"¿venis a casa y dormimos siesta?"
unos delgados dedos juegan con los pequeños rizos castaños en mi nuca mientras trato de encontrar el sueño.
me da a entender el significado de su nuevo tatuaje, relacionado con un evento de su infancia.
no hay lagrimas (porque nunca se muestra débil)
solo una voz ronca y agotada.ojos cansados que no se animan a cruzar miradas.
y es la conversación mas íntima que hayamos tenido.
siento que si comparto esa historia lo estaría traicionado,
dejar a la luz algo que no es mío,
que no me pertenece,
y se perfectamente cuanto se pone en riesgo confiar en nueva gente.
se que le da miedo confiar en mi,
se que le da miedo abrirse con las personas en sí.
lo conozco yo mas a él, que él a mi y ambos lo sabemos.
es frío y jodidamente enfermo.
por eso siempre me gustó, creo.
no quiero pedirle que se deje ver,
es una lucha perdida desde cero,
un tironeo constante.
y lo entiendo,
solo es su forma de ser.
me quiere cerca pero no lo suficiente como para que conozca sus secretos o (insuperadas) tragedias, su mente o las cicatrices en ella.
es autosuficiente e inteligente,
pero un desafortunado en el amor.
¡alguien tan roto como yo!
disfruta ser cruel conmigo (y el resto del mundo), hacer chistes de mal gusto
y le cuesta admitir que me tiene cariño.
ESTÁS LEYENDO
Un boleto a Francia, por favor.
Non-FictionRecopilación de escritos que son demasiado cursis y personales como para leerlos en mi clase de Literatura.