Thirteen.

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Ring, ring, ring...

Sonaba la alarma y tenía que levantarme. "Cinco minutos más..." -pensaba.

No podía entretenerme más, tenía el tiempo justo para vestirme, desayunar, arreglarme un poco y salir corriendo a por el bus.

-Mamá, me voy ya, te quiero.

El sol de aquella mañana me encandilaba. Llegué a la entrada de un instituto y me tropecé con alguien, como de costumbre, era muy patosa.

-Lo siento... Soy una estúpida...-dije, recogiendo los papeles que le había tirado al suelo.

-No pasa nada "patosilla".

Esa voz tan sexy me resultaba muy familiar. Alzo la mirada y veo unos enormes ojos verdes.

-¿Derek?
-Hola Alice, ¿cómo tu por aquí?
-Pues nada, simplemente venía para dar una vuelta. ¿No ves que llevo mochila y esta cara de: "Hola, soy un zombie"? Empiezo hoy.
-Jajaja, como se nota la mala leche desde por la mañana eh. Buenos días cosita bonita. Ya nos veremos.
-Adiós idiota. Oye... ¿Cómo que...?
No me dió tiempo a terminar la frase y ya se había ido. ¿Por qué me habrá dicho cosita bonita?
Él tiene novia. -pensé.
Pero algo en mí se despertó después de aquello. No sabía que me ocurría, algo sentía, pero no quería aceptarlo.

Me dispuse a entrar, había mucha gente y yo estaba bastante pérdida.
-Oye, ¿Te puedo ayudar en algo?

Giré la cabeza y vi una chica de unos ojos azules, tan azules como un zafiro y una sonrisa tan agradable que no me lo pensé dos veces y le dije:
-La verdad es que sí, ando un poco perdida. Es mi primer día.
-No te preocupes. Encantada, soy Sarah. -Dijo, extendiendo la mano.
-Alice. -Le contestó, extendiendo la suya.

Mientras nos disponíamos a ir a clase, me contaba como eran las cosas allí, como eran los chicos, en fin, "cosas de chicas".
Entremos a clase y no pude evitar fijarme en un chico que estaba de espaldas a mi con una cazadora negra besando a su chica. Me sonaba su olor.
-Kate, me estás haciendo daño.
-Tú a mi ya me lo has hecho dos veces. Y me da igual como te pongas.
-Vale, pues está hecho.
Se gira, y es él, Derek, y tenía los ojos enrojecidos, con las lágrimas a punto de caer por sus hermosas mejillas. ¿Qué podía hacer yo? Nada. Salió disparado de la clase, a lo que, no podía dejarle ir así. Salí, y lo vi, llorando como un niño indefenso. Me acerqué y le dije:
-¿Estas bien?
A lo que él me contestó:
-No sé qué coño haces tu aquí, vete. No quiero verte.
Mi corazón se aceleró aún más al escuchar semejantes palabras. Me alejé sin decir nada... Pero aquello, se me llevó un trocito de mi.

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⏰ Última actualización: Jan 24, 2016 ⏰

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