5. Pruebas

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Al regresar del hospital, en el cual conocí a Greg, me dirigí a mi casa, ya era entrada la noche cuando llegué por lo que me fui a dormir. Tenía muchas cosas rondando en mi cabeza, la nueva nota de Emily, con fecha en otro año, la cual aún no había podido leer, las fotos de ella en Nueva York, el conocer parte de la historia de Grace. Era demasiado en que pensar, por lo que intenté vaciar mi mente de cualquier pensamiento y preocupación para poder conciliar el sueño. Lo cual logré alrededor de las tres de la mañana.

Al otro día no fui a la escuela, tenía cosas más importantes que hacer. Me levanté temprano, me puse unos jeans y un buzo y tomé mi moto. A pesar de las advertencias del señor Dixon, conduje directamente hacia su casa. Tenía pistas concretas de que su hija se encontraba con vida, y con ello me refiero a las fotos, las cuales había podido conservar gracias a la amabilidad de Grace. Esta vez no podría ignorar el hecho de que ciertamente Emily estaba con vida y se encontraba en Nueva York.

Minutos más tarde me encontraba frente a la casa de los Dixon, paralizado, estaba indeciso debido a que no sabía cuál podría ser la reacción de John. Finalmente me armé de valor y toqué el timbre. Me abrió Mary, la madre de Emily. Era una señora que estaba alrededor de los cuarenta. Llevaba su cabello rubio recogido en una colita y estaba vestida de entrecasa. Con unos pantalones de algodón sueltos y una camiseta sin mangas. Era idéntica a Emily, a excepción de sus ojos, Mary los tenía de un marrón cálido, mientras que Emily había heredado los ojos de su padre, aunque contenían la calidez de los de su madre, unos ojos azul noche.

-Jack.- Dijo con tono de sorpresa.

-Mary, lamento molestar pero necesito hablar con John.- Fui lo más directo y encantador posible.

-Oh, sí claro, pasa por favor.- Abrió un poco más la puerta y me guío al interior de la casa.

Era un lugar muy acogedor, rodeado de colores cálidos. Los sillones eran blancos, pero estaban repletos de almohadones de colores, los pisos eran de madera cubiertos de coloridas alfombras, y las paredes blancas con alguna que otra foto familiar.

-Ponte cómodo.- Me dijo mientras iba en busca de su marido. Me senté en el mullido sillón mientras esperaba.

Minutos más tarde oí la escalera crujir bajo el sonido de unas pisadas. El señor John se reunió conmigo al instante.

-Jack.- Dijo en tono cortante.- ¿Qué necesitas?- Su mirada era dura y amenazadora.

-Tengo pruebas concretas.- Solté de una.

-¿Qué dices?- Preguntó, la confusión se reflejaba en su rostro.

-Veras.- Dije sacando la fotografía de Emily de mi bolsillo.-Tengo una amiga fotógrafa que capturó esta situación la semana pasada con su cámara.- Le entregué la foto. El señor Dixon estaba atónito.

-Pero, pero.- Apenas podía hablar.- Es imposible.- Susurró, su voz comenzaba a temblar y sus ojos a llenarse de lágrimas.- Lo lamento Jack, lamento no haberte creído antes, podríamos haber hecho algo.- Se notaba muy angustiado y perturbado.

-Lo entiendo señor, no ocurre nada.- Añadí restándole importancia.- Pero ahora podría ayudarnos a Mike y a mí.-

-¿Mike?- Dijo confundido.

-Sí, él escucho nuestra charla el otro día y quiso ayudarme a encontrarla.- Como John no decía nada continué.- Venga conmigo y le mostraré algo.-

Debía enseñarle la carta de Emily que había encontrado el domingo, la cual, ni yo había leído aún.

Salimos al exterior de la casa y lo dirigí a mi moto. Por la expresión de horror en su rostro pude notar que no le gustaban mucho esos vehículos.

Caso DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora