron afrentadas por la falta de respeto hacia sus maridos.

-Sakura, lo que te pedimos es algo muy sencillo -Deidara se inclinó hacia ella-. Sólo tienes que firmar una carta para Uchiha, diciendo que estás dispuesta a convertirte en su esposa. ¿Tan difícil es? Te juro que no aceptará. No quiere casarse -se encogió de hombros-. ¿Por qué iba a hacerlo cuando hay tantas mujeres bellas dispuestas a compartir su cama sin compromiso? Tiene unos treinta años. Puede que se case dentro de diez o quince años, para tener un heredero, si encuentra a una mujer que aún lo acepte.

-Tranquila. No le atraerán tu pelo claro y tu piel blanca. Se diría que no tienes sangre en las venas -Hinata se rió con desdén-. ¿Qué hombre iba a desearte? Con Uchiha estarás segura.

Sakura recordó los ojos oscuros que habían recorrido su cuerpo de diecisiete años y el comentario de Tenten: «Dicen que hace el amor en cuatro idiomas. ¿No está para morirse?»

Contuvo, con esfuerzo, las ganas de decirle a Hinata que en Londres salía con un hombre que la encontraba más que deseable. Por fin entendía la ausencia de tía Tsunade, ella no podía estar al corriente de esa idea de pesadilla.

-La seguridad no entra en la ecuación. Me niego a participar en esta locura. Que quede claro.

-Sinceramente, hermana, me entristece tu falta de gratitud hacia la familia que te crió -se lamentó Sasori-. Esta carta es una formalidad, nada más. Él espera recibirla, y mucho depende de ella.

-Creí que querías retrasar las cosas, hacerle esperar -replicó Sakura, cortante.

-Lo hemos hecho -dijo Deidara-. Pero ahora se impone un gesto que avive su interés -soltó una risita-. Que lo mantenga dulce.

-Dudo que «dulce» y «Sasuke Uchiha» tengan cabida en la misma frase -Sakura se levantó y fue hacia las puertas de cristal que daban al jardín-. No deberíais haberme metido en esto sin consultarme -dijo-. No teníais derecho.

-¿Qué mal puede hacer? -exigió Deidara-. No habrá boda entre Uchiha y tú, te lo juramos. Sólo tienes que decir que aceptas los términos que proponemos. Darle algo en que pensar -la miró suplicante-. El que una chica a quien nunca ha visto se le ofrezca, halagará su vanidad. Puede que nuble su juicio a corto plazo, provocando un retraso esencial para la prosperidad de la familia Akasuna, que tú compartirías. Sakura mu -hizo una pausa-. Recuerda eso y también que mi padre te acogió como a una hija. Tal vez sea hora de que recompenses su generosidad con la tuya.

-Tu padre no habría hecho un trato como ése -arguyó ella, fría-. Odiaba demasiado a los Uchiha como para ofrecerles un simulacro de paz.

«Y Sasuke Uchiha sí me ha visto, aunque dudo que lo recuerde», pensó para sí.

-Es verdad -aceptó Sasori-. Pero Sasuke quedará como un tonto cuando consigamos el dinero y rechacemos su oferta. Quedará mal con sus accionistas, directivos y, sobre todo, con su padre. El viejo Fugaku no lo perdonará por caer en nuestra trampa -resopló-. Y si demostramos que es vulnerable, tal vez otros enemigos suyos se revuelvan contra él. Eso haría muy feliz a mi padre y lo sabes, hermana.

Sakura lo sabía. En todo lo referente a los Uchiha. Madara había carecido de lógica y razón. No habría desperdiciado la oportunidad de hacerles daño. Sin embargo, la idea de Sasori y Deidara podía ser una espada de doble filo; no parecían haber tenido en cuenta que Sasuke Uchiha podía tener un plan similar.

Inocente RendicionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora