10. La noche buena de los Murray

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Holaa, les traigo un nuevo capítulo :D

Espero que lo disfruten! 

Besos

C.

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La noche buena de los Murray

Un golpeteo en la puerta. Alguien la abrió suavemente.

-Despierta Jack.- Era mi madre, con su dulce voz matinal. A quien engaño, su voz en las mañanas sonaba como una sierra eléctrica.

La ignoré, me di la vuelta y seguí durmiendo. Débiles rayos solares entraban a través de las rendijas de la persiana, iluminando levemente mi cara. Hasta que zas, un torrente de luz solar iluminó todo el lugar.

-He dicho que te despiertes Jack.- La impaciencia se notaba en su voz. Me tapé hasta la cabeza e intenté seguir durmiendo.

Parecía que se había rendido, podía oír sus débiles pasos alejándose. No hay moros en la costa pensé.

-¡Kala!- La oí gritar en la habitación contigua.

-Pero es sábado.- Replicó mi hermana.

-Arriba he dicho.- Se volvió a oír la voz de mi madre.

Pasos en el umbral de la puerta de mi habitación y otra vez su ronca voz matutina:

-¡Jack William Murray levántate en este instante!- No se rendía, esto se había transformado en una guerra.

La noté acercarse a mi cama, me había acorralado. Pero no di muestras de notarlo, me quedé quietecito. Y de un momento para el otro quedé empapado de agua helada, había jugado sucio esta vez. Retiré las sabanas mojadas y la observé tiritando de miedo.

-Eso no se vale.- Dije castañeando los dientes, exagerando el frío un poquito.

-Primero es no vale, y segundo vístete.- Anunció, estaba de malhumor.

-¿Qué hora es?- Pregunté aun adormilado.

-Las nueve.-

-¿Y por qué razón me despiertas un sábado a las nueve de la mañana?-

-Oye recrimínaselo a tus abuelos, no a mí, aparte es veinticuatro de diciembre.- Anunció aun cabreada.

-¿Qué abuelos?-

-Los únicos que me pueden poner de este humor Jackie, mis suegros.- Suspiró.

-Ah ya veo ¿Y por qué debemos ir? Y no me digas Jackie.- Protesté.

-Son tus abuelos Jack, debes verlos de vez en cuando.- Tras decir esto se retiró.

No es que no me caigan bien mis abuelos, es sólo que usualmente son algo quisquillosos. Viven en uno de los barrios más lujosos de todo Nueva York; su casa es magnífica y llevan una vida refinada. Tenían tres hijos. Mi padre murió cuando yo tenía cuatro años. Recuerdo poco de él, pero lo que se quedó en mi memoria son buenos momentos. Como cuando me enseñó a andar en bicicleta por primera vez, bueno creo que es lo único que recuerdo. Uno de los hermanos de mi padre es doctor, y el otro dueño de una empresa, ambos casados y con hijos, muy felices y exitosos. Mi padre fue lo que se dice la oveja negra, porque aunque tuvo una carrera exitosa como piloto de aviones y buenas ganancias, se casó con una artista, mi madre. Ella actualmente se dedica a ser profesora de artes plásticas en la universidad de arte. Bueno no hace falta aclarar que no le cae muy bien a sus suegros, igualmente el sentimiento es mutuo.

Caso DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora