Un boleto a Francia, por favor.

tardes de fiaca

cuelgan sobre nosotros una docena de luces cálidas,

que se prenden y apagan,

mueren y resucitan para espiar un poco del amor que hay en mi mirada

y la sonrisa que se dibuja en su cara el estar acá, echado junto a mi haciendo nada. 

son tardes de vagancia,

como dice él, "de fiaca". 

acompañadas de muchos besos 

y lencería tirada en el suelo. 

en la oscuridad,

cuando las luces se van 

escucho nada más que su respiración serena junto a mis oídos,

su lado tierno reflejado en mimos. 

yemas que tocan mi piel garabateando figuras en mi espalda,

compartimos un silencio, lo demás pierde importancia.

caricias que me dejan en un trance y detienen el tiempo (por un momento)

y cuando se ilumina la habitación,

noto que sólo es cypress hill sonando de fondo y nosotros dos.

le digo que nos estamos viendo muy seguido, y me da la razón.

nos está gustando pasar más tiempo con el otro,

ninguno dice nada, supongo porque no es un problema a remediar.

le propongo venir a casa a no hacer nada y me dice "sos genial".

creo que sos la única persona que me gustó así de tanto,

no se que mierda te pasa conmigo, solo sé que amo cuando me rodeas con tus brazos.

somos dos anti-sociedad, sarcásticos de humor ácido.

escupimos palabras afectuosas casi sin darnos cuentas.

yo suelo hacerlo con acciones, de las que no soy conscientes pero que él nota. 

frío como nadie más, no puedo creer las cosas que me escribe.

"vos sos muy linda cuando recién te despertas" 

y entiende que hay cierto odio en mi ante la mayoría de las cosas que no puedo controlar,

antes me preocupaban pero ahora ya no les doy importancia.

"seguí odiando al mundo, que me encanta".