-Audrey, atiende a la mesa cinco. -Me dijo Sara, mi compañera de trabajo y una de mis mejores amigas, por no decir mi mejor amiga.
-Voy. -Respondí, dejando los vasos sobre la barra. En realidad yo estaba estudiando periodismo en la universidad, pero necesitaba dinero para mis caprichos y para pagar el piso que tenía alquilado con Sara, así que trabajaba con ella en un bar. No ganábamos un pastón, pero sí lo suficiente.
Me acerqué a la mesa que me había indicado Sara para atender a un grupo de cuatro jóvenes, de unos veinte años más o menos. Era viernes por la noche y estaba prácticamente todo lleno. Como todos los viernes y como todos los jóvenes, pidieron varias copas de alcohol. No sé ni por qué iba a atenderles si siempre sabía lo que iba a pedir todo el mundo solo por su aspecto y por qué día y a qué hora venían.
Volví a la barra para llenar las copas, y Sara pareció sobresaltada.
-¿Qué pasa? -Pregunté.
-Acabo de ver al tío que está más bueno del mundo en la puerta, solo, y dirigiéndose a la barra. -Respondió, sin despegar los ojos de la puerta.- Me pido atenderle.
-Todo tuyo. -Me encogí de hombros. Decidí girarme a ver quién era ese chico, y entonces le vi.- De hecho, para ti todo el tiempo que esté aquí tomando algo. Puedes llevártelo fuera de aquí si quieres y todo. Yo... Solo me voy. -Mi único recurso para esconderme era el baño, pero si iba, me vería, por lo que decidí escurrirme para abajo y esconderme detrás de la barra, sentada en el suelo.
-Audrey, ¿qué narices haces?
-¿Recuerdas aquel chico del concierto de The 1975 del mes pasado? -Dije, mientras Sara se sentaba a mi lado.
-¿Con el que te liaste en un baño al acabar el concierto y casi cierran el estadio mientras vosotros estabais ahí, divirtiéndoos?
-Exacto. -Me reí.- Pues es ese.
-Vaya, no recuerdo que hubieses mencionado que estaba bueno.
-¿¡En serio es eso lo que te preocupa!?
-¿Y qué me tiene que preocupar?
-¿Hola? -Escuchamos desde la barra.
-Mierda. Es él. Es su voz.
-¿Cómo se llama?
-Yo que sé.
-¿Te liaste con él y no sabes su nombre?
-Vaya, se ve que tenía razón con lo del nombre a la hora de contarlo.
-¿Qué?
-¿Alguien que atienda? -Le escuchamos de nuevo.
-Vale, a ver. -Sara suspiró.- Sube ahí y atiéndele. Igual no se acuerda de ti.
-¡No pienso hacer eso!
-¡Ponte de pie! -Sara empezó a empujarme hacia arriba.
-¡Suéltame! ¡Tú te lo habías pedido, atiéndele tú!
Acabamos las dos de pie, pero yo rápidamente me tiré hacia abajo, haciéndome daño en un brazo.
-Mmm, ¿está bien? -Preguntó.
-Sí. -Respondió Sara.- Es que la pobre es tonta.
Le oí reírse. Apenas me acordaba de su risa, pero era encantadora.
Decidí meterme en el baño mientras Sara le atendía, por lo que empecé a andar a gatas.
-Bueno, y ¿cómo te llamas? -Le preguntó Sara. ¿¡En serio tanta curiosidad tenía!?
-Eh... -No escuché su nombre debido a que me estaba alejando y la gente cada vez hablaba más alto. Estaba ya en la esquina de la barra, solo tenía que gatear un poco más y girar a la izquierda. Pasé al lado de una mesa, donde el chico sentado tuvo que besar a la chica que tenía enfrente, tirando su copa, la cual cayó a mi lado.
-Mierda. -Susurré, cuando todo el mundo se giró para ver qué había pasado.
-Audrey, deja de hacer el ridículo. -Suspiró Sara, levantándome del suelo y llevándome hasta la barra.- Yo limpio esto, tú prepárale el café a tu antiguo lío.
-¿Un café a estas horas?
-Es lo que ha pedido. Venga, vete.
Me dirigí a la barra cabizbaja, quizás el pelo me tapase lo suficiente la cara como para que no me reconociese.
Hice el café y se lo puse en la barra.
-¿Andando a gatas? -Se rió. Opté por ignorarle y seguir mirando al suelo.- Gracias por el café. -Siguió hablando.
-Es mi trabajo. -Sonreí.
-Espera, espera, me suena tu voz. -Se inclinó hacia la barra.
Mierda.
Seguí ignorándole, empecé a limpiar la barra con un trapo. Sin darme ni cuenta, el chico puso su mano en mi barbilla y levantó mi cabeza, para poder verme la cara.
-¿Audrey? ¿Audrey la chica del concierto de the 1975? -Abrió la boca, sorprendido.
-La misma. ¿Quieres un autógrafo? -Bromeé.
-Vaya. Pensé que no nos volveríamos a ver. -Tenía su mirada clavada en mí, con una amplia sonrisa en la cara.
-Lo mismo pensaba yo. -Me encogí de hombros.- ¿Vas a tomarte el café o vas a seguir teniendo la taza de adorno? -Pregunté, evitando su mirada.
-Ah, sí, ahora me lo tomo. -Sacudió la cabeza.- Es solo que, no sé, nunca me había vuelto a encontrar con alguna chica con la que me había enrollado antes.
-Vaya, qué halago. -Dije sarcásticamente.
-No va a malas. -Se rió.
-Bueno, pues ya está, nos hemos vuelto a ver, tú te terminas el café, yo sigo trabajando, te vas y ya está. No nos volvemos a ver. -Le fui a retirar la taza, pero puso su mano sobre la mía para que no la moviese.
-¿Trabajas aquí?
-No, en mi tiempo libre vengo a limpiar el bar porque es mi afición secreta.
-No te recordaba tan graciosa, Audrey. -Inclinó la cabeza hacia un lado, todavía con su mano sobre la mía.- Me tomaré eso como un "sí, trabajo aquí". -Retiré mi mano mientras él seguía hablando.- Sabiendo eso, volveré más a este sitio.
-Veo que no has captado el plan de que te tomas el café, te vas y no nos volvemos a ver.
-¿Por qué estás tan borde conmigo? No te he puesto Chocolate.
Me paré en seco.
-¿Todavía te acuerdas de eso? -Me apoyé sobre los codos en la barra.
-Claro, fue el mes pasado, Audrey, no el año pasado.
-Pues será mejor que no me pongas Chocolate o-.
-Me escupirás en la cara. -Me interrumpió.
-Exacto. -Respondí sonriendo, incrédula ya que se acordaba de todo lo que le dije.
-Bueno Audrey, ya me he terminado mi café por lo que te dejo trabajar en paz. -Se levantó del taburete, apartando su taza. Empezó a andar, pero en seguida se dio la vuelta hacia mí.- Por cierto, Dylan.
-¿Dylan?
-Ya sabes, para que puedas decir el nombre de aquel chico tan guapo con el que te liaste en el concierto de The 1975, que te volviste a encontrar, y con el que acabarás teniendo una bonita historia de amor.
-Baja de las nubes.
-Eso mismo me dijiste hace un mes. -Me sonrió, antes de darse la vuelta e irse.
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1975 [Dylan O'Brien]
Фанфик-Qué irónico, ¿no? -Susurró.- Nos conocimos en un concierto por casualidad, y ambos estamos solos en la vida. Ambos hemos sufrido y ambos tenemos miedo. -Nada pasa por casualidad, O'Brien. Ahora nos tenemos el uno al otro. -Exacto. -Sonrió.- Estamos...