Capítulo 4

393 28 3
                                    

Ya llevamos aproximadamente una semana viviendo en este gigantesco ático.

Ni siquiera intento molestarme en dirigírle una simple mirada a mi madre, ya que le molesta el mero hecho de que solo respire.

He decorado mi nueva habitación a mi manera:

Mi cama se encuentra en una esquina, unida a mi magnífica vista; al lado de ella se encuentra una pequeña mesita de noche decorada con un simple ramo de rosas blancas, mis favoritas; en la otra punta del cuarto hay un gran armario de puertas correderas con largos e impecables espejos en ella, se encuentra empotrado en la blanquecina pared.
Al lado de ella, hay una pequeña estantería repleta de espectaculares libros; lejos de la estantería blanca se sitúa un blanco escritorio con un gigantesco espejo, una cálida alfombra blanca y peluda se halla a los pies de mi confortable cama; y unas pequeñas amarillentas luces navideñas dan vida a la impecable pared.

Ya descrita, me dirijo al baño de mi alucinante habitación, donde el color que más resalta es el simple blanco; una gran bañera, un lavamanos con espejo y lleno de cajones blancos, repletos de maquillaje que nunca suelo usar.

Una vez ya descritas mi habitación y baño, me preparo con unos zapatos negros de suela plana y un simple vestido de tiras blanco que acaba a unos tres dedos por encima de mis rodillas; no me gustan los vestido pero si a mamá, ya que no le gusta que siempre lleve pantalones, camisas anchas y deportivas, así que más que nada lo hago para complacerla <<solo por hoy>> me dije a mi misma.

Una vez preparada, bajo a desayunar, son las 10:30 ya deberían haberse ido ambos.
Bajo y así es, estaba en lo cierto, ninguno de los dos se encontraban en casa y lo agradecí enormemente.

Desayuné unas tostadas y un vaso de zumo de naranja natural, cuando finalicé salí corriendo hacia la puerta, no sin antes soltarme mi larga cabellera ondulada, coger mi móvil y las llaves de casa; entonces sí, salí.

Camino por las inmensas calles sin saber exactamente hacia donde me dirijo,  así que podré por lo menos conocer nuevos lugares.

Camino, camino y sigo caminando, y lo que más destaca aquí son los inmensos rascacielos. Mi vista únicamente se pierde por las calles, las tiendas, los restaurantes... Simplemente espectacular.


(-----)

Estaba exhausta, llevaba horas paseando y descubriendo lugares que nunca antes me hubiera imaginado, simplemente querría decir que era absolutamente maravillosa todo lugar la cuál llegué a visitar.

Había muchísimos sonidos que se tornaban en mi cabeza ya molida, en ruidos, más que nada en estruendos.

Ya eran las 5:15 y empezaba a anochecer lentamente, llegaba a sentir frío y escalofríos gracias a la fría brisa que recorrían las calles, repletas de gente. Me maldije internamente por no haber traído un abrigo o algo parecido... siempre me seguía la mala suerte.

Caminaba en dirección a casa tranquilamente, hasta que sentía a un coche persiguiéndome.

<<Asia eres una peliculera, nadie te está persiguiendo, verás, métete en ese callejón y vas a ver que pasará rotundamente de ti >>

Esta bien me meto en un  callejón oscuro y desolado a la espera de que el coche pase.

Pasan como aproximadamente un maldito minuto que se me hizo eterno y supuse que tubo tiempo suficiente para que se haya marchado. Pero me equivoqué, de aquel coche salió un tipo moreno, mucho más alto que yo, delgado y vestido desaliñadamente.

Se acercaba a mi poco a poco, caminaba como si estuviese borracho, y yo me alejaba dando pequeños pasos hacia atrás, pero una vez que mi cuerpo chocó contra la dura y rocosa pared, ahí me di cuenta de que estaba perdida, de que algo catastrófico me iba a pasar, el miedo me recorría el cuerpo y a la vez me flaqueaban las piernas con temor, de alguna manera sentía que iba a desplomarme en el sucio suelo.

TODO O NADA © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora