Capítulo II El chico del ascensor

28 0 0
                                    


Desperté con el sonido de la alarma taladrando mis oídos. 6:00 am, mire el reloj y la hora fue como un golpe en el dedo del pie. No me gustaba para nada despertar temprano, me consideraba casi un vampiro. Giré mi cabeza para ver como pequeños rayos de luz se asomaban a través de la ventana, seguí el rastro de claridad que marcaban por la habitación. Noté que casualmente terminaban en la pequeña mesa donde estaban las cajas que encontré anoche en el armario. Los diarios... la intriga se regreso a mi cabeza y cientos de preguntas se ubicaron en la punta de mi lengua. Los diarios. Las cartas. Las fotos.... saque mi cuerpo de la cama convenciendome que ya tendría tiempo después para leer todo lo que estaba en las cajas.

Me tomo diez minutos terminar de arreglarme, aun tenía tiempo así que fui a la cocina a buscar algo para desayunar. Tome el cerial, lo puse en un tazón con leche y le agregué una cucharada de azúcar, preparé la cafetera y espere a que estuviese listo el café mientras comia el cereal. Los diarios... la imagen de las cajas se pauso en mi mente. ¿Quienes eran estas personas que aparecían en las fotos? ¿Quien escribió esos diarios? ¿Que habrá escrito en ellos? ¿Y si son de un escritor, y son solo historias o poemas? ¿Y si son los secretos oscuros de algún hombre o mujer? O ¿Los secretos de un asesino en serie?. El ruido de la cafetera eléctrica me sacó de mis ridículas y exageradas suposiciones. Eché el café en un envase, fui con el hasta mi habitación, tome mi cartera y una chaqueta azul oscuro. Mire las cajas -¿por qué no? - me dije a mi misma cuando pense en llevarmelos conmigo el dia de hoy. No iban a estorbar ni ocupar espacio. Salí de la habitación, tome las llaves. Mientras caminaba al ascensor escuche unos pasos acompañados de unas llaves que tintineaban, al parecer con el moviento del caminar. Giré y vi que era un hombre. Más bien un chico, creo. Este era alto, piel casi pálida y cabello rubio. Por lo que ví hacia ejercicio, su cuerpo lo dejaba bien en claro. Pulse el botón de llamado al ascensor y espere frente a este su llegada. El chico se paro junto a mí, tenia un olor delicioso, parecía menta o algo herbal con un no se quén, que lo hacia muy varonil pero jovial y fresco.

-Buenos días. -dijo amable sin expresión alguna en su rostro. Su voz era gruesa pero quizas porque acaba de despertar.

-Buenos días. -respondí de igual forma sin mirarlo.

El ascensor llego, y él hizo un gesto con la mano para que yo entrara primero, él siguio detrás de mi. Ambos nos acercamos y tocamos el botón de planta al mismo tiempo, su mano estaba fria y su piel suave. Esto hizo que nos miraramos, sus ojos se clavaron en los míos; entonces sentí como mi sangre llenaba mis mejillas para que estas se tornaran en el perfecto color rosa-vergüenza. Nos disculpamos al unísono, yo sonreí por lo gracioso que fue pero el no hizo ningún gesto, sólo acomodó su chaqueta y miro hacia la puerta manteniendo el gesto inexpresivo. Que pesado, al parecer solo a mí me pareció gracioso eso. Aclaré mi garganta y mire la puerta igual que él imitando su postura. El ascensor se detuvo, abriendonos paso a la planta del edificio, esta no era gran cosa, tenia un par de sofas, una recepción pequeña decorada con detalles en madera, pequeños cuadros abstractos y largas lámparas blancas con plateado; las paredes laterales pintadas color crema y las frontales un color vino que daba la sensación de que la pintura tenía tiempo sin renovarse. El chico salió después de mí, caminamos a unos cuantos pasos separados, casi juntos hacía el estacionamiento. Subí a mi auto budcando de reojo al chico. Este subía a su Mustang GT negro, -giré mis ojos, claro un chico guapo igual a auto caro. Todo un cliché-se colocó sus lentes de sol y puso a rugir el motor. Me quedé mirandolo como una tonta, ¡Rayos! Este chico es guapo y lo demás es mentira. Vi como se despidio haciendo un gesto con la mano. Moví mi cabeza rápidamente cambiando de vista, apenada. Gracias al cielo los vidrios de mi pequeño Nissan azul eran oscuros y no se veía nada de afuera hacia adentro, así el chico guapo con lindo auto y bonito aroma no veria mi rostro que seguro estaba rojo de vergüenza. Encendí el auto y lo puse en marcha hacía mi entrevista en la galería.
Llegué a la galería 10 minutos antes así que tuve que esperar. Una mujer rubia y elegante me atendió, ésta me hizo pasar a una pequeña sala mientras esperaba al director de la galeria para la entrevista. Miré mis zapatos y mis piernas revisando que todo estuviese en orden; mis uñas, mis manos y mi chaqueta. Llevaba puesto un vestido color gris tallado que llegaba hasta después de mis rodillas y unos zapatos de tacon negros. La señorita rubia se acerco, indicandome que ya podia pasar a la oficina donde me atenderian, me levante del asiento y camine hacia la oficina mientras acomodaba mi ropa y cabello. Lo llevaba suelto, mi cabello era liso natural asi que no tenia mucho que hacer con el, o lo recogía o lo dejaba suelto. Un señor de cabello y barba gris en un traje negro y corbata azul, que dejaban claro lo costosos que eran, estaba sentado detras de un escritorio de vidrio y aluminio finos.

AmbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora