Mi niña

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Johana narra

Siento la brisa de la noche en mi rostro, como tantas veces en estos días desearía poder ver de nuevo. Mirar la luna, las estrellas que siempre lucen más brillantes y cerca en los días de frio... aunque solo puedo recuperar las imágenes de mis recuerdos.

—Hola tu —dice una voz detrás de mi

—Te estabas tardando

—Perdóneme señorita pero no pensé que estuviera impaciente por que viniera a verla

—Es bueno que al menos uno de aquí pueda hacer eso

No puedo verlo, pero puedo sentir su molestia.

—Jo...

—Ya, lo siento, no bromear sobre eso si

—Es que en lugar de hacerte un bien parece hacerte un mal

—He estado más tranquila estos días y lo sabes

— ¿Gracias a mí? —pregunta pretencioso

—Por supuesto si —respondo sarcástica y él se ríe

Lo siento muy cerca de mí ahora, puedo oler su perfume y eso es realmente maravilloso.

—Oye... sobre lo de ayer

—Está bien —digo de inmediato— Sé que solo intentas ayudarme

—Jo... en verdad creo que tienes que ir. Ya te lo dije, yo voy a ayudarte... haré todo lo que necesites

Suelto un largo suspiro.

—No, no Dylan

— ¿Es por Matt?

— ¿De nuevo con eso? No es él, olvídate de Matt, eso es punto y aparte... sé que olvidar las cosas horribles que hice no es fácil pero lo intento y tú te encargas de recordármelo todo el tiempo... no se trata de Matt, y creo que lo sabes. Se trata de que estoy en otras condiciones ahora, ciega por supuesto a eso me refiero y... no tendría sentido alguno

— ¿Irías si fuese otras las condiciones?

— ¿Si pudiera ver dices? Pero claro... es mi sueño hecho realidad. ¿Pero sabes? Ahora es todo para Matt, y de alguna manera me siento bien con ello, es como si sintiera que se lo debo y le estoy pagando el haber sido tan idiota

—Él piensa que deberías ir

— ¿Eso te dijo? —pregunto curiosa

—Si

—Espera un momento... ¡¿Se lo dijiste Dylan?!

—No fue mi... bueno lo fue pero...

— ¿Qué dijo al respecto?

—Pues eso... que deberías ir, pero que no iba a obligarte o incluso a pedirte

—Claro

— ¿Eso te molesta?

—Para nada, no esperaba que lo hiera —lo digo en serio

—Entonces... ¿Qué harás al salir de aquí?

Me encojo de hombros.

—Ir a casa supongo

—Ven conmigo —dice frenético

— ¿Qué?

—Anda... un tiempo, cuidaré de ti, nada malo va a pasarte lo juro, no dejaré que te sientas mña al respeto de bueno...

La apuesta 2.5 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora