Capítulo 3

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Cumplí la promesa que le hice a mi madre y no le conté que sabía la verdad acerca de todo. A pesar de que me sentía culpable pude darme cuenta que era lo mejor, cuando mi padre se dio cuenta de que llevaba puesta la chaqueta de mi hermano, las venas de su frente se exaltaron y su rostro enrojeció.

— ¿De dónde la sacaste? — Preguntó.

—Mi madre la encontró en el ropero de su habitación y me lo dio — Le respondí en ese momento.

Luego durante la cena demostró su rabia gritándole a mi madre por haberlo hecho, esta vez ella no lloro solo lo escucho con la mandíbula apretada y cuando termino de gritarle se levantó de la mesa diciendo:

—Tengo que hacer una llamada.

Creí que esa sería la gota que colmó el vaso y efectivamente lo fue pero no en el modo que yo esperaba; mi padre se había quedado sentado con las manos tapándose el rostro durante unos minutos y luego volteó hacia mí, al verme empezó a llorar, antes de irse y dejarme sola en la mesa planto un beso en mi frente. Normalmente siempre era así pero la que lloraba era mi madre y él salía a sentarse en la quebrada.

Eso sucedió ayer durante la cena. Hoy es viernes por la tarde y mis padres nuevamente no se dirigen la palabra. Ahora pareciera que se turnaran por visitar la habitación de mi hermano y llorar. He estado casi todo el día encerrada en la habitación leyendo aunque eso no me distrae completamente hoy, a veces me gustaba imaginar que la conversación con mi madre fue solo un sueño pero sé que no fue así.

Esta mañana estaba comiendo una manzana en la cocina y noté que una de una las flores que tenía mi madre sobre la ventana se había marchitado, la tome entre mis manos y la puse frente a mi mientras pensaba que hacer con ella, en cuestión de segundos los pétalos de la flor se abrieron y las hojas rejuvenecieron ante mis ojos, mamá lo notó mas no dijo nada solo sonrió y la coloco en su lugar, estoy casi segura de que ella supuso que lo había hecho a propósito pero no fue así o tal vez sí, no lo sé, lo único de lo que estoy segura es que cuando sucedió perdí la esperanza de que fuera un sueño.

Los últimos días tampoco había salido. Seguía con miedo de encontrarme con el hombre sombra y ahora menos quería hablar con Joey, él sabía acerca de todo esto y no pudo contármelo, ni siquiera por el hecho de que soy igual que él, no confío en su mejor amiga un gran secreto. Estoy enfadada con mis padres por la misma razón, aunque a veces pienso que es preferible no haberlo sabido, desde que lo sé, me he sentido débil y algo triste sin razón.

Otra cosa, mamá ha estado hablando mucho por teléfono por lo que pienso que papá sospecha de algo, ha intentado escuchar las conversaciones además lo encontré revisando el registro telefónico y cuando pregunté qué hacía se puso nervioso y lo negó todo.

Durante la media noche, mamá entro en la habitación y dijo mi nombre varias veces hasta que desperté. Ella llevaba el cabello suelto y mojado, además de su pijama de siempre.

—Cariño — dijo tomándome de las manos —. Sé que debí preguntarte antes ¿Pero te gustaría ir al internado? — Eso me tomó por sorpresa, no pensé que ella estuviera considerando enviarme allí en este momento.

—Sí — A pesar de que tenía miedo y estaba confundida quería conocer ese lugar y saber más acerca de lo que podríamos llamar la otra mitad de mi vida.

—Muy bien, levántate, cámbiate y guarda todo lo que quieras llevarte en tu mochila y no salgas de tu habitación ni enciendas las luces, tu puedes hacerlo en la oscuridad — luego salió de la habitación.

Hice todo lo que me pidió. Cambie mi ropa de pijama por unos pantaloncillos cortos, una camiseta color rojo oscuro y encima la chaqueta de mi hermano. Guardé gran parte de mi ropa en la mochila, algunos libros, fotos antiguas y después me quede sentada sobre la cama observando la puerta en la oscuridad. Después de un rato finalmente la cabellera de mamá se asomó en la puerta.

—Ven conmigo — dijo haciéndome señas para que saliera de la habitación.

La casa estaba totalmente silenciosa, antes de salir aproveche y tomé el regalo de Joey. Seguramente mi padre estaba dormido lo que causaba un sentimiento de culpa en mí pecho, quería decirle pero él no estaría de acuerdo. Salimos de la casa y empezamos a caminar montaña abajo, no quise decir nada, ella lucía muy alterada.

Llegamos al final de la montaña. Caminamos un poco más y en el inicio de la carretera estaba un auto esperando y frente al auto estaba de pie el mismo hombre que vino hace unos días.

El hombre al vernos sonrió — tomaste la decisión correcta, tomaron la decisión correcta.

—Lo sé — dijo mi madre y luego se agacho frente a mí —. En otras condiciones iría contigo pero — no la deje terminar.

— ¿Qué? ¿No me acompañaras?

—No te preocupes no estarás sola, George te guiara en todo momento pero yo no puedo acompañarte aún tengo que resolver las cosas con tu papá pero recuerda que a pesar de todo te amo y él también ¿Entendido?

—Sí — dije limpiándome una lágrima, alejarme de mi madre así como así era un golpe muy duro para mí, nunca había estado lejos de ella por más de una semana, al aceptar ir al internado había pensado en esto pero pensé que al menos tendría tiempo para una mejor despedida o para prepararme psicológicamente para ello, pero no, fue rápido como arrancar una bandita, nos abrazamos y ella besó mi frente.

—Lo siento pero es hora de irnos — dijo George abriéndome la puerta del auto, entré rápidamente para no tener que verla llorando nuevamente, estaba cansada de verla con los ojos rojos e hinchados, normalmente era por culpa de mi padre o mi hermano ahora era mi culpa pero por lo menos ambas estábamos seguras de que volvería.

George entro en el auto y arrancamos inmediatamente, sentado a mi lado había alguien más, lo reconocí inmediatamente, era Joey, iba con la cabeza gacha y no parecía querer dirigirme la palabra.

—Leila, tú debes decirme Sargento George y tu Joey vas estar en problemas por haber intentado usar tus poderes en una mortal sin su consentimiento.

—Pero ella no es una mortal.

—En el momento en que intentaste hipnotizar a Leila aún no sabía lo que era, lo que la convertía en una mortal.

— ¿Intentaste hipnotizarme? — Pregunté incrédula.

—Sí, pero no lo logre — dijo levantando la vista hacia mí —. Lo siento y Sargento ¿Cómo lo supo?

—Normalmente cuando los novatos usan sus poderes tienden a originarse un tipo de vibraciones que solo personas con mucha experiencia sienten, como profesor tengo esa capacidad y es sorprendente que estas por entrar a tercer año y aun envías vibraciones de novatos.

—Es difícil lograrlo, cuando no tengo como practicar, mi madre no me deja hipnotizarla y pues Leila aun no lo sabía y no podía decírselo — bufé.

—Él tiene razón Leila, no podía decirte nada a menos que tuviera la autorización de tus padres, son las reglas.

En realidad ya no me sentía molesta por eso pero ahora me molestaba el hecho de que intento hipnotizarme y quien sabe cuántas veces más lo haya hecho o intentado. Observé a través del retrovisor como nos alejamos de la montaña y tengo que la sensación de que todo está por cambiar y quién sabe si para bien o para mal.

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Streethigh: El medallón maldito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora