Relato 9 | La historia con Y

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Mencionaremos de aquí en lo sucesivo como Y al chico del cual Oscar se enamoro y mantuvo con el un relación mientras aun vivía con Manuel.


Es cierto me enamore de Y, desde el momento que lo vi sentí una gran atracción física por él, después, con sus detalles, con cada palabra que me decía y cada caricia que le daba a mis manos me proveía de las herramientas necesarias para poder enamorarme de él.
La forma en que me pidió sostener una relación no se comparaba con lo que Manuel me había propuesto el día que nos volvimos a encontrar. 
Por más que tarto de no Comparar a Manuel con Y, muero en el intento; salen una y otra vez las oportunidades para comparar las acciones que cada uno tenía conmigo. Por un lado Manuel me había rechazado la primera vez que nos vimos, se alejo de mí sin decir nada y me dejo hecho un desastre emocionalmente. Sin querer estaba yo tomando venganza por aquello. A demás los últimos días las peleas se había intensificado, las discusiones en el departamento, y los continuos desacuerdos me arrastraron hasta un punto en el que quería salir y no volver a verlo, pero al siguiente instante me encontraba deseando sus besos, un abrazo e incluso terminábamos acurrucados sobre la alfombra de la habitación. En eso se había convertido nuestra vida en los dos últimos meses antes de mi relación con Y.

Por otro lado estaba Y el chico de la oficina que era cuatro años menor que yo.
Desde que entro a la oficina como candidato para ocupar mi puesto tras mi renuncia, habíamos tenido una química si no agradable, se traducía como llevadera.
Un día después de haber realizado un par de diligencias a una constructora para la que Manuel elaboraba un proyecto y yo me encargaba de la parte Publicitaria, Y nos acompaño, Manuel intuyo rápidamente que ese chico de pantalones ajustados hasta el tobillo estaba interesado en mi. Reí a carcajadas y el conté que pocas veces hablamos fluidamente, yo me limitaba a darle instrucciones el a cumplirlas, Pero a Manuel se la había metido esa idea y era casi imposible sacarlo de ahí. El día continuo, revisamos un par de asuntos con los constructores, finalizamos un contrato que le daba a la agencia para la cual yo trabajaba la exclusividad en relación a los proyectos futuros de publicidad y marketing, un proyecto gordo y que aportaba a la agencia una gran ganancia, además de colocarla en el mercado de la conectividad.

De vuelta en la oficina, ordene a Y que antes de irse tenía que dejar en perfecto orden todo para que los de la constructora firmaran los contratos al mañana siguiente. Justo antes de salir de la oficina, hacia el corredor que da a recepción, en un momento sin verlo avecinarse Y m e tomo la mano y me dijo que si aquel chico que nos acompaño durante en la visita era algo mío, reíd de forma discreta y trate de ahogar una carcajada, Y lo noto, un tono rojo invadió su rostro e incluso me carcajee por dentro, lo primero que pensé es que a Y le había interesado Manuel, así que para jugar un poco con la intuición de Manuel le dije que no, que se trataba de un viejo amigo de profesión , que si gustaba se lo podría presentar. Y puso los ojos de lado y emitió una pequeña sonrisa, sus labios delgados dibujaban una línea sobre su boca. Aun seguía sosteniendo mis manos sobre el escritorio y lo hacía de una forma imponente, tomando el control de ambos ahí dentro, una sensación de adrenalina pura recorrió mi cuerpo y su rostro cálido y tierno cobro un aire de rudeza, las facciones masculinas, fuertes dominaron su expresión. El termino de mi transe fue cuando me dijo que no, que el chico de la constructora le parecía demasiado antipático, y que el que realmente le interesaba era yo.
Aquella noche termine besándome con Y al lado de mi escritorio, con sus manos sobre mi cuerpo, que se paseaban por el contorno de mi cuello, subían hasta mi cabello y se perdían entre los suspiros que ambos soltábamos la aire.

Durante todo el mes estuvimos viéndonos en la oficina, jamás fuera de ella, sabía yo lo que el significaba en mi vida, en mi relación con Manuel, y ese era otro asunto que había que tratar con Y.
Las mañana estaba llenas de saludos cariñosos, te quieros y palabras bonitas, que en la monotonía de mi vida con Manuel se habían perdido entre los rincones del departamento, hubo detalles, salidas a comer en plan de trabajo, pero sabíamos que no será así. Una mañana, era diciembre lo recuerdo por el frio matinal que había en la oficina. Lleva yo mi gabardina café que Manuel me había comprado un par de días antes, Invite a Y a comer la cita fue un restaurante cercano, el "Dandy's All" servían comida a la carta y era un ambiente bastante afable, daba la impresión de que si alguien nos veía supondría que se trataba de una comida e trabajo.
Y llego con su americana de color azul, que dejaba ver su manos de dedos largos y finos, sus hombros anchos se notaban lo suficiente y dejan claro que le encantaba el ejercicio, se marcaban los músculos de sus ante brazos, debajo de la americana llevaba una camisa a rayas, con una corbata del mismo tono que la americana, un pantalones de vestir a juego que le llegaba hasta los tobillos y zapatos cafés. Era un hombre lo suficiente atractivo que dejaría a cualquier mujer embobada. La manera en la que caminaba era embriagadora, las manos siempre en los bolsillos del pantalones, la en la que se expresaba y al sonrisa que dibujaba en sus facciones, era el hombre más atractivo a mis ojos. Ahí en ese punto me encontraba deslumbrado por Y, olvidando por completo las sanaciones que Manuel me hacia experimentar y que con Y jamás tuve. Desde el primer día que nos vimos hasta hoy, solo pensar en Manuel, hace que un calambre helado recorra mi cuerpo y termine por hundirme en un frio pero al mismo tiempo caliente y doloroso abismo.

Ese día le conté de mi relación con Manuel, que desde hacía siete años vivo con él en un departamento no muy grande, le mencione que realmente yo me tenía que ir de la oficina en los próximos dos meses, y que lo mejor era dar por terminado lo que pasó, la culpa y remordimiento me consumía, saber que en la oficina me besaba y ultrajaba con mi asistente y en el departamento me esperaba Manuel , el hombre con el que había vivido por siete años, el que me había visto en mis mejores momentos hasta entonces y en los peores también. Y no acepto, así que decidimos dejar que la vida acomodara la situación.
Dos días después me dijo que estaba dispuesto a llevar una relación en secreto conmigo, que me amaba, me tomo de las manos, me coloco frente a él, tapo mis ojos con sus palmas, entonces coloco sobre mis manos una rosa del color de la portada mi libro favorito. No pude resistir ante tal acto y acepte, me beso, empezó a saltar de alegría, me tomo entre su brazos, poco a poco me acerco a su regazo, mi cuerpo quedo junto al suyo, me beso y nuestro labios se unieron en una danza rítmica de placer, sentí como su erección se levantaba por debajo de su pantalón y me oprimía la parte baja de mi estomago. Se acerco a mi oído y me dijo "Vez lo que me provocas", lo seguí besando, baje mis manos hasta sus pronunciadas nalgas, las acaricie, mientras seguía un ritmo lento con mi boca y la suya, luego coloque sobre los músculos de sus brazos los frote con las yemas de mis dedos y ahí me separe de él.
-Esto sabes que eta mal cierto, pero tampoco me puedo resistir, así que aquí no, y para esto habrá una serie de reglas que ambos, si ambos debemos de acatar- vi como Y abrió los ojos como dos platos y una expresión de dureza se dibujo en su rostro.

Llevábamos ya un mes saliendo de la misma manera que siempre, pero esa noche Manuel tuvo una reunión con un par de fotógrafos bastante reconocidos así que tenía que viajar dos días fuera de la ciudad, se lo conté a Y, y quedamos en pasar una noche en su departamento, ambos sabíamos hacia donde llegaría semejante visita, así que no titube, existía en mi la necesidad de poseer a Y, y de saber que aunque yo no era completamente suyo, el sí lo era de mi. 


Oscar y ManuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora