Capítulo 30

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Había pasado exactamente un mes desde que me fui de Londres, y para nada me vine, aún no he empezado las clases en la universidad.

Había pasado un mes sin verle la cara a Harry, tratamos de hablar por Skype pero el internet no nos ayuda. Nos hablábamos cada vez que podíamos, pero la diferencia de horario no ayudaba mucho, realmentle.

Justamente le estaba hablando a Harry que comencé a asistir a talleres de fotografía a ver qué tal me iba, yo tenía una cámara, pero era alquilada, no podía darme el lujo de comprarme una.

Elisa me había dicho que comenzó a meterse en el mundo del modelaje, y le había ido tan bien que ya una marca de jeans la había contactado para que la representara. Que fino justamente pasas esas cosas cuando yo no estoy con ella.

Es que a mi me pasan unas VAINAS.

Se acercaba el día del amor y la amistad, el famoso catorce de febrero, día de San Valentín, y yo sólo lo celebrare con el techo, con mi teléfono, personajes de libros, mis posters y helado.

Hablando de helado, tengo hambre.

Pero eran las doce y media de la madrugada, despertaría a mi mamá, me regañaria y sacaría a luz la bruja que hay en ella.

No me quedaba nada más que hacer sino que seguir agarrando arrecheras con el maldito Internet.



[...]




—Valentina, voy a ir al trabajo, limpia la cocina, friega los corotos... —siguió diciendo un poco de cosas justamente cuando yo me levantaba. Con la sorpresa que faltaba menos para san valentin. Capaz ella ese día saldrá a buscar quien le brinde y yo encerrada en estas cuatro paredes

—Bendición —me volví a tirar en la cama, escuché que cerró la puerta y fue cuando me levanté. Agarré el teléfono y sólo tenía notificaciones de Twitter y WhatsApp de Elisa. Entré en Twitter por la curiosidad, luego salí por la mierda que decían.

Era viernes, el viernes más aburrido del mundo, y con la sorpresa que cancelaron el taller porque se fue la luz en el sector donde dan el taller. Pero eso me tomaría más tiempo para practicar por mi cuenta con la cámara.

Me llevó mucho tiempo hacer lo que mi mamá me mandó, pero terminé haciéndolo como hija chévere y con complejo de Cenicienta que soy.

A medias, claro.

Ahora el dilema era ¿a qué le tomo una foto? Porque también teníamos que llevar una foto para un proyecto y presentarla delante de unos fotógrafos y yo estaba era cagada.

¿Le tomo foto al patio con todo el materio que hasta serpiente hay?

¿Le tomo foto a la poceta?

Necesito a alguien a quien tomarle una foto, pero no tenía a nadie, y no por nada del mundo le tomaría una a mi mamá.

Pero tenía una preciosa y sabrosa mandarina y como no había luz eléctrica, abrí las cortinas de la cocina y pegó el sol bien lindo.

Le tomé la foto, ahora tenía que mandarla a un correo pero gracias al maldito gobierno socialista, no había un coño de madre luz.

Le tomé la foto, ahora tenía que mandarla a un correo pero gracias al maldito gobierno socialista, no había un coño de madre luz

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[...]



Pasé como tres horas sin luz, chama. Me sudaba desde la cocoya hasta las admigdalas, lo peor es que no tenía megas y nawebona de ladilla. Tampoco podía dormir porque el calor que hacía no jugaba carrito, y tampoco me podía bañar porque sin luz no hay agua.

Estaba bonitica.

Vinieron hasta a evangelizar. Pero no vino la luz.

Ahora sí podía enviar la foto por el correo. Pero, ¡sorpresa! No me cargaba la página, justamente en este momento fue cuando CANTV le dio la maldita gana de ponerse necio. Reinicié el módem, ahora si estaba más rápido.

La inteligencia es poder.

Le envié la foto al profesor, sólo esperaba que no fuera tan tarde para hacerlo. Y si es que me la acepta porque unas mandarinas en un plato no es la mejor cosa.

Luego de minutos mi mamá se dignó a llegar.

—Valentina, Dios te bendiga, anda a donde los chinos a comprar una bolsa de nestea.

De nuevo a la rutina.

Prima venezolana »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora