Caída libre /Yaoi/ [Finalizada]

Capítulo 2 "Golpe bajo"

Estaba muriéndome de hambre.

Suspiré mientras caminaba hacía la cocina encontrándome con la delgada y castaña figura de mi madre centrada en sus tareas de cocinar.

Finalmente la navidad había llegado. Ayer por la tarde cerré la tienda por las fiestas y hasta enero no volvería a preocuparme por esta. Estaba esforzándome en estudiar para mi carrera, rendir las materias que me quedaban y pasar de año de una vez por todas.

Hoy en la mañana recibí una llamada de mi madre diciendo que pasaríamos navidad en casa y que llegara temprano, así lo hice.

Cuando ingresé en mi ex-hogar me encontré con Ana la cual estaba acompañada por mis tíos, a mi otros primos Alex y Corey también junto a su familia y a mis abuelos. Me gustaba que todos en la familia nos lleváramos bien, pero a veces el tenerlos en casa se volvía un poco tedioso.

Mi estomago rugió furioso.— Mamá tengo hambre.—Le dije con una mirada cansada.

Se giró mientras veía como le daba los últimos toques a la comida. —Espera un poco más, no falta mucho para que tu tío llegue.

Bufé frustrado, la estúpida costumbre de mi madre de esperar a que todos estuvieran presentes antes de comer iba a volverme loco. Necesitaba demasiada paciencia si querían que lidiara con esto sin estallar.

Me lancé en el sillón del living de casa dejándome cara a cara con mi prima la cual estaba con su celular en mano enviando mensajes, probablemente a Zac. —¿Debemos esperar?—Asentí en silencio.—Esta bien.

Ahora que veía a mi prima el recuerdo de Luke el otro día en mi tienda se me vino a la cabeza. ¿Tendría que comentarle al respecto? la verdad que aquella visita había sido una molestia, ya que a lo único a lo que se dedicó ese chico fue a tomarme el pelo. Después de repasar sus palabras en mi mente varias veces me di cuenta de que solo estaba bromeando y había dicho aquello solo para molestarme. Ya decía yo que era un idiota.—Ana, el otro día paso por la tienda ese amigo tuyo.—Levantó una ceja confundida.—Luke.

—Oh, ¿de verdad?—Dejó su teléfono de lado.—¿Qué quería?

Hacerme perder el tiempo, aunque obviamente no le diría eso. Le contaría lo principal de nuestro encuentro y dejaría de lado todas las estupideces que me había dicho, contarle eso a Ana era innecesario.—Buscaba a Drew.—La mención de su nombre causó que un escalofrió le recorriera el cuerpo.—¿Algo va mal?

Ella negó. —No, no, es que...

El sonido del timbre nos alertó a ambos y la imagen de nuestro tío ingresando por la puerta hizo que nos pusiéramos de pié para saludarlo.

Después de las cortesías escuché la voz de mi madre al decir—¡A cenar!—y mentalmente festeje, al fin podría comer algo.

***

Ya habían pasado unos minutos de la media noche cuando decidí salir hacia el jardín a tomar un poco de aire fresco. El alcohol estaba recorriendo mi sistema con velocidad, me sentía un poco mareado y tenía una leve sensación de calor. Pero aún así no estaba ebrio.

Mis primos estaban en el otro extremo del jardín mirando como caía la nieve y bebiendo algunas cervezas mientras reían de algunos chistes sin sentido.

Cerré mis ojos apoyándome contra una de las paredes de la casa.—¿Navidad, eh?—Realmente estas épocas del año era en las que por fin podía relajarme. Salía un poco de la rutina encontrándome con un panorama diferente al usual, compartía tiempo con mi familia, pasaba tiempo con los chicos. Todo era un poco diferente.

Desde que terminé la preparatoria mi vida se ha vuelto aburrida, predecible, domestica y sin emociones.

Dejé de ver a aquellos que en un pasado había llamado amigos, dejaron de llamarme, de buscarme. Perdí todo contacto con las personas que habían compartido años valiosos de mi vida, no me quedo nadie. Cuando cumplí los dieciocho años descubrí que mi novia me estaba engañando y ahí fue cuando me quede completamente solo. Aunque la perdida de esa chica no me marco mucho, tan solo había sido una relación de medio año y nunca me había sentido totalmente a gusto con ella. Pero podía decirse que era un entretenimiento tenerla rondando por casa o que me enviara mensajes pidiendo que nos encontráramos. Le daba un poco de sabor a mi vida. Ademas de sexo. Aunque creo que jamas hubo un sentimiento parecido al cariño o al amor cuando nos besábamos o lo hacíamos, solo era una sensación de conformidad que compartíamos y nada más.