Antes de Iniciar

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¿Cómo iniciar a escribir algo?

­­Simple -contesto una voz en mi interior- Solo tienes que hablar de lo que conoces, como te sientes y lo que quieres, una vez en este punto tu mente encontrara el carril adecuado y será todo un camino extendido.

Era cierto solo tenía que escribir lo que conozco. Mi mente estaba atascada, se encontraba echa un manojo de nervios, decisiones por tomar, cosas e ideas por ordenar y poder trabajar adecuadamente según como mi cuerpo y capacidad pudiera soportar.

Acababa de cumplir veintinueve, me encontraba a un paso de convertirme en una persona de treinta, de ese número me separaban solo 365 días, había que poner tantas cosas en su lugar.

Profesionalmente gozaba de éxito moderado, tenía un departamento en una zona de buen ver, vivía con Manuel, mi pareja lo conocí cuando tenía veintidós años y el veinticuatro. Nuestro encuentro fue premeditado, confuso y ventajoso, pero termino así, a siete años de haber coincidido nos encontrábamos disfrutando de la compañía mutua en todos los ámbitos, y el sexo ni hablar, Manuel era una furia celestial cuando me hacía el amor y me atrevo a decir que yo le complacía en todas sus necesidades sexuales. Cuando nuestros cuerpos se encontraban por encima de la cama o cualquier otra superficie que en el momento serviría como aposentos para retozar de placer, sentíamos como las corrientes que cada uno guardaba en el interior chocaban y bramaban, desencadenaban espirales de excitación.

Cuando recién llegamos al departamento probamos cada rincón, cada superficie así que nuestros cuerpos conocían muy bien cada parte de ese lugar.

Ahora intento dar argumento válido a mis emociones, ¿podría acaso vivir sin él? No lo sé, pero si habría que hacerlo tendría que soportarlo.

Cada noche tenia la necesidad de acariciar su piel, rosarla con mis dedos, frotar las yemas por su ante brazo. Era un ritual. Un par de actos que me proporcionaban la seguridad de estar vivo. Parecerá extraño pero en varias ocasiones despierto a media noche o de madrugada solo para verle dormir, puedo pasar horas viendo como sus labios se despegan ligeramente el uno del otro para dejar salir silbidos de viento,. Me encanta poner mi cabeza sobre su abdomen, sentir como se eleva y después vuelve hacia abajo.

Visto todo en este momento antes de iniciar mis relatos, comprendía que lo amaba, y que el a mí, pero era necesario desprenderme de todo esto que agobiaba mi vida, y para hacerlo habría que hablar de cosas que hemos fingido olvidar, era necesario recordar sucesos que nos hacían flaquear y pensar que esto se acabaría, pero tendríamos la tarea de buscar el punto de unión mas fuerte entre ambos y salir de este bache de letras frías.

Oscar y ManuelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora