Capitulo 26. El Parque Lorca

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¿Pero qué demonios? Contempló el video con horror una y otra vez mientras Bel sollozaba a su lado.

 —También me mandaron un mensaje.―habló Bel con voz temblorosa tomando el móvil de entre sus manos y enseñándole un mensaje que también había sido mandado desde el teléfono de Evan.

— "Si vuelves a tener contacto con Evan o le cuentas esto a alguien, unas costillas rotas será el menor problema de tu amigo" ―leyó Jose en voz baja haciendo que Bel se pusiese a llorar con fuerza, el castaño apretó los puños con ímpetu y estrujó el móvil en sus manos, ¿quién podía ser tan cruel como para hacerle eso a Evan y a Bel? Pero inmediatamente la respuesta llegó a su mente. Iván. ―Tienes que decírselo a Sonia o a Nora, ellas seguro que pueden hacer algo.

Bel negó con la cabeza.

 — Ya leíste el mensaje, si se lo cuento a alguien le harán daño a Evan y yo no quiero que le pase nada por mi culpa.―comentó Bel entre lágrimas sacando más pañuelos para sonarse, Jose le devolvió el móvil a la pelinegra y ella lo guardó en un cajón de su escritorio.

—Pero tienes que decírselo a alguien.―continuó Jose, no iba a permitir que el responsable de que su amigo estuviese en cama quedase absuelto.

— No y me prometiste que no se lo dirías a nadie, no quiero involucrar a Sonia y a Nora en esto, no quiero que les pase nada.―contestó Bel con desesperación aferrándose a su chaqueta y mirando con suplica, Jose respiró hondo y apretó más sus puños. ―Jose, me lo prometiste...dijiste que no se lo contarías a nadie.

— Pero Bel...―intentó protestar Jose para que la chica entrase en razón.

—¡Lo prometiste! ―exclamó ella con los ojos llenos de lágrimas, Jose apretó la mandíbula y asintió, la pelinegra lo abrazó enseguida y Jose frunció el ceño, las cosas no se iban a quedar así. ―Ya sé que debería correr y decírselo a Sonia, pero no quiero que le pase nada más a Evan, ¡no podría soportarlo!

— Está bien, no se lo diré a nadie si es lo que tú quieres.―dijo Jose intentando ocultar su enfado, ahora mismo lo menos que necesitaba Bel era que empezaran a gritarle por lo que se limitó a pasarle el brazo por encima del hombro y tratar de animarla.

—Gracias.―susurró la pelinegra intentando sonreír.

—Por cierto, ya vi el vídeo de mi caída.―contó Jose cambiando de tema para intentar animar a la pelinegra, ella soltó una pequeña risita y Jose empezó a quejarse.

Se quedó sólo una hora más en casa de Bel y tras declinar la oferta de su madre de quedarse a cenar se fue a su casa. Cuando llegó se encontró a su padre con una enorme cesta de galletas que quería entregarle al día siguiente a Evan, Jose asintió y se alegró enormemente al ver a su madre dentro de la cocina haciendo de comer, por fin una comida decente en esa casa.

                                                                * * * *

 Suspiró y negó con la cabeza, lo que estaba haciendo era una locura pero no podía quedarse de brazos cruzados viendo como Bel aceptaba tan tranquilamente apartarse de Evan para que no fuese golpeado de nuevo. Estaba rompiendo la promesa que le había hecho a la pelinegra ayer por la tarde pero prefería romper esa estúpida promesa antes de quedarse sentado sin hacer nada, es por eso que estaba sentado en un vagón del metro con una enorme cesta llena de galletas en dirección al Parque Lorca.

 La cesta de galletas había sido cortesía de su padre (porque creía que iba a visitar a Evan) aunque al principio rehusó llevarlas, finalmente decidió que no podía plantarse en casa de Nora sin algún tipo de soborno. ¿Y por qué iba a buscar a la morena? La respuesta era simple, necesitaba ayuda para averiguar qué estaba pasando. Y de los siete jefes de Góngora Nora era la única con la que más o menos se llevaba y la que menos miedo le daba.

Tienes que ser tú (TQST Libro #1)©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora