poema 54

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Del salón en el ángulo oscuro,

de su dueña tal vez olvidada,

silenciosa y cubierta de polvo,

veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,

como el pájaro duerme en las ramas,

esperando la mano de nieve

que sabe arrancarlas!

¡Ay!, pensé, ¡cuántas veces el genio

así duerme en el fondo del alma,

y una voz como Lázaro espera

que le diga "¡Levántate y anda!"

Los sentimientos no se equivocanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora