Cuatro

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Cerro la puerta de su casillero y camino al lado de Rachel.

No sabía en lo que pensaba. Pero estaba perdida de alguna forma. Enredada en sus propios pensamientos.

-- ¿Qué te pasa? --preguntó Rachel mirando a su amiga.

Ella negó con la cabeza.

No sabia que le pasaba. Deseaba saberlo. Deseaba no ser así. Tan complicada que ni ella misma se entendia, melancólica, bipolar, extraña, asustada. No sabía lo que era. No comprendía lo que pasaba por su cabeza.

Le llegaron a la mente las palabras de Rose. Era tan solo una niña de cuatro años enfrentandose a conocer a la futura mujer de su padre. Imaginando lo peor. Supuso que la pequeña se imaginaba teniendo el futuro de la Cenicienta; controlada por la cruel esposa de su padre. Obligada a vivir como un montón de nada.

¿Y ella? También era joven cuando tuvo que enfrentarse a ver a su padre con alguien más, tal vez no tanto como los mellizos, pero si era joven. Y le dolió ver a su padre con una completa extraña que de un día para otro estaria viviendo en su casa. Durmiendo en la cama donde antes había dormido su madre.

Habría seguido enfrascada en si misma de no ser por esa voz. Esa voz que ya no sabía si traía desastres o confusiones. La voz de Brandon.

-- ¡Hey, Brec! --

-- Hola. --saludo quedando sorprendida por el gesto.

-- Hola, Brandon. --saludo Rachel.

-- Hola... --comenzó su saludo, dandose cuenta de que no sabía el nombre de la rubia parada frente a él.

-- Rachel. --completo esta.

-- Rachel. --repitió él.

-- ¿Que pasa? --preguntó Brec, un tanto molesta por la interrupción a un pensamiento tan profundo y hermoso como era el de su madre.

-- Ustedes comen solas ¿no? --preguntó el castaño.

Las chicas asistieron con la cabeza.

-- No nos gustan las masas. --argumentó Brec.

-- Bueno, me preguntaba si quieren comer conmigo y mi grupo. --

-- ¿Qué parte de "No nos gustan las masas" no entendiste?

-- Hey, tranquila. --le dijo-- Solo estoy ofreciendoles comer en la mesa. Tal vez haya personas, pero no es como que hablemos entre nosotros. --

Brec miro a Rachel como esperando que ella respondiera por las dos.

Rachel asintió encogiéndose de hombros. Realmente, si estaban hartas de comer en las bancas a la orilla de la cafetería.

-- Esta bien. --

Brandon sonrió abiertamente.

-- Bien. --dijo alejandose.

-- ¡Espera! --le gritó Brec -- ¿Donde es? --

-- Yo las busco. --respondió dando la vuelta en una esquina, perdiendose en los pasillos.

*****

A la hora del almuerzo, las chicas se dirigieron a la cafeteria y se quedaron platadas en la entrada, buscando a Brandon con la vista.

-- ¿Lo ves? --preguntó Rachel parandose de puntas.

-- No. --Brec negó con la cabeza.

Estaban a punto de irse a la banca cuando alguien le cubrió los ojos a Brec por la espalda.

-- ¿Ah? --preguntó-- Sueltame, carajo. --

Diario de una chica raraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora