Doce

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Ahí estaba, un chico alto castaño, de ojos oscuros que hacía que su corazón se estrujara.

Shanna miró al castaño y luego al ojiazul no quería que esto saliera mal de alguna manera.

Dan solo miró a Phil detenidamente como si fuera un fantasma y no dudó un segundo en abrazarlo.

Phil se negó a tocar a Dan, saco sus manos de encima de él y lo miro casi con asco.

— No me toques Daniel. — digo en una voz verdaderamente grave y seria.

— Phil, no te puedes ir de repente y dejarme así. — comentó herido.

El ojiazul se enojo aún más si es que era posible. ¿No podía? Ya lo había hecho y toda la culpa la tenía el castaño.

— Viste como si soy capaz de hacerlo, y lo siento pero no quiero hablar contigo en estos momentos. — dijo tratando de seguir bajando las escaleras.

Y así de predecible, Dan lo detuvo de nuevo.

— Mira los siento, lo siento, lo siento demasiado, son un idiota y sé que te he lastimado y me odio por eso no me dejes con esta gran culpa que siento Phil, lo siento de verdad perdóname, me diste ese beso antes de dejarme que me dejó toda la esperanza en nosotros, sé que todo lo que digo es pura mierda pero créeme lo que te digo Phil te necesito. — dijo tan desesperado dejando que su corazón hablara.

Phil lo miró dos escalones abajo de él con los ojos cristalinos y una cara desecha. Pero Phil no era fácil, no esta vez.

Sintió su disculpa verdadera, y en el fondo de su corazón lo perdonaba.

El ojiazul solo miro a Shanna que se encontraba presenciando el gran espectáculo y luego miro a Dan para dar su respuesta.

Phil era vulnerable en esos momentos, quería llorar también pero sabía que eso no le serviría de nada.

— Te creo Dan.— susurró. — Pero tendrás que intentarlo mejor en otra ocasión. — le sonrió con su mejor esfuerzo y siguió su camino abajo con su amiga.

La escena fue algo que se quedo en la cabeza de los dos por bastante tiempo, pero Dan tenía algo en qué pensar. ¿Que haría para recuperar a su amigo en este punto?

Sabía que Phil era una de las mejores cosas que le pudo pasar al universo, una mente tan creativa, alguien tan amigable, adorable y curioso sin dejar atrás sus atributos físicos que lo hacían lindo sin si quiera olvidar lo sensual.

¿Pero qué hacía pensando en él de esa manera? O la pregunta era lo contrario.

Phil no pedía un millón de dólares como disculpa pero era algo difícil después de todo lo que él se había tragado, más que podía admitir que aveces le gustaba mirar cuanto una persona podría necesitarle.

Se imaginaba una disculpa sincera, algo como lo anterior pero que le trajera los buenos momentos de vuelta, un recuerdo al que fuera imposible negarse, algo que lo prendiera sin mucho esfuerzo a las altas expectativas que alguien como Dan le daba.

El castaño por otro lado le daba tiempo a las ideas, quería que todo saliera perfecto y no volver a cagarla por enésima vez. Tendría que pensar en algo que lo prendiera, como los toques en la sien o compartir la misma manta en el sofá mientras miraban atentamente una película, pero todo eso era algo que no podía hacer exactamente pero estaba dispuesto a intentar una y otra cosa hasta que el otro chico se cansara y aceptara la disculpa.



Phil llevaba casi una semana en el apartamento de Shanna todo al parecer era muy rutinario, pero eso no le importaba al ponerse en los zapatos de la chica.

Salía a ayudar a Shanna con cosas de la casa y miraba para todos lados buscando pisos en renta para mudarse. Aunque sabía que no era un estorbo para la chica, le daba pena abusarse de su privacidad. Tenía el ojo en uno, aunque fuera por qué le recordará al de Manchester, tal vez se sentiría tan acogedor como el actual.

¿Pero en serio creía que sería capaz de permitir que todo esto fuera en serio?

Se sentó en uno de los sofás, dirigiéndose a hablar con Shanna mirando hacia la nada.


— Sabes que aveces desearía estar con él y simplemente tenerlo cerca.— se encogió de hombros con una expresión plana que no decía nada.

A Shanna le llamó la atención oir eso por fin, pero no quería que Phil se llegara a sentir mal por ello.

— Apuesto a que el también está pesando lo mismo.— dijo como consolación. —

El chico sonrío solamente con los labios fugazmente, sabía que ahora estaba volviendo loco a Dan y que estaba en su cabeza la mayor parte del día.

Tenía la idea de perdonarlo, pero quería hacerse delicado con ello y satisfacer sus caprichos.



Se despertó un quinto día ya fuera de casa en el mismo sofá de la sala de Shanna y no siguió ninguna rutina en específico, se levantó, se puso los lentes, tomó un poco de agua y se sentó de nuevo a pensar en todas las cosas que aún había dejado en el apartamento y que Dan no se podía hacer cargo el solo del departamento, aunque tuviera toda la esperanza de que el regresara en algún momento.

Unos golpes suaves se oyeron llamar a la puerta y Phil se quedó sentado por respeto, esperando a que su amiga la atendiera o le dejara acceder a abrirla.

La chica camino hasta a la puerta mientras se cepillaba el cabello con shampoo en seco.

Abrió la puerta sin más y no había nadie, pero si varias cosas, especificando con una etiqueta:

De: Dan
Para: Phil

...

Don't Let Me Go | PhanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora