Anastasyia,
Escribo estas palabras con el profundo deseo de que nunca llegues a leerlas - y si lo haces, recuerda, casi siempre te amé, al menos, cuando te dejaste amar.
Me duele el corazón, arde, es ineluctable el dolor. Disculpa que te refiera estas insulsas y acérrimas palabras, pero en verdad debo, y quiero.
Son muchas las noches que llevo pensando en nosotros - me refiero, yo y tal vez tú, si así lo quieres -, pero estoy hundiéndome cada vez más en la prontitud de la sospecha generada por la pesadumbre de mis más recónditos deseos y satisfacciones. Satisfacciones que me aquejan desde el primer segundo en que te conocí, ¡bendito segundo!
Tenlo presente, este humilde vate muere lentamente, poco a poco, sin mucho deja este mundo con un fuerte y prolongado problema de dilección, provocado por tu incomparable y placentera mustia belleza. Antes de morir y de este desconsiderado y cruel mundo partir quiero pedirte un favor, es simple: ¡no me olvides! Santo cielo, por lo que más quieras, ¡no me olvides!, que tu memoria no borre nuestros recuerdos, que aún cuando la vejez te alcance mi imagen esté presente en tu cabeza, no me olvides Anastasia -no me olvides-.
Anastasyia, no creas que lo que hago es desorden, ¡absolutamente no!, simplemente es una forma de descanso. Sí, descanso mi alma, mi espíritu, mi mente.
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Retrato Escrito de un Joven Despavorido
Romansa[...] Extraño tus miradas tan imprecisas, tan inesperadas. Así, tan inesperadas como tu partida. Partiste, te fuiste sin más, partiste mi corazón.