Capítulo 22: Realidad

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Volví a quedarme a oscuras. Dentro de aquel túnel no había más que paredes frías tocando mi cuerpo y yo estaba completamente de espaldas a la entrada por la cual habíamos iniciado el trayecto hasta el punto en el cual me encontraba. No sabía qué hacer, no tenía idea de cómo recuperar a Noa. Ya no sentía ni su voz. Todo se había vuelto silencioso. <<Lía, mantén la calma, pensar es tu fuerte. Entonces hazlo. Si es rápido mejor>> Susurró mi subconsciente ya que mi cerebro estaba desconectado. Me estiré de todo sobre la superficie de metal fría y me di la vuelta hasta quedar boca arriba en el espacio. Con los ojos bien abiertos solo veía negror, pero fui fuerte y poco a poco me iba deslizando hacia la parte inferior del túnel con el fin de volver a punto de partida, el aula de castigados. Ya no importaba la muerte, ya no importaba nada más que volver con Noa que era lo único que verdaderamente tenía aquí.

Al llegar lo noté, ya que choqué con las plantas de mis pies desnudos contra una pared que parecía moverse, pero no abrirse. Unas cuantas patadas tuve que dar hasta que al fin esa puerta se abrió por completo. <<Qué raro>> pensé en mí, que ya para entrar debimos accionarla. Pero no me dio tiempo en pensar en más que una fuerza estruendosa me agarró por el tobillo izquierdo con tanta fuerza que de un estirón consiguió sacarme de allí. Caí de pleno al suelo duro, cementado y me di un buen golpe en la cabeza. Solo recuerdo ponerme las manos en la cabeza del dolor que sentía. Sin dejar de dolerme empecé a recibir golpes por todo el cuerpo, las costillas, las piernas, la espalda, y así sucesivamente. Mis oídos empezaban a sangrar y solo sentía pitidos a través de ellos. Diez segundos más para sentir que mi cuerpo perdía por completo las fuerzas y que no existía en él. Creí que el monstruo que me estaba haciendo todo esto se había dado cuenta que mi respiración ya era nula y que hiciera lo que hiciera ya no lo iba a sentir más. Mi pulso de debilitó casi a cero y mi cara se tumbó hacia un lado. El final, había llegado. ¿Cómo sentía todos mis pensamientos si ya no reaccionaba nada en mí?

De repente una especie de aura de color liloso me recubrió todo el cuerpo, era brillante y no dejaba de vibrar entre sí. Al siguiente golpe del monstruoso castigador una fuerza externa retumbó y pegó un buen golpe contra pared situada al norte de la habitación. Se quedó aturdido, pero aún regresó con más venganza y rabia contra mi cuerpo para intentar dar un segundo golpe en él. Tampoco tuvo suerte esta vez y volvió a impactar su tremendo cuerpo contra aquella pared. La iluminación seguía recubriéndome toda. Era como una protección que no dejaba que me siguiera haciendo daño. Era un fenómeno extra natural que no entendía cómo podía estar sucediendo. No lo controlaba, pero tampoco era extraño ya que no controlaba nada de lo que me estaba pasando con anterioridad. Solo pensaba que en aquello me había salvado la vida, porque aquel hombre me la hubiera robado con tan solo un par de golpes más.

Me cuerpo volvía a restablecer las constantes normales, aunque el pulso corría más de lo normal. La excitación que actuaba de nuevo en él era terrible.

Miré como pude al resto de la habitación para saber que sucedía y vi brillar algo debajo de la pica, lila, resplandeciente y cayó y se apagó. La mariposa. Nuevamente ella, aquello, o el ser en sí quería protegerme. Intenté levantarme del suelo y el aura desapareció. Ya no corría peligro, el gigante estaba estirado en el suelo, muerto quizá o solo inconsciente, pero a mí ya me bastaba. ¿Y, Noa? Se abrió la puerta y mi suerte iba en aumento. Era Noa, había venido a intentar salir de nuevo de allí, conmigo. Juntas. Por el camino que entramos en esta aula o por dónde yo diera la opción de nuevo, porque ella lo único que hacía era confiar en mí, seguir mis pasos, siempre y cuando siguieran juntos. Necesitábamos salir de allí. Sentirnos libres y estar seguras de no separarnos. Nos necesitábamos la una a la otra. La verdadera amistad. El sentir que por muy lejos que estés siempre estarás a su lado, que si necesita lo que sea tú se lo darás. No importaba el tiempo que hacía que no nos veíamos, no importaba nada más que ser una. Que ser mejores amigas, que estar unidas. A las buenas y a las maduras. ¿Por qué en eso consta la amistad, ¿No?? En saber y sentir que siempre está ahí. Que las cosas buenas juntas son más buenas y las malas que se pueden superar. No le falta ser de mi sangre para sentir su hermandad.

Así pues, me cogió de la mano y me dijo:

— ¿Ahora qué Lía?

 Y yo le contesté de inmediato. — Ahora ya podemos salir de aquí de una vez, ahora estamos listas para que nada ni nadie nos pisotee. Somos lo suficiente fuertes para saber que este no es nuestro lugar y lo que nos depare ahí fuera solo se sabrá cuando estemos ahí.

Mi miró a los ojos y se le escapó media sonrisa que me lo dijo todo. La agarré aún más fuerte de la mano y corrí hacia la pica donde se situaba la salida al túnel. Estaba la mariposa ahí y me dispuse a cogerla. Lo que no pensé, en tan tierno momento era que la mariposa reaccionaba a cada pensamiento tranquilo y sincero que yo tenía en salir de algún lugar y volver a mi hogar. Y claro, exactamente estaba en ese momento. Así fue que en segundos sentía nauseas de nuevo y mal estar general. Mucho más fuerte que nunca antes, mucho más doloroso también y mi cabeza iba a estallar en uno u otro momento. Pero caí como del cielo en un espacioso césped, cómo de un parque. En seco, de pleno. Me encontraba allí, no noté ni un golpe ni nada, solo dolor en la mano derecha y miré hacia allí.

— ¿ Noa? — Pregunté.

— ¡Hola Lía! Tal y como hablábamos hace un día genial. ¿Sabes si tu madre y Charlie van a tardar en arreglar el jardín? Con lo bien que se estaría en el ahora, pero nos han preparado la merienda. ¿Y qué has dicho que era? ¿Pastel de fresas? Mmmmm Lía, me muero del hambre.

¿Qué veían mis ojos? ¿Qué escuchaban mis oídos? ¿Noa? ¿Mi madre? ¿Quizá la realidad? ¡Jolines! Al coger la mariposa, Noa estaba cogida de mí de la mano y seguramente este viaje lo hicimos juntas. Por eso todos aquellos efectos tan malos y dolorosos, como antes nunca. Dejé de pensar, estaba feliz. Cómo mínimo creía en que todo volvía, ahora sí a ser la realidad. Abracé a Noa, y de tanta alegría ella ni se inmutó.

— ¡Vamos a merendar Noa! Yo también tengo hambre. — Solté en el mismo momento.

Solo sonrió cómo antes de coger juntas la mariposa, y cogió la cesta de la merienda y a preparar todo feliz, a mi lado, sin saber de nada. Yo solo la miraba y disfrutaba de estar a su lado. De repente un balón blanco tenía trayectoria hacia nosotras, pero sin poder evitarlo cayó sobre la cabeza de Noa, dejándola estirada en el trozo de trapo que teníamos como mantel de picnic. Solo fue un susto, se recuperó en segundos y empezó a gritar a todo aquel grupo de chicos situado a uno y otro lado de la red. En pocos segundos ya se acercaba un chico apuesto, tímido, unos ojos preciosos de color verdosos, pelo castaño claro...

— ¡Hola! Perdona no queríamos daros, ha sido un fallo técnico. Soy Zac ¿Y tú? — Dijo de golpe mirándome. 

— ¿Yo? ¿Yo? Pues... — No conseguía gesticular con sonido ni una sola palabra.

— Ella es Lía y yo Noa, ¿Qué pasa que el parque es pequeño para que tengamos que estar pendientes de que nos deis con la pelota? — Soltó con mucha rabia dentro.

— ¡Noa! — Le contesté yo.

— ¡No, tranquila! — Dijo el chico mirándome de nuevo. — Ella tiene razón, pero el problema es que vosotras estáis en la zona que nosotros jugamos, ya que la red no la podemos mover y vuestro culo sí. — Se fue por dónde había venido, pero no sin antes guiñarme el ojo.

¿Y a mí por qué me suena tanto ese chico? ¿Cómo ha dicho que se llamaba? ¡Zac!

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Espero os guste y enamore tanto como a mi. Este capítulo es especial y quizá el último. 

gracias!!!!♥ 



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⏰ Última actualización: Aug 07, 2018 ⏰

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