T W O

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—¿Lo harás? —Me pregunta, levantando sus cejas sorprendido.

—Haría lo que fuera para sacar a Dom. —Susurro, sacando mi mano de su agarre y dejando salir un largo suspiro.


Su rostro es demasiado impasible, sin manifestar emoción alguna.


—¿Por cuánto tiempo has estado casada con él?

—Nos casamos hace un año, nos conocemos desde la primaria. —Le respondo, evitando su abrasadora mirada.

—¿Así que tenías veinte años cuando te casaste? —Asiento y él arruga su gesto—. ¿Por qué demonios querrías hacer eso? ¿Apenas empiezas a vivir y ya te quieres amarrar? —Me encojo de hombros.

—Sabía por completo que lo amaba y que quería pasar el resto de mi vida con él, así que, ¿Por qué esperar?


Él me mira, aún con su rostro inexpresivo, y asiente lentamente.


—Pareces leal a él. —Me mantengo quiete, sin saber cómo responder a eso, manteniendo contacto visual con él por primera vez desde que me levante—. Él no merece eso. —Afirma, camina por mi lado hasta el perchero, tomando su chaqueta y mi abrigo—. He oído acerca de tu esposo y las cosas que he oído no son exactamente buenas.

—Lo mismo se podría decir de ti. —Replico, sintiéndome defensiva. ¿Quién demonios se cree que es? Él no conoce a Dom como yo lo hago.


Él voltea, levantando su ceja y con la misma sonrisa ladeada plasmada en su rostro.


—No hay porque ponerse delicado, cariño, simplemente estaba dando mi opinión, tengo permitido hacerlo, ¿Sabias? Está en la constitución —Ruedo mis ojos y él ríe, cercándome el abrigo—. Vamos, te llevaré a casa.


Camino lentamente, mis tacones resonando contra el piso de madera dura. Voy a tomar el abrigo, pero él lo aleja, estirando su brazo hacia atrás, niega con la cabeza y me indica que de media vuelta. Suspiro con fastidio, haciendo lo que dice y él desliza el abrigo por mis brazos hasta mis hombros, arrastrando la punta de sus dedos por mi piel, dándome escalofríos.


—Gracias. —Murmuro cuando termino y me giro para enfrentarlo.

—¿Vamos, amor? —Pregunta, manteniendo la puerta para mí.


¿Amor? Wou, él puede dejar de coquetear ahora, él mismo dijo que soy leal a Dom, así que su coqueteo no tendrá efecto en mí. Algo de la oficina con él siguiéndome.


—Por aquí. —Me dirige a la cocina. Pierdo el aire, miro alrededor, está es definitivamente mi casa soñada, no hay duda—. ¿Te gusta? —Le oigo reír por lo bajo cuando toma un par de las llaves guindadas en la pared.

—Tu casa es hermosa. —Le sonrió por primera vez.

—No. —Dice quedo, sacudiendo su cabeza al mirarme con una expresión nueva, no esa impasible sino una más cálida, sus labios temblando con una ligera amenaza de sonrisa—. Mi casa está bien, pero tu sonrisa... eso si es hermoso.


Lo miro, mis mejillas calentándose cuando niego ligeramente.


Twisted. |Español|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora