Capítulo 19. La traidora

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—¡Mierda! —murmuró Hermione—. ¡Nos han oído!

—Nos meteremos en graves problemas —dijo Ron—. Espero que no haya sido un profesor.

Fue Ginny quien se mostró más operativa. Se levantó de un brinco de la silla y se colgó la mochila al hombro.

—No importa si fue un profesor, un alumno o un maldito fantasma. Sea quien sea, hay que atraparlo y realizarle un embrujo desmemorizador o nos acusarán de potenciales homicidas. Carajo, amigos: la situación es realmente más grave de lo que creen. Nos han oído hablar sobre un asesinato.

Salió corriendo hacia el lugar desde donde había venido el ruido y Harry, Ron y Hermione se apresuraron a no quedarse atrás.

Eran cerca de las nueve y la biblioteca estaba desierta. Con las varitas en alto echaron a andar por los diferentes pasillos, flaqueados por grandes estanterías aquí y allá.

Hermione divisó un brazo perderse en la esquina, tras una estantería.

—¡Por allí! —exclamó.

Doblaron el siguiente pasillo y se obligaron a detenerse. Había una persona de pie, a unos cinco metros, mirándolos fijamente y con una malévola sonrisa dibujada.

Era...

—¿Romilda Vane? —preguntó Hermione con un hilo de voz.

El hechizo los sorprendió porque vino de atrás. Alguien los atacó a los cuatro de espaldas. Harry, Ron, Ginny y Hermione cayeron en diferentes direcciones haciendo un gran escándalo.

Hermione sintió cómo la maldición le quemaba la espalda. Intentó ponerse en pie nuevamente para contraatacar, pero todo empezaba a oscurecerse. Finalmente, todo se desvaneció.

Había mucho ruido en aquel sitio. Gritos, alaridos, golpes. Y mucha oscuridad. Hermione abrió los ojos y, por un momento, creyó que estaba ciega. Cuando sus ojos se acostumbraron a la negrura se percató de que en realidad se hallaba en un cuarto con las luces apagadas

Tampoco tardó demasiado en darse cuenta de que todo el ruido estaba dentro de su cabeza; en aquel lugar reinaba una paz inquietante.

Sintió un gemido al lado de su oreja y volteó bruscamente. A duras penas pudo ver a Ginny a su lado, semiinconsciente, apoyada contra la pared y murmurando cosas ininteligibles.

—Ginny —susurró Hermione, zarandeándola suavemente—. Despierta.

La muchacha abrió los ojos de inmediato.

—¿Qué ocurrió?

—No lo sé. —Hermione comenzó a tocar todo a su alrededor.

Estaba sentada en un suelo de piedra y había unos barrotes muy duros y fríos frente a ella. Alzó la cabeza y pudo ver que había un techo de metal.

Estaban en una celda.

Buscó a tientas su varita pero no la halló. La persona que los había atrapado no había sido tan tonta de olvidarse de desarmarlos.

—¿Harry? ¿Ron? —llamó Hermione en la oscuridad.

Nada.

—Rayos —soltó Ginny, poniéndose de pie—. Estamos en una maldita jaula, Hermione.

—¿Ginny? —preguntó una voz adormecida—. ¿Hermione?

—¡Harry! —exclamó Ginny—. ¿Dónde estás?

Hermione Granger en la Sororidad de las BrujasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora