37. Sonrisa roja

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KATE

Si un día llegaba a tener una hija, rogaba porque ella nunca estuviera en una cama, llorando por un imbécil, preguntándose ¿Qué había hecho? Para merecer sentirse tan mal. La peor parte de todo, estar enamorada hasta los huesos de ese imbécil ... Como lo estaba yo.

Lo odiaba por no poder odiarlo, quería decirle que se largara, gritarle que no quería volver a verlo, simplemente no podía.

Escuchaba su voz y la piel se me erizaba, lo sentía de nuevo besando mi mejilla por primera vez. Mi corazón bailaba con los recuerdos, mi corazón estaba roto, pero era noble e ingenuo ... Seguía creyendo en el amor, en el amor eterno.

Con él.

Quería abrazarlo a la vez, embriagarme de su aroma, hundirme en su sonrisa y olvidar lo miserable que constantemente me hacía sentir .

Esta lluvia sólo el podía pararla y ¡Que bien lo hacía!. El lío no era este, sino lo rápido que podía traer la tormenta de nuevo.

Simplemente no sabía, más si estaba segura, que aunque fuese un imbécil, era mi imbécil y lo amaba.

¿Eso es amor no?

MIKE

Al parecer mi pequeña Kate seguía dormida, estaba sobre mi brazo izquierdo, así que no podía moverme y tampoco ver su rostro, solamente acariciaba su cabello y pensaba en cuidarla.

Llevaba un rato observándola, cuando me dí cuenta. Siempre en mis sueños/pesadillas volvía a aquella noche, volvía a la sangre, volvía a sus lágrimas, volvía a mi promesa, volvía a ese lugar y la rabia me llenaba el alma.

Veía a la pequeña nena Pierce tan ajena al dolor, a la tragedia. Pensaba en lo mucho que mi "podridez" la infectaba (y eso no era ni siquiera una palabra).

Pero aún cuando quizás ella ni lo intentaba, me hacía tanto bien. Por primera vez en mucho tiempo, había logrado dormir sin pesadillas, sin esas pesadillas, si había despertado era únicamente porque me sentía descansado, en paz ... La nena Pierce, mi hermosa nena Pierce, me daba todo lo que necesitaba.

KATE

Mike estaba acariciando mi cabello, yo pensaba en lo mucho que detestaba que alguien lo tocara, el escándalo que armaba cuando alguien le ponía una mano encima, pero con él era tranquilizador. Odiaba a este idiota justo antes de que viniera a casa y ahora eso se esfumaba. Sabía de sobra que los chicos eran así, a diferencia de Tess yo sí leía novelas y mi madre me lo había repetido incansablemente, pero aún sabiéndolo confiaba tanto en este idiota que sabía que él no sería igual, mi corazón, aún más idiota que Mike, me aseguró que él me iba a cuidar. No tiene nada que ver con amor, eso es un teatro montado por las novelas ... Pero si bien quieres lo haces con amor.

-Tú no lo conoces- recordé las palabras de la difunta Mia.

¡Demonios ojos, contrólense!

Una lágrima rodaba por mi mejilla, y me pregunté ¿Qué demonios hacía aguantando esto?. Estaba en mi derecho de gritarle tanto como mi garganta me dejara ¿Por qué no lo hacía?. Quería que se disculpara, que dijera que lo sentía, que fue un ataque de pánico y no volvería a pasar.

Estaba asustada por todo.

Siempre había pensado que después de dormir, al día siguiente, todo era mejor. Y así sucedía.

Entonces lo puse en marcha.

.............

Salí de la cama lentamente, Mike no estaba dormido, estaba en coma (no literal, obvio). Me quité de encima su brazo derecho, me gustaba como lucía dormido.

Polos opuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora