Capitulo 4

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El vuelo fue relativamente corto, dos horas y media, pero fue corto sobre todo porque hicimos todo el trayecto durmiendo.
Al llegar fuimos a buscar las maletas, y estuvimos rezando a todos los dioses y cosas divinas y no divinas porque salieran nuestras maletas que, desgraciadamente fueron las últimas en salir.

-Si es que la mala suerte la tenemos de fábrica- dijo Maria haciendo que riera.
- Que exageración por favor -conteste riendo -Venga vamos a ver si averiguamos como llegar al pueblo en el que vive mi tía.
-¿No sabes el autobús que hay que coger?- me dijo entre asustada y divertida. Parece que no me conozca, soy un desastre andante.
-En cuanto lo descubra, sabré cual es- dije sonriendole y guiñándole un ojo.

Después de preguntar en tres ventanillas diferentes y de conseguir comprar los billetes después de como quinientos intentos, conseguimos sentarnos tranquilamente en el autobús.
Nos quedaban dos largas horas para poder escuchar música y seguir durmiendo. Maria consiguió dormirse nada más arrancó el autobús, pero yo estaba embelesada con el paisaje.
Era todo tan verde,verde con todas sus tonalidades, con tantas plantas y agua por todas partes... Era tan diferente al paisaje en el que había crecido, seco con arbustos pequeños y lleno de colores ocres, marrones y diferentes tonos de rojo.

Pasábamos pequeños pueblos, en los que era raro ver a personas, y si se veían estaban sentadas en la puerta de sus casas, paseando perros, o simplemente hablando con otros vecinos.

Cuando ya se me estaba haciendo un poco largo el viaje pude divisar un pueblo un poco más grande que el resto de los pueblos por los que habíamos pasando. Bonitas casas de dos pisos con grandes jardines y altos árboles se encontraban a ambos lados de la carretera principal que atravesaba el pueblo de arriba a abajo.

El autobús paro en una pequeña plaza, en el centro de esta había una pequeña fuente y bancos al rededor de esta.

Maria y yo nos bajamos y cogimos nuestras maletas. Antes de emprender el camino en busca de la casa de mi tía, nos sentamos un rato en uno de los bancos de la plaza a hablar un rato.

Recorrí la plaza con la mirada, y recordé los veranos que pasaba aquí cuando era más pequeña. Desde que tenía 6 hasta los 13 venía aquí todos los veranos algunas semanas. Salía con Liam y sus amigos, y nos pasabamos los días jugando en la calle. Mire a la fuente y me acorde de una vez que me caí jugando al escondite, y me hice una herida en la rodilla. Mi primo se sentó conmigo en la fuente y me limpio en la herida mientras soplaba.
Sonreí ante aquel recuerdo, habían pasado 9 años desde aquello, y de alguna forma me entristecía bastante el que las cosas hubieran cambiado tanto, y por unas cosas y otras no haya visto a Liam desde hace 4 años. No son muchos años, pero a esas edades se cambiaba mucho tanto física como mentalmente, y a lo largo de estos años me habían pasado tantas cosas que estaba más que claro que no soy igual a cuando tenía trece años.

-¡Clara! ¿Me estas escuchando? ¡Clara!- el grito de Maria me sacó de mis pensamientos, y me límite a sonreirle mientras me encogia de hombros.
- Venga vamos, tengo unas ganas de volver a esa casa, estoy segura de que te va a encantar- le dije a Maria mientras la cogía de la mano y con la otra levantaba de nuevo mi maleta.

Caminamos a través de las calles y Maria me iba preguntando cosas sobre el pueblo, y yo le contestaba lo poco que sabía y podía.

Llegamos a la casa y la mire de arriba a abajo. Estaba igual que la recordaba cuando era pequeña, pero estaba pintada de blanco, y el ventanuco del desván tenía un marco de pintura roja que le daba un aire original y encantador.

No pude evitar sonreír y mirar a Maria.

- Tranquila, será igual que siempre- dijo Maria como si me hubiera leído el pensamiento.

Era increíble como Maria había llegado a conocerme tan bien que en algunas ocasiones juraría que hasta me conoce mejor que yo. Nos conocemos desde hace 6 años, en los que nos hemos unido muchísimo y nos hemos convertido inseparables, hasta al punto de llegar a necesitaremos de una manera brutal.

Con una mirada de fuerza por parte de Maria me atreví a subir al pequeño porche que había y tocar el timbre.
Me gire a mirar a Maria cuando de repente siento que se abre la puerta y oigo una voz que hace que me gire inmediatamente.

Summer ForeverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora