Capítulo 24

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La noche había terminado usualmente, Harry se fue para su casa y yo para la mía, nada de otro mundo.

Estaba en la casa con todo el mundo. Elisa ayer me formó un peo horrible porque la dejé sola en el club con gente que no conocía, Elisa no es de formarme peo por estupideces, pero naguara... es que de paso estaba también como medio tomada, así que la deje desahogarse.

Harry me invitó a salir, me llamó temprano para decírmelo. Ese hombre no puede ser más cursi y salio' porque no es familia mía.

Pero no es que me moleste...

Me invitó a salir a ese restaurante que él dijo que le gustaba mucho, que honor. Aunque nunca dejó claro si era una cita o no, pero tomando en cuenta lo que pasó anoche, quiero sentirme especial llamándolo una cita.

UNA CITA CON HARRY MARICO STYLES, ME ENCANTA.

Mi mamá saldría y Elisa se quedaría sola en la casa ya que aun no se quería ir para la suya.

—Elisa, ¿estoy bien así? —dije saliendo del baño— Aun no me convence, es que...

—Te ves preciosa, chama —sonreí y me senté en la silla de la peinadora.

—Estoy nerviosa —suspiré y me vi en el espejo—. Es que aun no lo entiendo, antes nos llevabamos bien; luego se volvió raro por lo del beso...

—¡¿Se besaron?! —exclamó levantándose de la cama con una sonrisa, asentí— Marica...

—Aja, luego peleabamos por maricadas pero nada especial y aun no entiendo cómo es que tiene las bolas para decirme que le gusto.

—Cariño, entre gustos y colores... —giré los ojos y ella chasqueó la lengua—. Es que, ¡mírate! Eres bella, chama. Yo me enamoraría de ti... mentira, no eres mi tipo pero eres pana y gafa... pero pana

—Soy una carajita que va a cumplir dieciocho a penas y es muy rápido, ¿no crees? —dije pegando las manos en mis muslos—. Espero que no llegue a jugar así con mis emociones y sentimientos.

—Y si lo hace al menos puedes llegar a decir que lo tuviste como amigo... y algo más —dijo divertida. Giré los ojos y reí.

—Cállate.

Ya había pasado suficiente tiempo y Harry me había llamado para irme a buscar, tenía el corazón en la garganta.

Tengo años sin saber que es ir a una cita. Espero no cagarla... tanto.

Estaba dando vueltas en la sala cuando escuché el timbre y ahogué un grito.

—Echale bolas, chamita —dijo Elisa y abrí la puerta.

Hola —respondí y luego suspiré. Estaba bellísimo, le podría dedicar cada suspiro, naguara...

Aja, Valentina, aguantala.

¿Cómo estás? —sonrió. Me veía directamente a los ojos. Eres gafo, sus ojos son preciosos, naguevonada.

Le sonreí porque me había quedado como una gafa viéndolo directamente a los ojos y estaba contradiciendo mis pensamientos y las cosas que había dicho. Cerré la puerta y salímos de la casa.

Suspiré preparándome para lo que venía, y no hablaba solamente de la cita. Rumores, artículos, insultos, teorías, y pare usted de contar.

Dale, Valentina, has pasado por cosas peores.

Vía al restaurante hablamos normalmente y no habían ninguna tensión entre nosotros, le eché vaina, me echó vaina. Todo normal, como si nada hubiera pasado.

Prima venezolana »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora