RELATO 16 | La Salida

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-Son pareja
-Como van a ser pareja Oscar, es su padre; si tiene como el doble de su edad.
-Pero no me vas a negar que esos dos de la esquina si son pareja.
-¿A los dos que les llega el agua hasta la barbilla?
-Si los dos de chiqui-traje de baño. ¿Te imaginas cundo tu y yo tengamos esas edad y vayamos en pareja a hacer el súper, ir a nadar o salir por la calle?
-Será justo igual que ahora, vamos al cine, te tomo de la mano, a veces me acompañas a comprar la despensa de mi departamento, seria lo mismo solo que con unos años de más y espero que sea lo único, no quiero tener la barriga de esos dos.
-Ya deja de mirarlos pues.
La conversación se ahogo entre risas y miradas, mis ojos se clavaron en aquella pareja de hombres maduros que jugaban en una esquina de la alberca; ambos parecían muy felices, por ratos el mas alto de los dos intentaba enseñarle a flotar al otro, tomaba su barriga y lo sostenía sobre el agua, con las manos apoyadas en la orilla de la piscina, el otro sumergía sus pies, intentaba flotar, paraba unos segundos y lo volvía a probar; entre pausa y pausa ambos se dedicaban sonrisas burlonas pero llenas de paciencia. Luego el segundo, el que tenia una estatura menos alta tomo una manguera de agua fría que salía de una de las esquinas de la alberca y puso el chorro frente a la cara del otro, ambos trataban de mantener la manguera en su poder al final no vi que sucedió me distraje con la mirada de Manuel que no quitaba la vista de mi.
se levanto de la silla, de un movimiento ágil se puso una toalla sobre la espalda que la tenia roja por los rayos del sol que nos tocaban directamente, alguien no había puesto el bloqueador solar en la maleta, y cuando digo alguien me refiero a mi, lo olvide mientras preparaba mi desayuno.
No tardo nada y cuando voltee nuevamente la mirada hacia el frente ahí estaba Manuel con su barba de tres días justo delante de mis labios.

-¿Te gustaron sus trajes de baño?
-Tonto – dije mientras sentía como una sonrisa burlona se dibujaba en mi cara.
-Cuando estemos así por favor por ningún motivo me dejes utilizar algo así. – Ahora era Manuel quien tenía una sonrisa en el rostro, aquel sonrisa que marcaba más sus mejillas, y dibujaba una línea entre sus labios.
-Me encantaría verte ahorita con un traje así.
Y es que era verdad me apetecía ver a mi hombre con un traje diminuto que dejara al aire libre su pronunciado trasero, que aquella pareja de la esquina de la piscina viera el hermoso cuerpo del hombre que en varias noche terminaba a mi lado. Solo sonreí y mire a Manuel que llevaba un short que le cubría por arriba de las rodilla, y por lo mojado se le marcaba un hermoso trasero no tan majestoso como cuando lo tengo para mi en la intimidad, pero aun así podía presumir de ser yo el que disfrutaba del cuerpo de aquel hombre, y no solo eso, también podía presumir de ser completamente feliz, de que había encontrado al chico de 24 años que se acoplaba a mi ritmo de vida y yo al suyo.

-Te quiero.- Su voz ronca y varonil se trasformo en un susurro caliente lleno de promesas. La voz de aquel hombre que había conocido escasos siete meses atrás, se llenaba de dulzura y de la nada me llevaba a una depresión extraña, una sensación que quería conocer mas haya de los limites verbales.
-¿Tienes hambre?
-¿Claro? - respondí
-comamos algo y después quiero aventarme del tobogán contigo.

Abrí los ojos y me di cuenta que tenia a Manuel sentado debajo de mis piernas, no preste atención y nuevamente me sumergí en los pensamientos de aquel día, en la cantidad de recuerdos que iban y venían de mi mente; Por mucho tiempo no había podido recordar aquella tarde. Aunque tampoco me apetecía hacerlo. Eran de esas cosas que en el momento resultan graciosas y después las olvidas, pero cuando vuelven resulta que traen consigo un sinfín de recuerdo y emociones que resultan difíciles de contener. No se a que se deba eso, quizá es por los acontecimientos hasta hoy.
Me levante y me senté sobre una silla blanca de madera, al lado de Manuel, me dispuse a ya no dar mas rumbo a mis pensamiento y voltee la mirada hacia Manuel que estaba intentando armar la pequeña cámara que había comprado en alguna de esas tiendas de cristales limpios y pisos relucientes, en donde el ambiente y el perfume del sito se encuentra aromatizado por elegancia, y un perturbador olor a estatus sociales.
-¿quieres meterte ya?
-tranquilo sigue en lo tuyo- conteste con armonía, aunque mi cuerpo pedía ya estar retozando dentro del agua.
-¿ya casi esta listo, primero el tobogán?
- pero el mas alto.
-perfecto.
-oye recuerdas aquella vez que venimos a este mismo lugar y había una pareja de hombre.
- ¿En un mini-traje de baño a los que no les quitabas la mirada por que te daba envidia sus trajes de baño?
-Tonto - la voz se me corto por un instante – cuanto hemos cambiado no crees.
-Si vas a empezar con sentimentalismos y culpas no vamos he Oscar, así que te tranquilizas – la voz de Manuel adoptaba un tono mucho mas varonil, duro y áspero que no conocía compasión. Una vez mientras teníamos sexo le pedía que se enojara conmigo, que me hablara duro y me hiciera el amor con esa voz, enojado, antipático. Fue ahí cuando me di cuenta que dentro de Manuel había un hombre al que yo no quería conocer aun. Me levante de la silla y camine hacia el tobogán amarrillo.
Ese día Manuel llevaba una bermuda azul, llevaba también una polo de doble tirante que marcaban perfectamente lo bien trabajado de sus músculos. Al llegar hasta la parte de arriba del tobogán se quito la camisa y sus brazos anchos me sujetaron por el pecho, esos brazos que una noche anterior me habían sujetado por lo alto de su cuerpo al hacerme el amor.

-Bien siéntate y no extiendas lo pies, detrás de ti me siento yo- así como anoche pensé.- y te sujetare de la barriga vale. Tu sostén con la mano la cámara.

-ok
-Bésame – me ordeno y sin pensarlo mis labios obedecieron a su voz ronca. – Bien ahí vamos.
Y nos aventamos del tobogán.

Oscar y ManuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora