Diez

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Tras la línea del móvil el ojiazul soltó una risotada adorable mientras bromeaba con su amiga, no se daba cuenta cuánto le ayudaba esa chica cada día.

Se sentó en su cama luego de la conversación con Shanna y dejo que su buen humor fluyera, tal vez a Dan no se le ocurriría traer a la chica de sonrisa hipócrita y podría dejar de estar huyendo de casa para no tener que enfrentarse a eso.

Se levanto para ir a la cocina y mirar a Dan sentado en un sofá mirando hacia la ventana.

Dan podía sentir tantas cosas a la vez que aveces lo asustaba, y más que nada lo confundía. Debía de mostrarle a todos sus dos lados y eso significaba dejarse de tanta mierda y aclarar su mente por un segundo. Pero parecía no poder hacerlo y eso ya estaba sacando de quicio a la gente a su alrededor.

Se le hacía fácil concentrarse en otras cosas para olvidarse de algunos, así que tomaba esa opción y de ella se aferraba. Eso era todo lo que estaba haciendo en esos momentos, tratando de cubrir un problema con otro.

Phil lo miro un segundo antes de salir.

— ¿Vas a quedarte aquí en casa todo el día?— preguntó.

Dan quitó su mirada de la ventana y miro al chico frente a él.

— Si, creo que saldré.— respondió con indiferencia.

El ojiazul solo asintió comiéndose las dudas y saliendo del apartamento.







Cuando estaba por subir las escaleras hasta la puerta del apartamento miro como Dan y Brittany se encontraban en la entrada despidiéndose hasta que la chica noto la presencia de este y tomo a Dan del cuello de la camisa, besándolo en los labios de repente.

El ojiazul trató de respirar, contar hasta diez, y no explotar en mil pedazos antes de que las escena pasara.

Miro a Dan que hasta ahora se daba cuenta de que Phil había presenciado tal cosa y sus ojos derramaban un poco de miedo.

La chica bajo por las escaleras mientras Phil la subía con una tensión en el aire que si se rompía, podría explotar el mundo entero.

Se topó con Dan al entrar en su apartamento y su respiración agitada por la rabia estaba tratando de esconderse con gran fracaso.

— ¿Esto es lo que quieres?— le preguntó al castaño.

Dan se mordió escondiendo la parte baja de sus labios con sus dientes y miro abajo como un perrito regañado mientras Phil no quitaba su mirada de fuego.

— No lo sé. — negó con la cabeza Dan.

El corazón de Phil estaba hecho un puño y lentamente se abría dejando su faceta cada vez más débil.

— ¡Claro que no lo es, no sabes lo que haces ni lo que quieres y estoy arto que juegues conmigo y contigo al mismo tiempo! — exclamó dejando todo salir.

Quería irse de ahí y dejarlo solo, pero el castaño alzó la cabeza para ver el triste rostro del ojiazul y darse cuenta de lo que estaba exponiendo en ese momento.

— Yo no... Pensaba "jugar contigo"— respondió con una voz débil.

La escena cada vez se hacía más patética pero no le importaba, mientras todo al final quedará claro.

— Pues lo hiciste.— dice en tono suave con los ojos cristalizados.

Dan alzó un poco la cabeza, miro los ojos azules del chico que tenía al frente y le rompió el corazón darse cuenta de que había estado haciéndole daño a alguien que quería proteger.

Phil se acercó lentamente y tomó la barbilla del chico besándolo suavemente humedeciendo sus labios. El chico dejo caer una lagrima que fue ignorada por la repetición inmencionable de besos.

Phil ayudó a Dan con su camisa mientras veía cómo podía tocar su cuello sin ser rechazado esta vez.

El castaño subió sus manos hasta el cabello oscuro de su amigo tomándolo con una sensual agresividad y mordiendo sus labios, lo estaba disfrutando vaya que lo hacía y hasta el momento no se le venía a la cabeza una razón para detenerse.

Phil tomó los brazos de Dan acomodándose en el sofá, volteándolo y quedando encima de este recorriendo desde su nuca hasta sus jeans con pequeños besos escuchando su respiración agitada.

Cuando estaba apunto de llegar a desabotonar sus jeans todos se encontró con el miedo que había provocado todo. El miedo de no ser aceptado por su familia o simplemente limitarse a aceptarlo el mismo.

"Esto no puede ser así" pensó.

— No, no Phil para.— dijo tratando de soltarse de las caricias de su amigo.

Phil se encontraba más confundido que nunca.

— ¿Qué?— exclamó furioso.

Dan se sentó mirándolo.

— No puedo. — negó con la cabeza.

No sabía el miedo que Dan tenía sobre si alguien se daba cuenta de lo que en realidad sentía y por eso se torturaba a los dos.

El chico de cabello oscuro no aguanto más, se levanto de allí tomando su camiseta y pateando todo a su alrededor con el corazón más que roto con ganas de gritar hacia el cielo.

Se puso su camisa y tomo una decisión desesperado al punto máximo.

Prólogo.

Don't Let Me Go | PhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora