CAPITULO 2: El Amor está sobrevalorado, pero...

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A la mañana siguiente Otoya cuando abrió los ojos vio que en la habitación no había nadie aparte de él, al parecer Tokiya no había regresado en toda la noche a la habitación, lo cual esperaba

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A la mañana siguiente Otoya cuando abrió los ojos vio que en la habitación no había nadie aparte de él, al parecer Tokiya no había regresado en toda la noche a la habitación, lo cual esperaba. Seguro que Otoya no se esperaba que finalmente se dormiría después de todo lo sucedido esa noche, fue una gran sorpresa. Sin levantarse todavía de la cama miró a su izquierda donde estaba la cama vacía de Tokiya, y su mente comenzó a recordar los sucesos de la pasada noche, siguió analizando el asunto con cuidado.

- Yo a Tokiya... ¿qué es para mí? - susurró con lentitud para sí mismo mientras se rozaba levemente el labio inferior con las yemas de los dedos hasta que de repente, cayó en la cuenta de que tenía que ir a clases.-

Giró la cabeza hacia la derecha para mirar el despertador situado sobre la mesita de noche, fue cuando sus ojos se abrieron de sorpresa al ver que ya pasaban de las 9.

- ¡Mierda, llego tarde! - gritó en voz alta mientras rápidamente se levantaba de la cama y se precipitaba hacia el baño para darse una ducha rápida y dirigirse a clases. Debía agradecer que usaran uniforme, pues no habría tenido tiempo ni a escoger la ropa para ponerse.-

Ese día como era de esperarse, llegó tarde y fue regañado por el profesor Tsukimiya, pero su cabeza estaba demasiado distraída como para darle importancia a la regañina. En esos momentos los estudios eran el menor de sus problemas.

Al finalizar las clases, las cuales ese día fueron más teóricas que prácticas, se dirigió a su cuarto pero a medio camino recordó que no estaba preparado para verle la cara a Tokiya, pero...

"No podía negar que su subconsciente rogaba por volver a verle"

¿A dónde podía ir si no era de regreso a la habitación? ¿Sería bueno buscarle para poder hablar sobre lo ocurrido? Y si se produjese el reencuentro, ¿qué era lo que esperaba escuchar?

Entonces recordó que en el segundo piso había un saloncito que se usaba como lugar de estudios o simplemente para pasar un rato tranquilo. Decidió ir allí solo hasta que sus pensamientos se ordenasen, y ya de paso sea dicho, quería evitar los vívidos recuerdos de los recientes sucesos en el dormitorio.

Al llegar se quedó parado momentáneamente frente a la puerta hasta que se decidió a abrirla. Era la primera vez que entraba a ese cuarto por extraño que sonase. Se asomó buscando con la vista alguna persona conocida.

"Pero él no está aquí, ¿Por qué me siento defraudado?"

En los alrededores no había nadie, se encontraba sólo en aquella habitación, por lo que entró y cerró la puerta a su paso. La sala era bastante amplia, con las paredes blancas y los muebles del mismo estilo que los demás del edificio. Al fondo se hallaba una pequeña chimenea para el invierno, que en esa época del año permanecía apagada, y en el centro se podía ver una enorme mesa de madera barnizada color caoba con una bonita mantelería en color beige. El centro de la mesa estaba adornada con un jarrón repleto de flores naturales de distintas clases y tonalidades, junto a algún que otro pisapapeles. A ambos lados de la mesa, se situaban dos sofás estilo vintage para tres y dos personas simultáneamente. Estaban hechos de un material similar a la piel, y tenían un tapiz de color bermellón oscuro, a diferencia del color cobalto de las cortinas en ambas ventanas. Otoya se acercó al sofá de la derecha que era el de mayor tamaño, y se tumbó sobre él boca arriba. Se quedó observando con la mirada perdida, la espléndida lámpara colgada en el techo del centro de la sala, mientras siguió mareando la perdiz con el asunto. Nunca se había demolido tanto los sesos en tales asuntos "de amor" si se podía llamar así.

Atracción por lo Prohibido (Uta no prince sama) (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora